La 41ª edición de la Regata Ingenieros-Deusto fue roja de principio a fin. Desde la primera txanpa hasta la última palada. El ocho con timonel tomatero no quiso sustos y por eso ahuyentó los fantasmas del año pasado –cuando fue la universidad pública quien sorprendentemente se llevó la victoria– para ganar con autoridad y hasta con un poco de suficiencia. Por eso, el Oxford-Cambridge a la bilbaina, esa prueba que enfrenta a las dos universidades del botxo desde 1981, volvió a teñir su palmarés de rojo. Deusto, a través de su entrenador Azael Rodríguez, ya avisó en la previa que quería recuperar el dominio de la regata. Advirtió que los suyos tenían hambre. Y por eso ayer se comieron a Ingenieros para levantar la bandeja de plata que distingue al ganador de cada edición. 23 segundos separaron a una embarcación de otra al final de las cuatro millas (7.408 metros) del recorrido y, aunque pudieron ser más, bastó para que los tomateros aumenten su palmarés a 26 victorias y se alejen todavía más de unos azules que se mantienen tan solo con 15.

Y es que los remeros de la universidad jesuíta arribaron al Ayuntamiento de Bilbao con un crono de 24:21 minutos, pero lo cierto es que pudieron parar su tiempo mucho antes. Sin embargo, su superioridad fue tal a lo largo de toda la regata, la victoria estaba tan honda en su bolsillo, que en la última milla su timonel Iker de la Linde tan solo dio una orden: gozar de cada palada. A la UPV/EHU, por contra, la regata se le torció incluso antes de empezar a remontar la ría en Erandio. Unos problemas técnicos les impidieron realizar un calentamiento completo y, aunque el desafío comenzó con unos minutos de retraso, no fueron suficientes para los azules. Lo pagaron desde la txanpa inicial, desde esa orilla sur que eligieron. Simplemente, Deusto salió mejor. Más duro. Más fuerte. Y por eso al paso del puente de Rontegui ya aventajaron a los azules en dos segundos. Es decir, a Ingenieros la regata se le puso marea arriba desde el largo de Lutxana. Por eso, no hubo que esperar a la curva de Elorrieta –que suele ser fundamental en esta prueba– para conocer el ganador de antemano. A la primera milla, los tomateros ya sacaban a su rival bote y medio. 11 insalvables segundos.

Así pues, La Karola fue la espectadora que confirmó los pronósticos ya que, mientras la dejaban a su derecha, los entrenados por Rodríguez subieron de marcha para superar la segunda milla con una ventaja de 19 segundos. No sería la máxima distancia, sino que los tomateros gozaron aún de una renta de 58 segundos al atravesar el puente Euskalduna –ese que marca la tercera milla–, por lo pasaron por delante del imponente edificio que preside su Universidad con la cabeza alta. Con el orgullo que da el sentirse y saberse campeón. De esta forma, los timoneados por De la Linde afrontaron el largo de Abando en quinta, pero bajo el puente de La Salve bajaron vatios para disfrutar la última media milla al son de los aplausos de los presentes. Y es que Deusto fue muy superior, pero también fue consciente de que era imposible superar el récord que se consiguió en 2016 y se igualó en 2017 y que dejó la plusmarca en 22:14 segundos. Asimismo, esos 58 segundos de margen logrados en la tercera milla también quedaban lejos de 2:21 minutos de diferencia que Ingenieros le sacó a los tomateros allá por 1993. Por eso, los bogadores de la universidad privada se relajaron y, sencillamente, se dejaron llevar hasta la meta.

Entonces, cuando vieron a los primeros aficionados en Abandoibarra, los dirigidos desde el agua por Aitor Gondra tiraron de pundonor y echaron el resto para terminar las cuatro millas de la forma más honrosa posible. Para al menos acabar bien lo que comenzó tan mal.