- Miguel Ángel Lotina y el Athletic nunca llegaron a encontrarse, pero a punto estuvieron, tal como recuerda el entrenador de Meñaka, que no piensa en un hipotético regreso a los banquillos de LaLiga y entiende el “miedo” de los futbolistas a retomar las rutinas futbolísticas si el riesgo sanitario no se limita “al máximo”.

El último equipo al que dirigió en LaLiga fue el Villarreal en 2012. ¿Por qué decidió parar y hacer las maletas?

—Porque en los últimos años no me fue bien y no tenía ilusión. Tuve ofertas, pero a la hora de aceptar propuestas siempre he hecho caso a mi corazón, aunque alguna vez mi representante me dijera que no era conveniente al estar mal el equipo en cuestión o pasar al revés y decir yo que no, cuando el destino podía resultar apetecible. El trabajo de entrenador lo haces con pasión o no lo haces y, aunque fui a Chipre y después a Catar, tenía la vista puesta en poder venir a Japón, porque me habían hablado muy bien de su sociedad y del fútbol. Cuando surgió la posibilidad, no lo dudé y acerté de pleno.

Aun así, ¿estaría dispuesto a volver a entrenar en la liga española o es una puerta que ya ha cerrado?

—Me quedan años por delante en los banquillos, porque tengo todavía mucha pasión por el fútbol y ganas de mejorar como entrenador, pero ahora mismo no pienso en volver a España. Lo que tengo ahora no lo cambio y no creo que cambie de parecer, porque estoy bien aquí con un grupo de trabajo joven que también quiere crecer y yo quiero hacer un buen trabajo en Japón.

¿Se siente reconocido como técnico?

—Aquí sí y en España, bueno, con la gente que he trabajado y me conoce, también me siento respetado.

Todos los entrenadores guardan en la memoria momentos imposibles de olvidar para bien y para mal. ¿Cuáles son los suyos?

—Ganar la Copa con el Espanyol fue seguramente el momento más llamativo de mi carrera, pero disfruté más de los ascensos con el Numancia y Osasuna. También con el acceso a la Champions con el Celta, que nunca había jugado esa competición, mientras que entre mis peores momentos están los descensos de categoría. Siempre son duros, porque tanto los jugadores como los entrenadores estamos para hacer felices a los aficionados y cuando no lo consigues, te duele fallarles.

Nunca llegó a sentarse en el banquillo del Athletic. ¿Le hubiera gustado?

—Todo el mundo sabe que de pequeño era muy del Athletic y estuve tres veces a un paso de entrenar al primer equipo. Fue con Arrate, Uria y Lamikiz como presidentes, pero siempre pasaba algo al final y no le doy más vueltas. Si pasó así, sería porque tenía que ser así.

Aquí la afición está a la espera de saber cuándo volverá el fútbol. ¿Entiende que haya división entre los jugadores a la hora de analizar el regreso de la competición por motivos de seguridad?

—Entiendo que la gente tenga miedo, porque somos humanos. Me pongo en su lugar y el riesgo nunca podrá ser cero, pero debe limitarse al máximo y estoy más en esa línea.

¿Cambiará el fútbol tras el coronavirus?

—No lo sé. Con el tiempo se normalizará casi todo, pero costará salir de esta en todos los aspectos y no pasa nada si los profesionales que nos dedicamos al fútbol ganamos un poco menos de dinero. Será lo de menos tras esta pandemia. Lo que nos debe preocupar a todos es la gente que se queda sin trabajo y las familias que lo van a tener difícil.

“No pasa nada si los profesionales que nos dedicamos al fútbol ganamos un poco menos de dinero, será lo de menos tras la pandemia”

“Tenía la vista puesta en poder venir a Japón, porque me habían hablado muy bien de su sociedad y del fútbol, y acerté de pleno”

“La Copa con el Espanyol fue el momento más llamativo de mi carrera, pero disfruté más de los ascensos con el Numancia y Osasuna”