Naomi Osaka no ha querido aguantar más y ayer lunes anunció su retirada de Roland Garros. La japonesa, que se había negado a atender a las ruedas de prensa después de los partidos, fue advertida tras su victoria en primera ronda de posibles futuras sanciones más importantes y ha decidido quitarse de en medio. En una nota pública en la que asume que quizás su mensaje “no llega en el momento oportuno y podía haber sido más claro”, la cuatro veces ganadora de Grand Slam resalta su carácter introvertido y las dificultades que tiene para elaborar discursos en público “porque me pongo muy nerviosa y me genera ansiedad”. Además, recuerda que esa constante exposición le ha generado en el pasado, desde que ganó su primer US Open en 2018, episodios de depresión y, por ello, advirtió al torneo parisino de su deseo de eludir esas obligaciones y posibles preguntas comprometidas. Pero ni los responsables de Roland Garros ni otras figuras del tenis han entendido sus circunstancias y Osaka ha optado por tomar la iniciativa y retirarse “para que todo el mundo se centre de nuevo en el tenis”.

“Aquí, en París, he vuelto a sentirme vulnerable y ansiosa, así que lo mejor que pensé fue el cuidar de mí misma y saltarme las ruedas de prensa. Lo comuniqué de forma preventiva porque siento que las reglas están muy desactualizadas. Me he disculpado de forma privada con el torneo, diciéndoles que me encantaría poder hablar con ellos porque los Grand Slams son muy intensos. Voy a tomarme un tiempo fuera de las pistas y cuando sea el momento, quiero hablar con el circuito para discutir formas de hacer las cosas mejor para los jugadores, la prensa y los aficionados”, explica la jugadora nipona, que de un tiempo a esta parte se ha mostrado muy clara en sus posicionamientos sobre temas sociales, pero no quiere someterse constantemente al juicio ajeno y pide “no trivializar con asuntos como la salud mental”.