Barcelona - La continuidad en el banquillo del Barcelona de Ernesto Valverde, con contrato hasta 2020, vuelve a aparecer como un enorme interrogante, después de la debacle de los barcelonistas ante el Liverpool. La profunda crisis que ha originado la eliminación, que se suma a una de similares características el año pasado contra la Roma, han puesto en el centro de la diana a algunos jugadores, pero especialmente a Txingurri, cuyo respaldo en el vestuario y directiva es posible que se resientan por la erosión que ya ha empezado a producir este nueva hecatombe en el club.

En el Barça no se espera que haya ningún movimiento brusco para evitar causar más males mayores con vistas a la final de la Copa de dentro de unas semanas. El año pasado trascendió que un sector de la directiva había sentenciado a Valverde por la eliminación del Barça en la Liga de Campeones por un equipo claramente inferior como fue la Roma. A pesar de aquel manifiesto malestar, ya que los argumentos se concentraban en que al extécnico del Athletic le venía muy grande el banquillo culé, el conjunto azulgrana reaccionó de la mejor forma, al sentenciar la liga y recoger un doblete en la final de la Copa en un inconmensurable partido contra el Sevilla (5-0).

Con el nuevo curso, más que Valverde y la directiva, acabó siendo el nuevo primer capitán del equipo, Lionel Messi, quien marcó el camino del grupo en el presente campeonato, obtener la que denominó como “la linda Copa”. A Messi, que realizó en Anfield Road un más que gris partido, poco o casi nada se le puede reprochar por el recorrido azulgrana en la presente Champions, pues ha empujado a los suyos y ha llegado (con sus goles) donde otros siguen estancados (Luis Suárez, un solo gol en dos años).

Hasta el fatídico partido del martes, el Barcelona ha sido un equipo solvente en la presente Liga de Campeones, volviendo a ser primero de grupo y llevándose con amplitud los octavos -contra el Lyon, 5-1 en el cómputo general, y en cuartos superando al Manchester United, 4-0-, pero igual que el año pasado contra la Roma, al Barça de Valverde se le ha achacado cobardía para medirse contra un Liverpool que amenazaba con ser un torbellino en el campo. La apisonadora que pasó en Anfield sobre el Barcelona no fue ninguna sorpresa, ya que en la ida de hace una semana en el Camp Nou pasó algo parecido, con la única diferencia que el Liverpool fue del todo ineficaz ante la meta de Ter Stegen, y en el Barça, Messi acabó haciendo lo de siempre: echarse al equipo a la espalda y sacarlo del atolladero.

Igual que en la ida, Valverde dotó de músculo el centro del campo, con la alineación de Arturo Vidal, quien se movió en su salsa y acabó siendo uno de los mejores del Barça, y envió al banquillo a Arthur Melo, un mediocentro que sabe darle pausa al fútbol azulgrana con el que pretende tener el control desde la medular. Así, Valverde propuso un pulso contra un especialista en este estilo de fútbol intenso de ida y vuelta, como es el Liverpool de Jürgen Klopp. En la ida, solo se salvó el resultado, mientras que en la vuelta, al grupo de Valverde no le valió de nada pretender igualarse en músculo con su rival, e intentar a la desesperada recuperar el control del partido con la incursión en el último tramo a Arthur. No obstante, el Barça tuvo casi media docena de claras ocasiones de gol.

renuncia al estilo del barça A Valverde se le ha tachado de haber traicionado el estilo y el método del Barça y contar con la complicidad no solo de la directiva, sino del principal responsable de la confección del primer equipo, el mánager Pep Segura. Los resultados lo han aguantado todo, especialmente gracias a Messi, pero ahora en el segundo tropiezo en Europa, el dolor por la humillación del 4-0 parece que no va a quedar solo en otro mal día, como sucedió en Roma.

El técnico del Barça aparece como el eslabón más débil en la decepción que abraza a la entidad, al achacársele cobardía en partidos de mucha altura y por alejamiento de la filosofía futbolista azulgrana, cuyo conocimiento se le suponía. En esta tesitura, Valverde no se encuentra solo, pues la directiva con su elección y renovación ha avalado al técnico como un preparador capaz de llevar al club a las más altas cotas de éxito. El manual de supervivencia de una directiva siempre apunta a cortar por el eslabón más débil, pero a su favor también están algunos golpes de efecto de Bartomeu que han acabado por convencer a la mayoría de la parroquia azulgrana, sin llegar a sacrificar al entrenador.