MHP RIESEN LUDWIGSBURG: Radebaugh (7), Cotton (6), Hulls (4), Simon (18), Happ (4) -quinteto inicial- Ja. Patrick (4), Jo. Patrick (0), Bartolo (6), Woodard (6), Baehre (0), Herzog (0), Wohlfarth-Bottermann (0).

BAXI MANRESA: Dani Pérez (2), Thomasson (10), Vaulet (2), Moneke (13), Bako (10) -quinteto inicial- Francisco (8), Maye (3), Sima (15), Steinbergs (0), Valtonen (0).

Parciales: 17-20, 35-35 (descanso), 49-55, 55-63.

Árbitros: Mazzoni (Italia), Horozov (Bulgaria) y Liszka (Polonia). Sin eliminados.

Incidencias: Segundo partido de las semifinales de la Final Four de la Basketball Champions League. Bilbao Arena, ante unos 7.000 espectadores.

Un triple de Joe Thomasson a 2:26 del final que a la postre acabó siendo la última canasta del partido selló el billete para la primera final continental de la historia del Baxi Manresa al acabar fundiendo de una vez por todas la resistencia de un entregado pero ineficaz Ludwigsburg que vendió muy cara su piel con un ardor defensivo digno de alabar, pero que acabó naufragando víctima de su horrible partido en ataque. El conjunto alemán supo fabricar un partido áspero para el equipo catalán, pero los de Pedro Martínez fueron capaces de encontrar soluciones para salir victoriosos pese a su horrible noche (3 de 15) desde más allá de la línea de 6,75. Acabó entrando el importante, el que permite que el sueño manresano, vivido de manera muy intensa desde la grada de Miribilla por sus numerosísimos y entregados aficionados, no se detenga.

Antes de la guinda de Thomasson, fueron los interiores los que permitieron que el Baxi Manresa controlara el encuentro durante los dos últimos cuartos. Entre Yankuba Sima, Chima Moneke e Ismael Bako sumaron 38 de los 63 puntos de los catalanes, mientras que en las filas alemanas solo hubo noticias de Justin Simon, autor de 18 puntos. Jonah Radebaugh, su líder espiritual, se quedó en solo siete puntos con muy malos porcentajes, personificando lo que fue la cruz de los suyos. Ganar un partido con un 36,3% en tiros de dos puntos, un 16,3% en triples y un 55% en lanzamientos libres es misión muy complicada. No estuvieron mucho más brillantes los pupilos de Pedro Martínez, pero sí que acertaron más en las distancias cortas e intermedias. Su tripleta interior lució en los momentos de la verdad con Moneke rebañando los balones escupidos por el aro a tiros de sus compañeros y ese triple de Thomasson a 2:26 del final acabó con cualquier atisbo de resistencia germana para impulsar a los suyos hasta la final.