HUBO un tiempo en el flamante ganador del US Open no tenía el golf entre sus preferencias. De hecho, en su etapa universitaria Gary Woodland empezó jugando al baloncesto, un deporte que se le daba bien desde sus tiempos en el instituto en su Kansas natal, donde su equipo ganó dos veces el título estatal y fue elegido en el quinteto ideal. Su salto a la universidad lo dio con Washburn, un pequeño centro de la NCAA II, ubicado en su Topeka natal, donde Woodland dejó muestras de ser un base ordenado y con buena mano. Pero pronto se dio cuenta de que en el baloncesto no estaba su futuro. “No era lo suficientemente rápido y eso fue un gran problema. Lanzaba bien, tenía buena visión de juego y manejaba bien la pelota, pero no era lo suficientemente rápido para moverme en defensa y eso que estaba en la División II”, ha confesado cuando ha tenido que repasar su biografía deportiva.

El golf siempre fue una alternativa por la que se inclinó definitivamente cuando en su primer partido en la universidad se dio cuenta de que “no iba a ser suficientemente bueno y no me iba a ganar la vida con él”. Así que cambió de campus, ingresó en Kansas, cogió los palos y la bolsa y empezó una progresión lenta, pero segura, que le llevó el domingo a lograr el primer major de su carrera con 35 años. Hasta este US Open, Woodland era considerado un buen jugador, pero con tendencia a venirse abajo en las jornadas finales. Siete veces había llegado como líder a un domingo de torneo y nunca había logrado rematar con éxito. Además, en los majors, el sexto puesto en el PGA Championship de 2018 y el octavo en 2019 eran sus únicos resultados entre los diez mejores en treinta participaciones.

Hace dos años, pasó un mal momento personal ya que su mujer perdió uno de los dos gemelos que esperaba en un parto prematura y ahora esta victoria en Pebble Beach, que es solo la cuarta de su carrera de once años en el PGA Tour, puede catapultar su carrera. De momento, ya se ha situado en el duodécimo puesto del ranking mundial y ha dado muestras de que a su gran pegada ha añadido esa finura que le faltaba en los greenes.

aprender a jugar “Fue un poco frustrante porque todo mi vida he sido capaz de competir y ganar en todo lo que he hecho y no lo conseguía en el golf. He tenido que aprender y me ha costado, pero creo que ya estoy en la dirección correcta”, comentó tras su victoria en Pebble Beach, que justificó porque “a nivel mental me he sentido mejor que nunca. No me he dejado llevar por cosas ajenas al juego”. Gary Woodland piensa que a partir de ahora puede cosechar más éxitos. “Pienso que ahora ya sé jugar al golf. Sé cuándo pegar largo y más recto, cómo usar el juego corto y cómo pegar el putt. He demostrado que no soy un pegador y me siento muy bien”, concluyó.