SAN Mamés es fútbol, música y rugby. San Mamés es Bizkaia. Y, desde ayer, San Mamés también es ciclismo. Así lo evidenciaron Jonathan Lastra (Caja Rural), Omar Fraile (Astana) y Mikel Bizkarra (Euskadi-Murias) cuando saltaron al campo del Athletic sobre sus bicicletas, para liderar al pelotón en la salida lanzada de la décimo tercera etapa de la Vuelta. Un bilbaino, un santurtziarra y un mañariarra, con el corazón encogido y latiendo a mil por hora, fueron los protagonistas de una salida original e inédita que ya es historia de la carrera estatal. Y es que 165 corredores entraron al estadio por un córner y marcharon, al son de los rugidos de leones que se emitían por megafonía, alrededor del campo. Dieron una vuelta completa por el césped y se perdieron, de nuevo por la misma esquina, en el interior de La Catedral. Fue una imagen atípica, la de 165 bicicletas sobre el verde de San Mamés; pero fue una imagen que ya ha quedado grabada en la memoria de Lastra, Fraile y Bizkarra. “Es indescriptible lo que he vivido hoy en San Mames, es algo que podré contar y que nunca olvidaré”, dijo el corredor de Caja Rural.

El Athletic ejerció de gran anfitrión y quiso premiar la fidelidad del trío de corredores vizcainos. Por eso, antes de comenzar la etapa, los tres ciclistas recibieron una camiseta rojiblanca, con su nombre y su dorsal impresos en la espalda. Lo hicieron de manos de Fernando San José, secretario del club de Ibaigane, y del vicepresidente Mikel Martínez, médico de la Vuelta desde hace años y el gran culpable de que San Mamés se abriera para la etapa. Así, después de que el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, cortara la cinta, Fraile, Bizkarra y Lastra lideraron el pelotón por La Catedral en la salida neutralizada. La encabezaron vestidos de rojiblancos por el verde que, el próximo mes de junio, será una de las sedes de la Eurocopa 2020.

el penalti ficticio de Theuns Con todo, uno de los grandes protagonistas de esta insólita vuelta a San Mamés fue Edward Theuns. Y es que el belga del Trek-Segafredo no pudo resistirse la oportunidad de pisar el césped del imponente estadio. Así, a pesar de que el pelotón respetó como pudo el límite del campo de fútbol, Theuns lo obvió y se dirigió hacia el área. Después se bajó de la bicicleta, la posó con cuidado en el suelo y lanzó un penalti ficticio. Debió entrar porque él lo celebró y las cien personas presentes lo imitaron. Después, regresó a su bicicleta, se sentó en el sillín y se marchó por el mismo córner por el que llegó.

El viejo San Mamés había sido llegada de la Vuelta en la década de los sesenta, pero nunca había protagonizado una salida de etapa. Quizá por ello la expectación fue máxima y miles de personas se acercaron hasta la explanada del estadio para disfrutar del ambiente del ciclismo. Para ver a los corredores de cerca, presenciar el control de firmas y admirar la preparación previa a una de las jornadas más duras de esta edición de la ronda estatal. Sin embargo, si bien la salida desde San Mamés fue emotiva para Lastra, Fraile y Bizkarra, no fue así para los aficionados. Y es que la queja principal de los seguidores que se aglutinaron alrededor de la casa del Athletic fue que el estadio permaneciera cerrado al público. Desde la pantalla externa de La Catedral, que retransmitió la salida en directo, vieron cómo las gradas vacías deslucían un momento histórico. Cuando los corredores salieron del campo, la afición vasca despidió a la Vuelta. Dijo adiós a un pelotón que enfiló la carretera en dirección al durísimo Alto de los Machucos, donde Eslovenia dominó en las rampas finales.