"Desde que llegamos aquí ha sido una encerrona en toda regla. Los árbitros han cargado de faltas a nuestras jugadoras importantes, todos nuestros contactos eran falta. No hemos tenido la fuerza mental suficiente para aguantar todo en contra y apenas podíamos tirar porque todo eran empujones, golpes y choques. En la segunda parte, el equipo ha dado la cara en un ambiente muy hostil, con insultos, empujones, nos han tirado agua al banquillo. Menos mal que la policía nos ha protegido un poco. Ha sido muy feo todo lo que he vivido, nunca lo había vivido en todos los años que llevo como entrenador. Cuando estábamos de nuevo con opciones, tres decisiones arbitrales seguidas en contra no nos han dejado ni intentarlo. Ha sido pura impotencia, nos sentimos frustrados y muy dolidos con la FIBA por no dejar jugar a Belén cuando había dado negativo. Estaba todo preparado para que pasara el Mersin".