HIERVE Mikel Landa en Toulouse, en ebullición tras dos jornadas con el luto a cuestas. El alavés, apaleado por una caída el lunes y señalado por las manecillas con una desventaja de tres minutos respecto a Geraint Thomas (perdió 2:08 tras la caída), regresa al centro del escenario dispuesto a desatar la tormenta tras quitarse la pena de encima. Pasional, abrasivo, inquieto y vibrante, la tentación abraza nuevamente a Landa, siempre dispuesto al asalto. Es un impulso el escalador de Murgia, instintivo, crudo y rudo ante la presencia de los Pirineos, que elevan el mentón del Tour, que entra en el territorio de las cribas con una jornada donde pespuntan el clásico Peyresourde, un primera de los de siempre, y el Hourquette d’Ancizan, otro puerto de la misma categoría, situado a 30 kilómetros de Bàgneres de Bigorre, donde se situará la meta. Las dos ascensiones están encadenadas. Acariciándole el ánimo la montaña, su ecosistema ideal, Landa quiere desatarse, deshacerse del nudo que le atrapa. El alavés desea “atacar y poner todo patas arriba”, aunque matizó que “hay que utilizar un poco la cabeza”.

En Landa manda el corazón. Reconoció el de Murgia que el martes, cuando el Tour frenó su vorágine y elevó las piernas para el barbecho, “estaba muy bajo anímicamente. Me vuelve a pasar algo cuando venía muy bien”. La realidad sitúa a Landa lejos del podio, pero el ciclista piensa que al Tour aún le resta el trecho más determinante en su latifundio y se le enciende el discurso. Las cumbres le sacan una ambiciosa sonrisa. “Queda mucha carrera, queda el mejor terreno posible para darle la vuelta a esta situación y habrá que ir día a día”, analizó Landa. El primero es el que hace la introducción a los Pirineos, el entrante de un menú montañoso de tres jornada solo interrumpido por la contrarreloj de mañana en Pau. “A ver qué capítulo nos toca de esta historia. Puede pasar un poco de todo: día de fuga, día de ataques o una jornada tranquila para los hombres de la general”, reflexionó Landa, que vivió una situación similar en el pasado Giro, cuando las cronos le alejaron demasiado y tuvo que remontar.

la complejidad del tour Con todo, Landa es consciente de que el tonelaje de Grande Boucle es mayor y, por tanto, es más complicado tomar vuelo. “El Tour es una carrera más difícil que el Giro para escenarios de ataque, pero iremos viendo”, aseguró el de Murgia, que señaló que la aparición de los Pirineos en el libro de ruta tras el fogueo de La Planche des Belles Filles supone la irrupción de “la montaña de verdad”. Frente a esa picuda postal, el líder de la carrera, Julian Alaphilippe, tratará de seguir luciendo el maillot amarillo, algo que intuye difícil. “Sé lo que me espera, habrá que pelear para conservar el maillot. Pero no he cambiado mi plan, quiero disfrutar cada segundo del liderato”, apuntó Alaphilippe sobre una jornada en la que las incertidumbres son mayores que las certezas. Ni Egan Bernal, tercero en la general, es capaz de saber qué sucederá. “Creo que es demasiado pronto para pasar a la ofensiva, aunque seguro que habrá algunos ataques”, dijo el colombiano.