La industria de los videojuegos no deja de crecer, ni en el Estado ni en el mundo en general. Sumado a ello, el uso del internet entre los menores es uno de los debates más preocupantes en la sociedad actual, ya que la manera de divertirse o pasar las tardes después del colegio ha cambiado de manera significativa: de jugar en el parque a quedarse en casa con la tecnología. Y es que, su pronto contacto con esta herramienta los expone al peligro de la adicción a las pantallas, además de interferir en su desarrollo y calidad de sueño. Por ejemplo, en los teléfonos móviles encuentran una pequeña pantalla y consola para jugar a los videojuegos. En este contexto, las cifras hablan por sí solas, el 84% de los jóvenes entre 11 y 14 años juega semanalmente videojuegos y muchos lo hacen sin la supervisión de los padres.
Por ello, la Organización de consumidores y Usuarios (OCU) ha señalado que el sector de los juegos en línea es sumamente consumido en Europa. Además, este negocio tiene como objetivo incentivar el uso de monedas premium virtuales a cambio de un coste real que se lleva a cabo el pago mediante una tarjeta bancaria. La situación es la misma, si juega en su móvil, ordenador, tableta o videoconsola. Los videojuegos son un negocio porque no solo sirven para jugar, entretener, interactuar, sino también ofrecen una amplia variedad de objetos virtuales que comprar, donde se incluye la clasificación de edad: 12 años o menos. Pero ¿cómo consiguen sacar el dinero?
Así juegan con el dinero
Mediante técnicas sutiles y engañosas, se incentiva al usuario a mejorar sus habilidades en el juego si se adquieren monedas premium. Es decir, las llamadas cajas o cofres de recompensas por los que se paga sin saber qué contiene. Estas prometen objetos virtuales únicos que servirán para ganar el nivel. Sin embargo, se trata de mecanismos utilizados en las apuestas o los juegos de azar, con el objetivo de fomentar un comportamiento adictivo, lo que resulta sumamente peligroso para los menores de edad.
Engaño sobre el coste real
El jugador no puede ver el coste real en euros de las monedas virtuales. Al no tener idea lo que se gasta en cada compra, los jóvenes realizan pagos sin autocontrol, lo que puede derivar a gastos exorbitantes.
Manipulación psicológica
De seguro se ha encontrado con las ofertas por tiempo limitado con relojes que corren: la oferta acaba en 5 minutos. No hay forma de desactivarlos, por ejemplo, si en aquel nivel del juego ha perdido, de repente le ofrece justo lo que necesita por un precio. A todo esto, el escaso conocimiento financiero de los niños limita su comprensión del coste real de las monedas virtuales, ya que no son conscientes del dinero real que están gastando, lo que puede llevar a generar adición al gasto descontrolado.
El juego no conoce de edades
Los expertos sugieren que los padres deben establecer límites claros sobre el tiempo de uso de los dispositivos. Asegurarse de que no interfieran con actividades esenciales como el estudio, el ejercicio o el descanso. Además, el diálogo abierto sobre los riesgos en línea es fundamental para tener un responsable manejo sobre los videojuegos, ya que la inexperiencia y la falta de autocontrol puede resultar inadecuada y muy perjudicial para el menor de edad.
Entrada a las apuestas
Los videojuegos modernos incorporan mecanismos similares al de las apuestas, como cajas de recompensas aleatorias, que pueden generar patrones de juegos adictivos similar a estar en una máquina de casino. Los juegos en línea y las casas de apuestas tienen cada vez productos más atractivos, que atraen a los jóvenes. A día de hoy, en el Estado, no existe una ley que regule. Por tanto, el fondo de las adicciones es el uso de los teléfonos móviles y que los menores lo usen es contraproducente porque experimentan un mundo para el que ellos no están preparados como deberían.