Seguridad y salud laboral, una meta conjunta
Los principales agentes implicados en la prevención de riesgos laborales analizaron en el Encuentro DEIA Mesa de Expertos: Salud y Seguridad en el Trabajo / Prevención, el panorama en Euskadi, sus logros, retos y problemas más acuciantes
EN el marco del 25 aniversario de Osalan, la sede del Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales ha acogido el Encuentro DEIA Mesa de Expertos: Salud y Seguridad en el Trabajo / Prevención, patrocinado por el citado organismo.
Con la consultora, formadora y auditora en Prevención de Riesgos Laborales Dolores Rico como moderadora, tomaron parte en el encuentro Alberto Alonso, director general de Osalan; Jesús Dalmau, director general de IMQ Prevención; Jesús García De Cos, responsable del Gabinete Técnico de Seguridad y Salud Laboral de UGT Euskadi; y Antonio Moreno, director del Servicio de Prevención Mancomunado y de Gestión Asistencial de Iberdrola, además de presidente de la Plataforma Tecnológica Española para la Seguridad Industrial y presidente del Comité de Prevención de Riesgos Laborales de la Asociación Española para la Calidad.
Reunidos con el objetivo de profundizar en la seguridad y la salud laboral desde sus respectivos ámbitos de actuación, los diferentes expertos en la materia pusieron sobre la mesa una realidad que afecta a los trabajadores y hacia cuya mejora avanzan de forma conjunta empresas, sindicatos y demás fuerzas sociales. Un tema hoy de especial actualidad con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.
Tras más de 22 años de la Ley 31/95 de Prevención de Riesgos Laborales y casi 21 del Reglamento de los Servicios de Prevención RD 39/97, Dolores Rico invitó a los ponentes a valorar la evolución de la cultura preventiva en nuestras empresas y en la sociedad en general.
Abrió las intervenciones Antonio Moreno, para quien uno de los frutos más potentes de la aplicación de la Ley de Prevención ha sido “una progresiva mejora de la cultura preventiva en nuestro país a todos los niveles”. Hoy en día percibe un cambio radical en la forma de pensar de las empresas, agentes sociales, administraciones central y autonómicas y de los propios trabajadores, que se han ido involucrando a través de la formación, por ejemplo. Es decir, “no solo ha sido un cambio cultural, sino que ha tenido efecto en una reducción drástica de la accidentalidad”.
De acuerdo con tal constatación, Jesús Dalmau añade que la ley no inventa la prevención de riesgos laborales, sino que la hace más universal y al alcance de todos. En su opinión, “el cambio cultural está calando pero la gran asignatura pendiente es que además de focalizar la salud laboral en la empresa tenemos que focalizarla en las personas”.
Jesús García de Cos, desde UGT se congratula de que ahora el enfoque es preventivo, mientras que antes era totalmente reactivo -una reacción cuando pasaba-. En el momento que se confiere como un deber, lo universaliza y le dota también de carta de naturaleza para poder ser reclamado ante cualquier instancia. La salud laboral se democratiza, los trabajadores tienen algo importante que decir, son una parte esencial de la misma. Bajo su óptica sindical, “ha habido un cambio muy importante, se ha reducido la siniestralidad y han empezado a aflorar las enfermedades laborales, las grandes desconocidas o la hermana pobre”, como él las califica.
Alberto Alonso, por su parte, recordó que en Euskadi, dos años antes de la Ley de Prevención ya existía la inquietud o intuición de que algo era necesario y debido a ello, en 1993, la Ley 7/1993 crea Osalan. A partir de ahí se aglutina todo en un organismo y se percibe el avance en la cultura preventiva, además con un componente añadido de “incumbencia social” o responsabilidad colectiva.
Desde Iberdrola, Antonio Moreno aporta un matiz relativo a la formación. “La cultura preventiva ha penetrado en los estadios de la educación, tanto en la Formación Profesional como en la universidad, y eso será muy positivo a futuro”, avanza.
Cambio en la pirámide de edad En el mundo del trabajo se están sucediendo de forma vertiginosa cambios que dibujan nuevas realidades y nuevos riesgos. En muchos casos, sin una regulación normativa específica, lo que puede dificultar su abordaje. Una de estas nuevas realidades es el cambio en la pirámide de edad (envejecimiento), en torno a la cual “queda mucho por hacer”, según manifiesta el director del Servicio de Prevención Mancomunado y de Gestión Asistencial de Iberdrola. Antonio Moreno expone que, con una edad media laboral cada vez más alta, va a ser “absolutamente necesario” complementar lo positivo de unas edades con lo de otras, e insiste en que “actualmente no se está haciendo un análisis en profundidad, riguroso, y planteando políticas con carácter general y a nivel de todo el espectro empresarial en el Estado”.
En este punto, Jesús Dalmau se muestra escéptico con las normativas, que “van siempre muy por detrás de lo que es el día a día”, y alienta a “empezar a analizar competencias de las personas, y determinadas competencias que con la edad van disminuyendo, suplirlas por otras que con la edad vamos aumentando y buscar ese equilibrio competencial. Es decir, el couching, tan de moda en determinados aspectos, trasladarlo al mundo de la prevención”.
Por su parte, el responsable de IMQ Prevención aboga por describir el equilibrio competencial que tienen que tener los puestos de trabajo y adaptar el puesto de trabajo desde el punto de vista de las características psíquicas de las personas y de sus competencias y habilidades.
En este aspecto incide también el representante de UGT Euskadi, tras comprobar el “serio problema” de que prácticamente ninguna de las evaluaciones de riesgos contempla la edad como una variable de riesgo. Según indica, “la transferencia de conocimiento al final puede ser problemática”. Y en relación a ello trae a colación el mecanismo de mentoring inverso que en este momento está adoptando la UE, en el cual, la persona de más edad puede formar e informar sobre determinadas cuestiones mientras que los jóvenes le pueden formar en otros aspectos, principalmente tecnológicos. “Es una vía que arranca en Estados Unidos en los años 70 y que deberíamos empezar a explorar e implantar”, exhorta.
En un mundo económico y empresarial en absoluto cambio (era 4.0, tecnologías de la información?), desde la dirección de Osalan, Alberto Alonso resalta que “no vale con tener los papeles en regla, la prevención requiere ir mucho más allá de la normativa y ser siempre proactivo en la búsqueda de soluciones”.
En esta situación atribuye a un organismo como Osalan tres funciones: la de “expectante, vigilante y participante”. Es decir, desde un control de la vigilancia de la salud “ver que ese problema nos está llegando de una dimensión superior a la que suponemos e impulsar el debate y participar en él”.
Para García de Cos, en este momento, al no gestionarse la diversidad de la edad en la empresa solo nos quedan dos resquicios. Uno es adaptar el trabajo a la persona y otro, si presentas algún problema, adaptarte como trabajador “especialmente sensible”. “Realmente, la planificación preventiva ya tiene que contemplar la variable de edad. Si no lo planificamos, estamos abocados al desastre”, advierte con rotundidad.
Alberto Alonso tercia en el debate afirmando, como el responsable de IMQ Prevención, que “no es una cuestión de estigmatizar”. La idea que subyace es que “hay una gestión en la que podemos entender que el capital humano va transformándose con la edad, llegando un momento en que se define por su conocimiento, que es incomputable, son años de experiencia. Y por otro lado, hay que asumir esa realidad, sobre todo en las pymes”.
Nuevas formas de trabajo En cuanto a las nuevas formas de trabajo y a la variación del tejido productivo, con sus consiguientes riesgos emergentes, planteadas por la moderadora del encuentro, Antonio Moreno se muestra convencido de que algunos riesgos han emergido ya y augura que “en los próximos cinco años vamos a ver unos cambios trascendentales de lo que es la forma de trabajar. Desaparecerán puestos de trabajo que hoy existen y aparecerán otros que ni siquiera vislumbramos en este momento y modalidades nuevas que plantean retos absolutamente diferentes, como es el caso de la industria conectada, la 4.0, el teletrabajo, etc.” Como viene percibiendo con los años, “la realidad va por delante y a través de la investigación, de la experiencia, de los estudios epidemiológicos... tendremos que ir viendo qué estamos haciendo mal y poniendo límites y una normativa”.
Un cambio inminente acerca del cual, Jesús Dalmau puntualiza que cuando los avances y las nuevas formas de trabajo se universalicen habrá que vigilar los riesgos de la gente trabajadora en biotecnología, trabajo con nanopartículas, etc., donde están concentrados los riesgos. Con todo, “la tecnología nos va a servir para el cambio, pero la persona y su seguridad seguirá siendo el elemento central”, según este experto. En este contexto, percibe un problema de “falta de visión global”.
Tal realidad preocupa y desorienta a Osalan, que comprueba cómo “llegan de repente nuevos retos, riesgos psicosociales, nuevas materias cuya exposición todavía no tenemos muy claro cómo va a afectar a la salud de los trabajadores -como sucedió hace 20 años con el amianto, recuerda-. Y por otro lado, seguimos preocupándonos porque la inmensa mayoría de los accidentes ocurridos en Euskadi siguen siendo de siniestralidad clásica. Al modo de ver del Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, , “donde quizá más tenemos que centrar nuestro esfuerzo como organismo es en las enfermedades profesionales”, que califica como “accidentes de largo plazo”, ya que el daño (físico, musculoesquelético, pulmonar...) aflora a base de exponerte a lo largo del tiempo.
Así las cosas, Osalan enfoca su misión en la vigilancia de la salud para ir viendo qué riesgos pueden estar latentes. A este respecto, el representante de UGT manifiesta que los riesgos psicosociales (depresión, ansiedad, burnout o síndrome de desgaste profesional...) se suceden a un ritmo vertiginoso y no están resueltos. “La OMS y todas las instituciones europeas en materia de salud han alertado de ello”, informa.
Consciente de ello, Jesús Dalmau habla del “círculo de la mejora continua, el de la vigilancia y el de poner las medidas”.
Osalan considera en este sentido la vigilancia de la salud como un detector de derivas posibles. “No es una cuestión de confirmar sino de vigilar si las medidas preventivas que se están poniendo están siendo exitosas. Es un elemento más de la prevención que tiene que funcionar con absoluta comunicación y de una forma transversal a todo lo demás”. Y apela a una forma muy proactiva de esta vigilancia y de esta prevención.
Con él coinciden plenamente Jesús García de Cos y Antonio Moreno, quienes apuestan por “combinar en la vigilancia de la salud lo individual y lo colectivo”.
Factor género Pese a la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral, con frecuencia el factor género es olvidado en la gestión de la actividad preventiva y en actividades de investigación en seguridad y salud laboral, como señala Dolores Rico. En este panorama, el experto en seguridad laboral de Iberdrola insta a hacer una cautela, porque “un proteccionismo excesivo o mal entendido, en el fondo estaría limitando su acceso al mercado de trabajo o incluso a su promoción profesional”. Al modo de ver de Antonio Moreno, las cautelas tienen que ser “las necesarias, eficientes y reales, porque está claro que no somos iguales y hay que incidir en los factores biológicos y psicológicos, que no están a día de hoy suficientemente analizados”.
Tanto Alberto Alonso como Jesús Dalmau se muestran de acuerdo con Jesús de Cos en que el factor género no se considera en la prevención de riesgos laborales. Afirmación que el representante sindical apuntala poniendo como ejemplo que “los puestos de trabajo están diseñados pensando en la masculinidad. Además, ellas concilian más, los ritmos de trabajo les suponen la doble presencia, se tienen que multiplicar, y esto repercute en prisas, en rapidez? que provoca accidentes in itinere. Asimismo, reivindica la importancia de los riesgos psicosociales que afectan a las trabajadoras. Véase el acoso sexual, que si pasa en el trabajo es un riesgo laboral. “Por otro lado, hay sectores muy feminizados y con peores condiciones laborales, económicas e incluso de prevención de riesgos laborales. Y muchas mujeres se encuentran con el techo de cristal, que frustra a las personas”. Para él “tiene que haber mucha sensibilidad social, que falta todavía en ese aspecto”.
Osalan lleva ya tiempo trabajando en esta cuestión, y prueba de ello ha publicado hace unos meses un manual para la integración de la perspectiva de género en la prevención de riesgos laborales. El organismo asume como obligación impulsar este tipo de debates y hacer que el mensaje cale como una lluvia fina en las pequeñas y medianas empresas, donde no se tiene en cuenta muchas veces. “Estamos en ese esfuerzo de seguir trabajando con nuestro equipo de género en este tipo de enfoques y seguiremos generando más debate en la sociedad para que se tenga en cuenta, desde luego”, adelanta.
Precariedad laboral La crisis no ha favorecido la incorporación al trabajo y ha penalizado sobre todo la llegada de jóvenes, pero la situación parece tender a cambiar de forma natural en los próximos años. Desde una gran empresa como Iberdrola, Antonio Moreno ve indicios de que la situación puede ir mejorando, a medida que las generaciones del baby boom se vayan jubilando a partir del año 2020, y los jóvenes vayan cubriendo ese espacio. Además, “la juventud está más preparada para los retos que nos van a venir, de cara a una cultura más de crecimiento en la diversidad y eso es positivo. Pero con eso no basta. Harían falta políticas activas para favorecer esta incorporación evitando la fuga de universitarios a otros países en busca de un mejor trabajo”, reclama.
Para Jesús Dalmau, el que se genere trabajo precario va a ser precario también en los riesgos laborales. “La prevención de riesgos laborales va de la mano de las condiciones laborales”, confirma. Por ello aboga por la integración de la prevención de riesgos laborales desde los equipos directivos, al tiempo que insiste en la necesidad de promocionar que un empleo decente y digno es bueno para la sociedad.
UGT Euskadi considera que hay que acabar con la temporalidad y la precariedad, que juega en contra de la formación en prevención. “Hay un uso y un abuso de la contratación temporal y aquí la inspección de trabajo tiene mucho que decir, con el agravante de que las personas jóvenes al final tienen un hándicap, tienen menos experiencia y son más proclives a sufrir abusos”.
Antonio Moreno demanda una formación, además, teórica y práctica, con una vigilancia básica en esa etapa inicial del trabajador, como en la edad Media los gremios tenían la figura del aprendiz, el oficial y el maestro y era base de la vigilancia el traslado de la experiencia.
El director de Osalan concluyó las intervenciones recordando que “el éxito de Osalan es un éxito dirigido desde una mesa donde están representados todos los agentes sociales. A su modo de ver, estos 25 años han demostrado que tenemos una forma propia de hacer la prevención que nos ha dado un prestigio no solo a nivel estatal, donde el diferencial respecto a otras comunidades autónomas es abismal sino a nivel europeo, donde hemos empezado a colaborar con diferentes países, y a nivel internacional. Un prestigio logrado “gracias al trabajo de las personas”, de quienes alabó su nivel de profesionalidad. Ahora, con la vista puesta en el futuro, fija sus retos en “ser capaces de adaptarnos a los nuevos canales de comunicación de forma rápida y ágil”, para que su mensaje llegue al receptor.
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