Lidia Huayllas llevaba toda la vida trabajando como cocinera de alta montaña. Su función era subir por la ladera del Huayna Potosí (6.088 metros), una de las montañas más icónicas y turísticas de Bolivia, y quedarse en el Campo Alto preparando la comida mientras esperaba a que los viajeros regresaran tras haber hollado la cumbre. Una cima que ella, a pesar de todos esos años, no había podido conocer porque su aventura siempre acababa mil metros más abajo. Así que un día, cansada de quedarse siempre a medias, salió de la cocina, se puso los crampones y comenzó a escalar hasta lo más alto. “No quería quedarme a 5.200 metros, quería subir a la cima de un seismil. Y les dije a mis compañeras ¿por qué no vamos a escalar y vemos qué hay en la cumbre? Al comienzo solo se animaron cuatro, pero cada vez somos más”, explica la propia Lidia. Así surgieron las Cholitas Escaladoras de Bolivia, un grupo de mujeres indígenas que conquistan la montaña con los trajes tradicionales del pueblo aimara, su pueblo. De esta forma, ataviadas con polleras -como denominan a sus faldas-, blusas, jerséis ceñidos, sombreros y mantas de las más diversas y coloridas tonalidades, las Cholitas atravesaron hielo, nieve y viento para coronar el Aconcagua, la montaña más alta de América. El objetivo de sus pasos estaba claro: “Demostrar que las mujeres podemos hacer más cosas que quedarnos en casa y cocinar”.

De hecho, este grupo de escaladoras no solo se encontraron con la discriminación por ser mujeres, sino también por ser cholitas, un término peyorativo con el que se denominan a las indígenas de Bolivia. “Nos han puesto muchas barreras, pero hemos hecho oídos sordos y hemos seguido adelante”, se enorgullece Lidia. Y, por ello, por la dignidad de ser aimara, mujer y escaladora, por mantener la honra de su identidad, realizan sus gestas con el traje típico de su pueblo. “Así le demostramos al mundo que las cholitas también pueden escalar”, relata. Eso sí, debajo de sus atuendos se colocan las ropas térmicas y los accesorios necesarios para la escalada: “Frío no pasamos porque según vas subiendo el cuerpo se va calentando. En el Aconcagua dormimos dos noches a más de 6.000 metros”. Dos intensas jornadas que precedieron a la conquista más alta de América. “Cuando llego a la cima me siento la persona más libre del mundo, parece que estuviera volando en lo más alto. Ahí arriba no hay preocupaciones, todos los problemas se quedan abajo y me siento libre”, declara Lidia.

Así, la aventura con la montaña de cinco mujeres indígenas -Dora Magueño, Ana Lía Gonzáles, Cecilia Llusco y Elena Quispe acompañan a Lidia en sus locuras- quedó registrada en el documental Cholitas, una película que podrá disfrutarse este domingo (17.15 horas, Sala BBK) dentro del marco del BBK Mendi Film Bilbao-Bizkaia, el festival de montaña que comienza hoy y se prolongará hasta el próximo día 15. “En este filme se van a encontrar con nuestras vidas, nuestro trabajo del día a día, nuestra escalada y qué hacemos cuando no vamos a escalar. Se van a encontrar la historia de cómo empezamos las Cholitas Escaladoras de Bolivia”, explica Lidia.

Objetivo Everest Desde que en el pasado enero conquistaron el Aconcagua, las Cholitas se enorgullecen de haber roto las barreras étnicas y de género que se les plantearon: “Hemos dado un poco de impulso a las mujeres y hemos demostrado que podemos hacerlo todo. Ahora no solo cuidamos de la casa y de los hijos, sino que también escalamos. Los hombres al principio no lo aceptaban porque pensaban que les íbamos a quitar el trabajo, pero a nosotras no nos ha importado porque esto es lo que nos gusta hacer”.

De hecho, ahora este grupo de aimaras se ha planteado un objetivo mucho más ambicioso: el Everest. “Nuestro sueño es subir a la montaña más alta del mundo, hemos pedido colaboración porque el Everest es muy caro y en nuestro país no contamos con ayudas. Pero estamos con muchísima ilusión y ganas”, concluye Lidia, que el domingo estará presente en el estreno de la película dentro un Mendi Film que está cumpliendo con todas las expectativas en cuanto a asistencia. De hecho, el Palacio Euskalduna ha decidido abrir su terraza para ampliar el aforo de la sesión inaugural del evento.