UN griego, un esloveno y un francés -Giannis Antetokounmpo, Luka Doncic y Rudy Gobert- aglutinaron tres de los galardones con mayor solera en la entrega de distinciones individuales de la temporada 2018-19 de la NBA en una ceremonia celebrada en la madrugada del martes en Santa Mónica (California) con cierto aire deslucido, pues el hecho de premiar a los mejores jugadores de la temporada regular dos meses y medio después de su conclusión hace que la gala genere escaso interés y tenga flojas audiencias incluso en la parrilla estadounidense cuando lo que la liga pretendía al poner en marcha este sistema era justo lo contrario, dar realce a la elección de los mejores jugadores del ejercicio con una ceremonia en directo que sustituyera a los comunicados de antaño. En la gala de la pasada campaña se dio el disparatado caso de que el entrenador que subió al estrado a recoger el premio, Dwayne Casey, había sido despedido mes y medio antes por los Toronto Raptors. Las elecciones del presente curso han dejado claro el importante peso específico alcanzado por los jugadores internacionales en la competición estadounidense, ya que, además de Antetokounmpo, Doncic y Gobert, el camerunés Pascal Siakam fue elegido jugador con mayor progresión.

En la lucha por el principal premio, la estrella de los Milwaukee Bucks acabó imponiéndose a James Harden (Houston Rockets), vencedor de la edición de 2018, para hacerse con el MVP a sus 24 años -el tercero más joven tras Derrick Rose y LeBron James-, un logro impresionante si se tiene en cuenta que llegó a la NBA procedente de la segunda división helena. Antetokounmpo impulsó a su franquicia a conquistar el mejor balance de la competición en temporada regular (60 victorias, 22 derrotas) y firmó los mejores promedios de su carrera tanto en puntos (27,7) como en rebotes (12,5) y asistencias (5,9) para convertirse en el segundo europeo que conquista este premio tras Dirk Nowitzki, que lo hizo en 2007. El logro de Antetokounmpo, el prototípico jugador del futuro -con su 2,11 de altura puede jugar en cualquier posición- al que solo le falta por mejorar su tiro de tres puntos, gana en importancia si se tienen en cuenta las gestas individuales logradas por La Barba durante la temporada regular. Harden ha firmado este curso 36,1 puntos por partido, registros a los que nadie llegaba desde Michael Jordan en 1987, ha metido 30 o más puntos en 61 de los 82 encuentros, con una racha de 32 seguidos que no se veía desde tiempos de Wilt Chamberlain. Pese a todo, Anteto se llevó 78 de los 100 votos del panel de periodistas especializados.

Más contundente fue todavía la victoria de Luka Doncic (98 a 2) ante Trae Young (Atlanta Hawks) para elegir al mejor novato del curso. El esloveno, titular en los 72 partidos que ha disputado con los Dallas Mavericks, ha hecho valer sus sostenibilidad, talento y madurez pese a tener solo 20 años para neutralizar el fantástico final de ejercicio de Young, un jugador espectacular y de brutal rango de tiro pero que finalmente ha quedado opacado por los 21,2 puntos, 7,8 rebotes y 6 asistencias del exjugador del Real Madrid, segundo europeo en ser elegido mejor rookie de la NBA después de que Pau Gasol lo lograra en 2002. Por su parte, Rudy Gobert se sacó la espina de haberse quedado fuera del All Star al revalidar su título de mejor defensor por delante de Antetokounmpo y George, lo que le coloca a la altura de Kawhi Leonard, MVP de las últimas finales, que ganó en 2015 y 2016, y a un paso de Dwight Howard, el único que se lo ha adjudicado tres veces seguidas (entre 2009 y 2011).

En el resto de categorías, Pascal Siakam, vencedor del anillo con los Toronto Raptors, fue elegido jugador con mayor progresión, Lou Williams (Los Angeles Clippers) ganó por tercera vez el de mejor sexto hombre, y Mike Budenholzer (Milwaukee Bucks) acabó como mejor entrenador tras un curso en el que se ha convertido en el séptimo técnico de la historia que gana 60 o más partidos tras Pat Riley, Phil Jackson, K.C. Jones, Mike D’Antoni, Don Nelson y Rick Adelman.