Las lecciones de la tragedia griega
Universitarios vascos que estudian en el país heleno con la beca Erasmus describen el momento más delicado de la crisis que atenaza a Grecia
Un país empobrecido, desesperanzado y enfadado con el resto del mundo y sobre todo, con su clase política, recibió hace unos meses a unos jóvenes vascos, que gracias a las becas Erasmus, están ampliando sus estudios en la cuna de la civilización europea, ahora sumida en el marasmo económico debido a la crisis de la deuda, que amenaza con llevarse por delante el sistema financiero de la UE. Grecia es sinónimo del colapso generalizado de una economía: entre 150.000 y 200.000 funcionarios serán despedidos en los próximos años, los sueldos se han rebajado un 20%, los recortes en sanidad y educación están a la orden del día, las pensiones han sufrido un tijeretazo de hasta el 40%, aumentan tasas e impuestos, y se suceden la fuga de capitales, el desplome de la Bolsa y las huelgas como las que paralizaron el país a mediados de octubre. "Más que nada he tenido la sensación de haber viajado en el tiempo a cuando la generación de mis padres estudiaba en la universidad", resume un perplejo Manex Pagola, estudiante de Filología Inglesa de la UPV/EHU que reside desde el pasado mes de julio en Rétino, en la costa cretense.
Manex, al igual que su compañera de universidad Aitziber Mentxaka o los alumnos de la Universidad de Deusto Unai Salvador y Miriam Martínez de Alegría, están palpando de primera mano la tragedia en la que se ha convertido residir en Grecia, pese a que afortunadamente, viven en la "burbuja de los estudiantes Erasmus".
Son precisamente Unai y Miriam los que han comprobado más de cerca la conflictividad social y los niveles de empobrecimiento. No en vano residen en la capital, Atenas, donde confluyen todas las manifestaciones y conflictos habidos y por haber. Estudiantes de asignaturas sobre diferentes aspectos de la economía y la gestión empresarial en la Athens University of Economics and Business (AUEB), el bilbaino Unai y la gasteiztarra Miriam, ambos de 22 años, asisten alarmados a la crispación que recorre "toda la sociedad griega".
Solo llevan un mes en el país, pero perciben que el enfado de la ciudadanía está dirigida a una clase política que durante muchos años ha pasado por el poder haciendo "una muy mala gestión". "Ha llegado un punto en el que están tan hartos de los políticos que el enemigo ya no es el político que tiene el poder, sino el propio Estado", aseguran.
arrendamientos sin contrato A diferencia del Estado español, en el que cunde el sentimiento de que en los últimos años se ha vivido por encima de las posibilidades, la sociedad helena no parece haber llegado a la misma conclusión. "Los griegos que conozco dicen que es su gobierno el que tiene que solucionar las cosas, pero ellos no admiten ningún tipo de cambio", añade la gorliztarra Aitziber Mentxaka, de 23 años, que completa sus estudios de Filología Inglesa en la Universidad de Salónica, al norte del país. El fraude fiscal está a la orden del día, y no solo en lo referido a las grandes fortunas -el Gobierno heleno ha detectado una bolsa de 37.000 millones de euros de impuestos evadidos por unos 15.000 contribuyentes-: "En cuanto a los arrendamientos, no hay contratos para los inquilinos y hay que pagar en mano. En caso de declarar el arrendamiento, habría que pagar unas tasas que los griegos no quieren abonar y que el Gobierno no controla. Creía que mi caso era una excepción, pero cuando lo pregunté me dijeron que era normal aquí".
Residir en un país cuyos problemas están poniendo en jaque al sistema financiero europeo supone que los estudiantes vascos no pueden abstraerse de los problemas que afectan a los ciudadanos más allá de las puertas de las facultades. Los sueldos mínimos rondan los 700 euros, lo que, "debido a que el nivel de vida es menor que en Euskadi, hace que se pueda sobrevivir", relata Aitziber. "He hablado con algunos funcionarios que trabajan sin cobrar, pero no quieren dejar los empleos por miedo a perder sus puestos de trabajo y no poder cobrar en un futuro". Además la tasa de paro -16,3%, muy por debajo de la española y superior a la vasca, que se sitúa por encima del 10%- hace que pocos y "afortunados" jóvenes puedan incorporarse al mercado laboral, pese a que cuentan con un alto nivel de formación.
La situación está disparando el índice de pobreza, que ya se palpa en la calle, y la delincuencia, sobre todo en las grandes ciudades. "En Salónica estoy viendo gente pidiendo dinero, y niños vendiendo flores y llaveros", describe Aitziber. Unai y Miriam han percibido esa misma fotografía, agravada en la capital: "Sorprende ver en el centro de la ciudad tanto vagabundos como drogadictos viviendo en la calle. Hay que tener cuidado en el transporte público para evitar robos y tomar las medidas oportunas a la noche", aunque matizan, "como en cualquier ciudad grande". Por fortuna para los más desfavorecidos, las familias griegas sirven de soporte económico de quien se encuentra en apuros. Como ocurre también en Euskal Herria, son los inmigrantes, "principalmente los que llegaron para construir los estadios para los Juegos Olímpicos de 2004", los que tienen más problemas, sobre todo de vivienda.
Este desolador panorama está llevando a que una parte de los griegos reclame su salida de la UE. El fenómeno se constata, sobre todo, en lugares como Creta donde, "gracias a la influencia turca, sienten que la entrada en el euro les está arrebatando su manera de ser", explica el hondarribitarra Manex Pagola, de 20 años.
La isla basa su economía en el monocultivo del turismo, que en otoño va ya a la baja. "A medida que los turistas van desapareciendo, los locales se quedan vacíos, con la etiqueta de se alquila, y hay muy poca gente con trabajo fijo". Así pues surgen tendencias sociales sorprendentes. "En Creta, donde no se vive la tensión de otros sitios, mucha gente está volviendo al campo y produce casi todo lo que consume", afirma Manex, que destaca el auge de movimientos muy ideologizados de corte "neocomunista".
educación 'gratis total' Los precios suben y los servicios empeoran día a día. También en la enseñanza, lo que ha abierto la espita de las movilizaciones en las universidades de los indignados, con ocupación de facultades y huelgas incluidas, que lastran el curso escolar. La situación de la enseñanza superior es lo que más ha sorprendido a los jóvenes vascos que allí se forman.
Y es que, hasta hace bien poco estudiar en la universidad helena era gratis total. Miles de universitarios se benefician de la gratuidad total, incluidos alojamiento, libros, gimnasio y hasta comida. "Con el carné estudiantil podemos comer y cenar gratis todos los días de la semana en el comedor universitario", se sorprenden Unai y Miriam. Aitziber relaciona los incipientes recortes educativos con la fuerza que han tomado las protestas en la universidad: "Con la crisis han empezado a cobrar algunas cosas. Pero los estudiantes no quieren tener que pagar nada por su educación, lo cual, vista la situación de su país, no es muy realista. Yo, la verdad -explica-, no me siento muy identificada con estas movilizaciones, porque creo que tienen que entender que su Gobierno no tiene dinero para pagar la educación de todos los estudiantes de colegios y universidades de todo el país".
Manex discrepa acerca de los efectos que estas movilizaciones tienen en la clase estudiantil, "una generación en la cual mucha gente tiene fe". "Veo que el cambio de educación que se está dando en Grecia no es positivo, ya que poco a poco derivará en una enseñanza como la que tenemos nosotros, una enseñanza en la que solo la gente que tiene dinero puede estudiar", sentencia.
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