Zuazo 32

Gran Canaria 32

ZUBILETA EVOLUTION ZUAZO: Ezbida, García (2), Velasco (1), Sánchez (3), González, Isabel (3), Berasategi (1), Sarrionandia-Ibarra (3), Encina (2), Erauskin (5), Aguado, Blázquez, Romero, Permach (2), Magdalena (10) y Garay.

RO CASA GRAN CANARIA: Falcón, De Miguel, Pérez, Gkatziou (5), Zygoura (1), Chiara (9), Mbengue, Gomes (6), Navarro, Palomino, González (4), Hosoe (4), Martín y Pavlovic (3).

Parciales: 3-4, 5-8, 7-11, 9-12, 11-14, 12-15 (al descanso); 15-18, 18-19, 21-22, 25-27, 26-30 y 32-32.

Árbitro: Miguel Martín y David Monjo excluyeron a las locales Velasco y Berasategi; y a Chiara y Gomes del Ro Casa.

Incidencias: Partido correspondiente a la novena jornada de la Liga Guerreras disputado en Lasesarre.

Venía demostrando el Zubileta Evolution Zuazo desde hace varias jornadas que su confianza iba en aumento. Que su dogma se basaba en la batalla; y su religión, en luchar hasta el final. Con ese estilo avisó al Gijón, tuteó al Guardés y asustó al Bera Bera. No logró el premio en ninguno de esos partidos, pero aún así no receló de su credo. Le siguió rezando, madurando en cada encuentro. Y en cada entrenamiento. Hasta anoche. La fe movió montañas y el conjunto rojinegro logró sumar un importante punto (32-32) ante el Ro Casa Gran Canaria, un rival en plena competición europea y que comandaba el liderato de la Liga Guerreras Iberdrola junto al Bera Bera. Y eso que a tres minutos para la bocina final, las entrenadas por Joseba Rodríguez perdían de tres tantos. Una distancia que hacía presagiar otra muerte en la orilla, pero que acabó siendo salvada por el ímpetu de unas fabriles desatadas.

El encuentro comenzó igualado, con ambos equipos tirando de verticalidad y velocidad para anotar. Dos Bugattis en un Lasesarre encerado. Sin embargo, el marcador enseguida se ladeó hacia el lado del Gran Canaria, más efectivo en ataque. Así, al descanso se llegó con las insulares mandando tres tantos arriba (12-15). La segunda mitad se inició igual, con el Zuazo anotando fácil, pero siendo incapaz de parar las ofensivas visitantes. Entonces las rojinegras subieron más la intensidad. Y la consecuencia fue acercarse a uno, empatar e incluso colocarse uno arriba. Pero el duelo era un toma y daca. Dos deportivos quemando gasolina, hasta que al Zuazo le empezó a escasear el combustible. Sin carburante para mucho más, las de Rodríguez dejaron acelerar al Ro Casa, que se puso a cuatro tantos a falta de un parcial. Que se convirtieron en tres goles a tres minutos para el final.

en el último suspiro

Pero con el 29-32 en el marcador, el Zuazo releyó su Biblia. Esa que habla de batalla constante, de perseverancia. De morir matando o, al menos, de intentarlo hasta el final. A eso se agarraron las rojinegras. Y el cielo se les abrió con una falta en ataque del Ro Casa. El preludio de la recompensa. Porque en el siguiente ataque, Magdalena forzó la exclusión de una rival y los siete metros, penalti que ella misma mandó al fondo de la red (30-32). Con una más, el Zuazo presionó como nunca, sacó carburante de donde no quedaba, como si tiraran con renovables. Tanta intensidad provocó un error insular, en forma de pasos, y las fabriles lo aprovecharon para ponerse a uno (31-32) gracias a la muñeca de Erauskin. Las rojinegras juntaron líneas, llevaron al rival hasta el borde del pasivo; forzándolo a perder la pelota. Así que el Zuazo tuvo 16 segundos para armar un ataque que valiera un punto. Movió el balón con pausa, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Abrió un pasillo que Magdalena recorrió para hacer lo que mejor sabe: fusilar. Empatar.