ZARATAMO - Danel Elezkano (Zaratamo, 1994) atiende a DEIA en un txoko situado en Zaratamo, donde varias txapelas conseguidas tanto por el delantero de Aspe como por su hermano Ander decoran las paredes. El puntillero, después de conseguir el billete a su segunda final del Campeonato de Parejas de forma consecutiva, aspira a poner un adorno más. La cita del 7 de abril ante Irribarria-Zabaleta en el frontón Bizkaia de Bilbao está marcada en rojo en el calendario.

¿Cómo llega a la final del Campeonato de Parejas?

-Para empezar, creo que será complicada. Iker Irribarria y José Javier Zabaleta forman una combinación muy fuerte y durante todo el torneo han demostrado lo que juegan. Es complicado hacerles frente, porque en un solo pelotazo pasan de ser dominados a dominar. De todos modos, creo que nosotros llegamos bien. El partido contra Altuna III-Martija nos tiene que dar confianza. Ellos puede que sean los favoritos, pero las finales son a un solo partido y puede pasar cualquier cosa. Tenemos que creer en nosotros mismos.

¿Quizás el duelo de Donostia fue el más redondo, quizás también por las circunstancias?

-No sabría qué decir. Eso sí, nos salieron las cosas como quizás ni habíamos soñado. Fue perfecto. En este Parejas se ha dicho que no estábamos bien y hemos conseguido diez puntos en la liguilla. Ha sido un campeonato muy completo. Todos tenemos rachas mejores y peores. Hemos tenido la suerte de empezar mal y encadenar una buena racha para clasificarnos pronto para las semifinales. Quizás el peor momento fue antes de la segunda liguilla, pero le hemos dado la vuelta. En general, hemos completado unas buenas semifinales.

A pesar de todo, los resultados están ahí.

-Eso es lo que quiero decir. Hemos hecho de todo, pero ha habido partidos en los que, aunque no hemos jugado con tanta chispa, hemos conseguido llegar a 22 trabajando mucho y defendiendo. Lo que está claro es que hay rivales muy fuertes y que es complicado ganarles. Se decía que no estábamos jugando bien, pero conseguir diez puntos de catorce es complicado, repito.

En cualquier caso, han demostrado su fortaleza a la hora de plantear cada cita y en el trabajo.

-El trabajo es lo único que se nos puede exigir. Tenemos la suerte de hacer lo que nos gusta y lo que aseguramos es que vamos a trabajar a tope también el día de la final. Beñat Rezusta y yo nos parecemos y nos gusta trabajar. Por otro lado, siempre digo lo mismo: estudiar a los rivales está bien, pero muchas veces no es lo que más ayuda. Los partidos suelen ir por caminos distintos. A pesar de todo, estamos contentos y jugar con Beñat es un gustazo.

Saben adaptarse a lo que exigen sus rivales en la cancha...

-Esto suele ir por rachas. Hay veces que estás bien y con trabajo sacas los puntos, mientras que en otras ocasiones, no. Este año se nos ha visto en algunas ocasiones con poca chispa, pero ganábamos cuando el encuentro avanzaba. Había parejas fuertes y dominaron.

¿Cómo valora personalmente su campeonato?

-No es por quitarme presión, porque nos jugamos lo mismo, pero llegar a la final es algo muy grande para mí. Esto es un sueño y hacerlo dos veces es un motivo para estar feliz. Estoy jugando bien, disfrutando, las lesiones me están respetando, me siento bien y es lo único que puedo pedir. Vamos a jugar una gran final y va a ser un día maravilloso. Son momentos para disfrutar.

¿Le ha dado alguna vuelta a la final del Parejas de 2018, en la que perdió junto a Rezusta contra Ezkurdia-Zabaleta por 22-9?

-Fue una pena. Completamos un campeonato regular, en el que hicimos partidos muy buenos, pero en la final no dimos el nivel. Ezkurdia-Zabaleta nos pasaron por encima y merecieron la victoria. Fueron mejores. La pena que nos quedó, tanto a Beñat como a mí, fue la imagen que dimos más que la derrota.

¿Ve esta final como una espina que quitarse tras la del curso pasado?

-No. Es otra oportunidad de jugar un partido así, que a todos nos gusta. Soy un afortunado por estar en otra final. Comenté el año pasado que me daba una ilusión terrible por la gente que tengo alrededor y esta vez ocurre lo mismo.

¿Qué significó para usted la final del Parejas de 2018 y qué significa esta?

-No hay un gran cambio. Conservo la misma ilusión que el año pasado. La definiría así, con la misma ilusión. Todos queremos estar aquí y me ilusiona mucho, también por la gente que tengo cerca. Además, es la final del trabajo. Para mí, haber conocido a una persona como Jokin Etxaniz -director técnico de Aspe- me ha dado mucho. Está muy encima y me aporta un montón. Voy encantado cada día que entrenamos, ya que me enseña una barbaridad. También Aitor Erauzkin, en el aspecto físico, me ayuda mucho.

¿Qué tiene Etxaniz para que los manistas de Aspe le lancen flores?

-No se trata solo del aspecto técnico, puesto que, para mí, es el que más sabe de esto. Hay que valorar la relación que tiene con los pelotaris. Es cercano, está pendiente de todos y muchas veces te ayuda en el aspecto psicológico. Para mí, ha sido una suerte entrenar con él y espero hacerlo durante mucho tiempo.

Siempre ha comentado que es muy exigente consigo mismo y su vida gira alrededor de la pelota. ¿Trabaja el aspecto psicológico con alguien de confianza?

-No. Tengo la suerte de que tanto los amigos como la familia están muy cerca. Sí que es cierto que paso mucho tiempo viendo pelota y soy exigente; a veces, incluso demasiado, porque es mejor desconectar. Sin embargo, le doy muchas vueltas a la cabeza. Cada uno es como es. En mi caso, mi gente me ayuda mucho.

Hace unas semanas Aitor Erauzkin, su preparador físico, comentaba que todo lo que se está viendo en usted estas últimas dos temporadas es fruto del trabajo de los cinco años anteriores. ¿Qué opina?

-Puede ser. Desde pequeño siempre me ha gustado entrenar y he pasado muchas horas en el frontón. En el aspecto físico todo es muy diferente, ya que hasta juvenil no se trabaja demasiado. Tuve la suerte de contactar con Aitor en esa época clave, que es en la que tienes que dar el paso para poder contar con la oportunidad de ser profesional. Llevo con Erauzkin desde entonces y el camino ha sido increíble. Nos conocemos desde que yo era niño y tengo mucha confianza en él. Me conoce a la perfección y si me plantea algo, lo sigo ciegamente. Lo importante es que cada día entreno con la misma ilusión. Aitor, además, jugó a gran nivel y trabaja por y para la pelota. Aparte del entrenamiento físico, entiende cómo funciona este deporte. Todo lo ha enfocado en él. Eso ayuda. Conoce las sensaciones del pelotari.

Desde su cambio de Asegarce a Aspe -agosto de 2016- está encadenando muy buenos resultados; sobre todo, en la última campaña y media. ¿Cómo lo valora?

-Sí que están saliendo las cosas bien, pero tengo claro que llegarán los momentos malos. Es cuando hay que ser fuerte y darle la vuelta. En los momentos malos sufro demasiado, pero me he dado cuenta este año de que tengo que disfrutar más de los momentos buenos, porque los malos llegarán.

¿Se come menos la cabeza con el paso de los años?

-No ayuda, pero cada uno es como es. Aunque trate de desconectar, no lo consigo del todo. Le doy vueltas a la pelota.

¿Con qué desconecta?

-El día después de un partido no hago gran cosa: realizo una sesión de recuperación con Erauzkin y cosas sencillas. Generalmente, paso el tiempo con mi familia, con los amigos o con mi chica.

¿Es innegociable la pelota en su televisión los fines de semana?

-Sí. Al menos, lo intento. No me gusta mucho ver mis partidos, pero si estoy en casa pongo el que emiten. Hay veces que me toca seguirlo por el móvil. Los de cerca lo entienden.

Su alrededor está lleno de txapelas que consiguieron en su etapa de formación tanto usted como su hermano mayor Ander. ¿Tiene ya el hueco hecho por si logra la del Parejas?

-Todavía hay que esperar a ver si ganamos. Eso sí, hace mucho que no pongo una txapela nueva por aquí (risas). Es algo con lo que todos soñamos. Soy consciente de que será complicado. Hay que hacer todo bien.

Regresando a la final del domingo, ¿son Irribarria y Zabaleta los adversarios más incómodos con los que se han encontrado en el Parejas?

-Diría que son la pareja más complicada de hacer frente si ellos dan lo suyo. Parece que le dan con una pala y cargan mucho al contrario. Aunque intentes entrar de lejos, da igual. En un solo pelotazo cambian el signo del tanto y hay que defender todo el rato. Es complicado, pero si jugamos como en el Atano III, podemos darles guerra. Estamos bien, llegamos bien e intentaremos luchar hasta el final.

Se ha llegado a hablar en las apuestas de posturas de doble a sencillo en contra. ¿Son tan favoritos sus rivales?

-No hacemos caso al dinero. Nuestro trabajo es jugar a pelota. Es normal que salgan favoritos por ser superiores a todas las combinaciones. Ganaron con comodidad en las tres citas de semifinales. Llegan en un buen momento. Hicimos un buen partido en un día complicado, porque nos la jugamos en un cara o cruz, y eso nos tiene que dar confianza.

“Valentía”, le dijo Rezusta.

-Sí. Si hay una opción, hay que ser atrevidos. Son pegadores y Beñat sabe que tendrá que trabajar. Confío muchísimo en él y tengo que ser valiente. Lo lógico es que dominen y, cuando yo tenga pelota, tengo que ir con decisión y velocidad. Es la única manera de hacerles daño.