CADA Tour tiene su producto, cada edición su moda. El de 2019 se llama cetona, un complemento alimentario que no está incluido en la lista de sustancias prohibidas de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pero que ya está dando que hablar. Se trata de un producto sintético, pero no de un medicamento, que ayuda a que un atleta que efectúa un esfuerzo intenso y que se somete a una dieta baja en grasas no sufra desfallecimientos. En palabras del doctor Gérard Dine, uno de los más reputados especialistas en medicina deportiva, contribuyen a “optimizar la dieta” para obtener el máximo rendimiento físico. En condiciones normales, las cetonas las produce el cuerpo humano cuando necesita un aporte energético suplementario. Pero, en condiciones extremas, su segregación genera el efecto contrario; es decir, bloquea la producción de vatios. “En ciclismo, se traduciría en una pájara”, explica Dine. Para evitarlo, desde hace años los equipos recurren a este complemento, desarrollado en laboratorios del Reino Unido y con financiación del Ejército de Estados Unidos.

Aunque nadie quiere hablar de ello a cara descubierta, los especialistas considera que esa molécula de síntesis fue introducida en el pelotón por el Sky, siempre en busca de la optimización del rendimiento. Pero en la actualidad la utilizan, algunos sin ocultarlo, muchos equipos. El director deportivo del equipo holandés Jumbo, Frans Maassen, reconoció hace unos días que sus ciclistas lo tomaban, lo que ha supuesto el espaldarazo definitivo a las cetonas, porque los corredores de esa formación suman ya cuatro victorias de etapa, incluida la contrarreloj por equipos, en la que fueron muy superiores a los otros equipos.

Dine, que lleva años estudiando la dieta y el dopaje en el mundo del ciclismo y que es uno de los inventores del pasaporte biológico, está convencido de que cada vez son más los que las toman. Para el médico, un síntoma de ello puede ser que los corredores están más delgados, ya que gracias a las cetonas las dietas alimentarias se pueden extremar sin que ello redunde en el rendimiento deportivo. Al contrario. Los estudios efectuados en deportistas no profesionales sometidos a esfuerzos aeróbicos estiman entre el 2 y el 6% la mejora del rendimiento. “Eso no significa que sean dopantes. Eso significaría que llevar una dieta sana también fuera dopante. Son complementos alimentarios, no rompen la relación entre nutrientes y rendimientos, como puede suceder con los corticoides, por ejemplo”, señala el experto.

El problema es que las cetonas han llegado hace demasiado poco al mundo del deporte de élite y, por tanto, todavía se desconoce si su consumo provoca secuelas en el organismo. “De confirmarse ese riesgo, entonces se considerarían dopantes, lo que generaría un problema suplementario, ya que sería complicada su detección al ser también producidas por el organismo de forma natural”, agrega Dine. El presidente de la Unión Ciclista Internacional, el francés David Lappartient, asegura que están investigando este producto, pero que por el momento no hay elementos para pedir a la UCI que lo incluya en su lista de sustancias prohibidas.