Cuando el pasado sábado Tylor Ongwae anotó sobre la bocina del partido un complicado tiro de seis metros en posición forzada que daba la victoria por 74-73 a Kenia sobre Angola, Liz Mills saltó como un resorte del banquillo vencedor con los puños en alto. La australiana acababa de hacer historia. No solo había clasificado a Kenia para el Campeonato de África (AfroBasket) de este año, torneo del que el país había estado ausente desde 1993, sino que se convertía en la primera mujer en llevar a una selección masculina a un gran torneo continental.

El baloncesto africano no es un terreno en absoluto sencillo para las entrenadoras. Por eso el logro de Mills puede servir “para asfaltar el camino para la próxima generación de entrenadoras, para mostrarles que todo es posible”, como ella misma dijo tras el encuentro. No fue hasta hace dos años cuando una mujer, la estadounidense Natosha Cumming-Price, dirigió a una selección, la de Camerún, en un AfroBasket femenino por primera vez en la historia. En lo que al baloncesto masculino se refiere, fue Brigitte Tonon la que rompió barreras en 2017 al hacerse cargo del banquillo de Benín en la primera fase de clasificación para el campeonato continental.

Gran experiencia en África

Pero Mills ha dado ahora un paso más. “Estoy muy orgullosa de ser la primera mujer en clasificar a una selección masculina para una gran competición continental”, destacó en sus redes sociales tras el triunfo ante Angola. La australiana fue contratada en enero para hacerse cargo del banquillo de la selección de Kenia para esta segunda ronda de clasificación para el AfroBasket, pero su relación con el baloncesto de este continente viene de largo. Graduada en Ciencias del Deporte y Gestión Deportiva, empezó a entrenar a equipos de categoría júnior en Sídney. En 2008 viajó por primera vez a África con su hermana gemela para desarrollar diversos tipos de campus y aquello cambió su vida. Se quedó entrenando en Zambia y ganó el campeonato nacional masculino de clubes, dirigió a las selecciones sub’20 de hombres y mujeres de ese país, entrenó en Mozambique, Ruanda, Namibia y Sudáfrica, ha sido asistente en las selecciones absolutas de Zambia y Camerún y ha trabajado dentro de los programas de Basketball Without Borders impulsados por la NBA.

Mills reconoce que hubo sorpresa por parte de algunos jugadores el primer día de entrenamientos. “Algunos me miraban en plan, ¿qué diablos pasa aquí? Pero la situación se normalizó muy rápido, me sentí muy bien acogida”, apuntó en medios locales al ser cuestionada sobre su llegada a un país en el que no muchas mujeres ejercen posiciones de liderazgo: “Hay muchos entrenadores extranjeros en el baloncesto africano y la raza no es ningún problema. Ser mujer sí puede serlo. Creo que eso es lo más remarcable de todos los equipos y federaciones que me han contratado para algún cargo, que hayan sido capaces de ver más allá del género y hayan confiado en mí basándose en mis habilidades como entrenadora”.

Seguir sus pasos

Admiradora de la mítica exjugadora y entrenadora ‘aussie’ Karen Dalton y de Becky Hammon, asistente de los San Antonio Spurs que el pasado mes de diciembre se convirtió en la primera mujer en dirigir a un equipo de la NBA tras la expulsión de Gregg Popovich, espera que éxitos como el suyo sirvan para que los clubes y las federaciones confíen más en las mujeres para liderar sus banquillos. Por el momento, su actuación con la selección de Kenia ha recibido halagos incluso de sus rivales. “Es maravilloso ver a la entrenadora Mills dirigiendo a Kenia. Necesitamos tener a más mujeres como entrenadoras principales en el baloncesto masculino africano porque eso querrá decir que estaremos más cerca de la igualdad de género y del empoderamiento de la mujer en el mundo del deporte”, dijo tras enfrentarse a su selección el senegalés Youssoupha Ndoye, pívot del Coosur Betis.