BILBAO- Cuenta la leyenda que tras años de acoso de los invasores persas sobre el territorio griego, donde nacieron los Juegos Olímpicos en honor a Zeus en el siglo VIII antes de Cristo, el soldado Filípides completó una gesta que dio nombre a una de las pruebas más prestigiosas del atletismo. Dice el mito que en el año 490 a. C., Filípides recorrió 42 kilómetros y 195 metros de distancia entre Maratón y Atenas antes de caer muerto para informar a su nación de la derrota del ejército persa. Existe testimonio de que realmente Filípides corrió sin descanso cerca de 213 kilómetros para unir Atenas con Esparta y solicitar refuerzos en la guerra contra Persia. En cualquier caso, el legado de Filípides cobró realidad con la prueba bautizada como maratón. La resistencia del hombre contra los designios de Cronos, el dios del tiempo que según la mitología griega reinó antes de que el universo fuera creado. El maratón es la batalla de la naturaleza del hombre contra los límites impuestos por las deidades.

El maratón se incluyó en los Juegos Olímpicos en 1896. En el estreno, el griego Spiridon Louis hizo honor a su compatriota Filípides al conseguir la medalla de oro con un tiempo de 2h58.50. Medio siglo después, en Londres 1946, el argentino Delfo Cabrera se colgó la presea dorada con un crono de 2h34:50. En Atlanta 1996, un siglo más tarde de que los Juegos albergasen la prueba, el sudafricano Josia Thugwane detuvo el reloj en 2h12:36.

A medida que los tiempos se acercaron a las dos horas, creció la obsesión por franquear la frontera que un día se creyó ajena a la naturaleza humana. Este era el reto del keniano Eliud Kipchoge, de 34 años, y autor del récord mundial de la prueba en 2018, en Berlín, cuando congeló el tiempo en 2h:01:39. Es el récord homologado que permanece en vigencia, porque en Italia, en 2017, el propio Kipchoge corrió en 2h00:25 con una marca no homologada por correr con ayudas externas. Aquel día tentó a los dioses.

Para Kipchoge, realizar una inmersión en las dos horas es un récord que trasciende de la homologación. Demuestra, entiende el fondista, “que ningún humano tiene límites”. Y este era su lema ante el desafío.

Para lograr la gesta Kipchoge diseñó un maratón de laboratorio. Recurrió a 41 liebres, algunas de ellas las personas más veloces del planeta, a fin de impulsarle en lo físico y psicológico, además de cortar el viento, al rebufo de ellos como corrió -en todo momento con cinco atletas por delante y dos por detrás-, y de un coche que abría el camino con un láser que marcaba la línea del ritmo a seguir; también impulsado por una zapatillas Nike modelo Vaporfly controvertidas por sus efectos de amortiguación, con una ventaja en la eficiencia de la zancada del 4%; beneficiado por un circuito de 9,6 kilómetros recto, con apenas desnivel (2,4 metros; en Berlín llegó a 15) y parcialmente reasfaltado para ofrecer mayor agarre, argumentos, entre otros, por los que el experimento no estaba homologado. Hubo otras razones de índole legal, como el hecho de que no era una carrera oficial, controlada por la Federación Internacional de Atletismo o la federación local, en este caso la de Austria, porque el reto se celebró en Viena; no había al menos tres competidores opositando a la victoria; el recorrido no estaba certificado por un organismo oficial; tampoco hubo control antidopaje.

Correr a rebufo permite un ahorro del coste energético de entre el 3% y el 6%, lo que puede repercutir en más de 4 minutos en el tiempo total; las zapatillas específicas pueden reportar otra ventaja de alrededor de 1:30... Pero por encima del hito deportivo estaba el reto humano.

El keniano de 1,67 metros y 57 kilos corrió a una media de 17 segundos cada 100 metros; cada kilómetro de los más de 42, en 2:50, con condiciones más adversas de los esperado, con niebla y un 90% de humedad, para lograr una marca de 1h59:40.

“Bajar de las dos horas es más importante que el récord del mundo de Berlín. Se trata de la historia y de dejar una marca en el deporte. Es como el primer hombre en ir a la luna; yo seré el primero en correr en menos de dos horas. Hoy hemos ido a la Luna y regresado a la Tierra”. Kipchoge alunizó. Es El Kipchogenauta. La representación de la lucha del hombre contra su naturaleza.