Ganar es difícil. Y más en el remo, donde además de con los rivales hay que vérselas con los caprichos de la naturaleza. Cuando no es la trainera de al lado, puede ser una corriente la que te deje lejos de conquistar una bandera. Un día es la marea la que se empeña en que no ganes y al siguiente es el rebote de una ola que se estrella en las rocas. O el viento, o un error estratégico, o el de un juez, o una inundación en el bote... Ganar es difícil, por eso los remeros celebran cada victoria con pasión. Y, si ganar es difícil, ganar siempre debería ser imposible. Pero al parecer, poder sí que se puede. De hecho lo hizo la Telmo Deun zumaiarra en 1984, cuando se impuso en todas las regatas en las que participó ese año. Treinta de treinta. No hubo nadie capaz de enseñarle la popa. Ni en ría, ni en mar. Ni los sábados, ni los domingos, ni entre semana. Era, simplemente, una trainera perfecta e imbatible. Treinta años después nadie ha conseguido igualar semejante registro. Cuando se cumplen tres décadas de que el Club de Remo Aita Mari consiguiera su primera bandera de La Concha, Luis Mari Goikoetxea, quien era entonces el presidente del club, recuerda con nostalgia aquella trainera campeona.
El club echó a andar en 1975 y tres años después, tras hacerse con una embarcación que Santurtzi tenía arrinconada en su pabellón, botaron la trainera. Goikoetxea recuerda que en dos años ya se notó una evolución lo suficientemente importante como para tenerla en cuenta. En 1981 la Telmo Deun probó por primera vez las mieles del triunfo. “Fue la Bandera Villa de Bilbao, con Joseba Aresti de patrón”, recuerda Goikoetxea, “le ganamos a Kaiku, que en aquel entonces andaba a tope. Y luego en La Concha hicimos segundos. Nos ganó Kaiku, pero no muy fácil”.
Aquel triunfo sirvió para reclutar nuevos remeros. Se inscribieron ocho zumaiarras, pero también jóvenes de los pueblos de la zona: Azpeitia, Zestoa, Errezil. La mayoría eran baserritarras que casi no habían tenido contacto con el mar: “Era gente de interior. Algunos no sabían ni nadar, pero era gente muy fuerte que estaba acostumbrada a trabajar en el caserío. Incluso uno preguntó lo que había que pagar para remar”.
El club tiró de los contactos e influencias de algunos vecinos para que Ikazeta les construyese una trainera de piel colorada. Solo faltaba que Luis Mari Olasagasti, Luxia, encontrase el toque perfecto para hacer volar a sus hombres. “Luxia era más duro que la hostia”, recuerda con cariño Goikoetxea, “imagina cómo sería que le llamaban Tejero. Machacaba a los remeros y les ponía firmes echando leches. Tenía buen equipo y buena gente, pero había uno que siempre estaba tocándole las narices y poniéndole de mala leche. Así que Luxia agarró y le dijo: ‘¡A la puñetera calle! ¡A tu casa!’. El remero se quedó alucinado. Luego volvió pidiendo perdón y entró otra vez en el equipo. Pero Luxia no se andaba con hostias?”.
Luxia, carnicero de profesión, sería el entrenador de la Telmo Deun durante casi treinta años. La apuesta salió bien. Llegó la temporada de 1984 y con ella una bandera, y dos, y tres... Y aquello no paraba, victoria tras victoria. “Igual no te esperabas ese rendimiento, pero viendo la evolución de los años anteriores y la fuerza que teníamos? Metíamos mucha caña. Ganamos treinta de treinta. Todo”.
La superioridad de Zumaia era tal que llegó a cosechar varios triunfos en un solo día. “En 24 horas hicimos tres regatas y ganamos dos banderas. Fue en Zarautz, que se jugaba en un día, y en Portugalete. Ahora intenta hacer eso”, reta el expresidente. “Otro día ganamos el Teresa Herrera en A Coruña, al mediodía, y por la tarde nos presentamos en Castropol y ganamos también la regata. Además, en Castropol hicimos un tiempo récord que hasta bastantes años después no lo rompió Koxtape”, recuerda.
Con semejantes resultados no es de extrañar que Luis Mari Goikoetxea viviese “en una nube”. Como presidente estaba orgulloso y disfrutaba de los recibimientos que Zumaia les brindaba todos los domingos: “La gente andaba mal acostumbrada”. Para Goiko, el secreto del éxito estaba en el carácter de aquel grupo: “Era una cuadrilla de locos. Siempre estaban dispuestos a ir a una regata. A veces Luxia decía que a algún sitio no iban y ellos decían que sí, que había que ir”.
Uno de los protagonistas de aquel equipo era Klaudio Etxeberria, el patrón: “Otro que tenía una mala hostia del copón. Le sacaba a la gente todo lo que podía. En eso era bueno. Entre él y Luxia les tenían a los remeros finos. Ya lo creo que sí”.
Un ingrediente vital de aquella Telmo Deun era que Luxia contaba con un buen fondo de armario, no solo de un buen trece titular. Prueba de ello es que en las 24 horas que disputó tres regatas, decidió cambiar cinco hombres del bote. “Nosotros estábamos alucinados, diciendo que estaba loco y que nos iba a fastidiar la bandera”, recuerda Luis Mari Goikoetxea, “¡Qué leches! ¡Ganó igual!”.
la primera concha Zumaia triunfó en La Concha en un momento en el que las traineras vizcainas vivían su época dorada. Santurtzi y Kaiku se repartieron las ediciones de la regata donostiarra entre los años 1977 y 1982. El año siguiente, en 1983, una galerna convirtió la regata clasificatoria en un infierno en el que los jueces no acertaron a distinguir las traineras del mismo color. En un principio se dio a Orio como eliminado, pero los jueces rectificaron y metieron a los aguiluchos en la regata del domingo. Zumaia, Kaiku y Castro se negaron a tomar la salida el día de la primera jornada en señal de protesta, lo que les dejaría fuera de la lucha por la bandera. Aquel gesto fue muy criticado, sobre todo sabiendo que la Telmo Deun y la Bizkaitarra tenían potencial para aspirar a la victoria. Goikoetxea todavía defiende aquella decisión. Cree que fue la semilla de la mágica temporada del año siguiente: “Decían que en el 83 habíamos hecho el tonto. Yo decía que no, porque si no hubiese pasado aquello, no habríamos ganado todas esas banderas en el 84. Si hubiesen jugado La Concha, la habrían ganado y hubiesen dejado de remar”. La Concha, un hito, desató la locura en la localidad guipuzcoana: “Vino todo el pueblo”. Pero aquella bandera fue el principio del fin. Los remeros zumaiarras vieron colmadas sus aspiraciones deportivas y muchos de ellos decidieron abandonar el remo. “La Concha lo era todo”, dice Luis Mari, “y nada más ganarla, lo mandaron todo a paseo”. Aquel bloque invencible se disolvió, aunque al de un par de años algunos remeros retomaron la actividad y consiguieron ganar La Concha de 1987.
Curiosamente, 29 años después Zumaia volvió a encontrarse con una trainera ganadora. La Telmo Deun de 2013 solo perdió una regata en toda la temporada, pero había un detalle diferente: en las bancadas había mujeres. Zumaia se convirtió el año pasado en el primer equipo vasco en ganar La Concha femenina. Luis Mari Goikoetxea lo disfrutó como treinta años atrás: “Yo lo viví igual de orgulloso”.