El cancionero futbolístico inglés, siempre crítico, en (muchas) ocasiones irrespetuoso, pero también irónico, viralizó en 1996, cuando la palabra no se empleaba con la regularidad actual, aquello de “football is coming home” (el fútbol vuelve a casa). En un anunció que dio la vuelta al mundo, los ingleses, creadores del deporte rey, vendieron como nunca antes la disputa de la Eurocopa, el primer gran torneo que acogía el país desde el Mundial de 1966, casualmente el único título que figura en las vitrinas de los three lions. Desde hace casi tres décadas esa cantinela la corean los miles y miles de aficionados británicos que arropan a su equipo allí donde juegue. Pero como sucede siempre, con esa lejana excepción del Mundial, Inglaterra perdió, como hiciera también tres años atrás ante Italia en Wembley. Y cayó también Harry Kane, un futbolista mayúsculo al que persigue el gafe, incapaz de lograr un solo título en la élite. El fútbol volverá a la isla, como siempre, cuando arranquen las distintas competiciones en cosa de un mes, pero el título se lo llevó España, que lo logró, curiosamente, gracias a la aportación de Athletic y Real Sociedad.

Nico Williams y Mikel Oyarzabal marcaron los dos goles del combinado español al inicio y al final de la segunda mitad para que España rompiera el empate que mantenía con Alemania en títulos continentales y, con cuatro, se convierta en la selección más laureada del Viejo Continente. Una selección que ha conquistado tres de las cinco últimas ediciones de la Eurocopa y que llegará al Mundial de Canadá, México y Estados Unidos con una mezcla de jóvenes y veteranos que la convertirán en una de las grandes candidatas al título.

Eso sí, el combinado español que tantas loas se había ganado, merecidamente, a lo largo del torneo, se encontró en la primera mitad con un equipo inglés muy ordenado tácticamente, que ofreció un enorme sacrificio en defensa y que supo leer perfectamente el partido. Sin sorpresas en el once inicial dispuesto por Luis de la Fuente, quien volvió a confiar en Robin Le Normand en el eje de la zaga tras cumplir sanción ante Francia en semifinales, Gareth Southgate no solo realizó un cambio en el once, dando entrada a Luke Shaw por Kieran Trippier, sino que también modificó el sistema de juego. Si en cuartos y semifinales apostó por un esquema con tres centrales, lo que el permitió juntar en posiciones interiores a Jude Bellingham y Phil Foden, anoche jugó con defensa de cuatro y ubicó en banda izquierda al futbolista del Real Madrid, donde pasó desapercibido, incómodo en una demarcación donde no pudo explotar sus virtudes.

España amasó la posesión del balón, buscó en las bandas a sus futbolistas más desequilibrantes, Nico y Lamine Yamal, pero no encontraron espacios ni la inspiración suficiente como para superar a los laterales, muy atentos en la marca. Y en las contadas ocasiones en que lo hicieron, el trabajo de los dos centrales fue excelso.

Claro que el plan inglés en esa primera parte se quedó a medias. Aunque no pasó apuros para defenderse de los ataques de su rival, tampoco encontró manera para inquietar el área defendida por Unai Simón, que vivió plácidamente ese primer acto, solo inquietado por un remate de Foden en el tiempo de añadido que no le supuso ninguna complicación.

El partido, soporífero, llegó al descanso con Rodri, el mejor jugador del torneo, lesionado. El centrocampista chocó con Aymeric Laporte de manera fortuita al tratar de rechazar un remate de Kane desde la frontal y no pudo participar en la segunda mitad. Su lugar lo ocupó Martín Zubimendi.

Nico Williams, decisivo

Sin tiempo para asimilar la baja de un futbolista capital en el esquema de De la Fuente llegó el tanto de Nico Williams. En el primer desajuste defensivo de la zaga inglesa España no perdonó. Lamine recibió en banda izquierda, pudo girarse con espacios prácticamente por primera vez en todo el partido y encontró en el área su íntimo amigo, Nico, al que asistió con calidad para que el futbolista del Athletic, con la zurda, batiera a Jordan Pickford.

El tanto dejó grogui al combinado inglés, que concedió algunas facilidades en defensa que la selección española no pudo aprovechar a pesar de que Dani Olmo, con un disparo desde la frontal, y Álvaro Morata, en el mano a mano ante Pickford que sacó cerca de la línea de gol John Stones, estuvieron cerca de poner tierra de por medio.

Empata Palmer

Inglaterra tardó un cuarto de hora en reaccionar, lo hizo con una llegada por banda derecha. Poco después, ya sin Kane en el campo, cuyo lugar lo ocupó Ollie Watkins, el héroe de las semifinales, Bellingham no encontró portería con un potente disparo. Sí lo hizo Cole Palmer, el chico maravilla, quien culminó una gran jugada inglesa con un potente disparo desde la frontal al que Simón no llegó por poco después de que el balón fuera desviado ligeramente tras golpear en Zubimendi.

España reaccionó como mejor sabe. Volvió a ponerle pausa al juego, hizo suyo el balón e Inglaterra puso también de su parte. El equipo de Southgate, como ha venido haciendo a lo largo del torneo, volvió a echarse atrás, cedió terreno y con ello se alejó del área de Simón. Un error, otro más de un técnico que no ha sabido sacar jugó de una selección con enorme talento. El primer avisó lo dio Lamine y en el segundo, en el minuto 86, Oyarzabal no perdonó. Envió al fondo de la red un buen centro raso de Marc Cucurella. Sin tiempo para mucho más, entre Simón y Olmo evitaron el empate inglés en el tiempo de añadido y la selección española, gracias al Athletic y la Real Sociedad, conquistó su cuarta Eurocopa.