BILBAO. En Abadiño, con el frío como tenaza, la lluvia hiriendo la piel como agujas que llegaban hasta los huesos y el barro moldeando cada palmo del circuito, confluyeron los valientes en un jornada durísima, barnizada de lodo, charcos que parecían pantanos, y toneladas de épica. En el día de Reyes no hubo coronas de oro, solo las que se entrelazan con espinas. Fue la carrera un ejercicio de pura supervivencia, disputada en la cuerda floja por la dureza, extrema. El espectáculo resultó majestuoso porque nadie pudo reservarse nada. Solo quedó la esencia, lo nuclear, aguantar era vencer. El mejor de los triunfos. En ese territorio hostil, donde se mide la resistencia y el amor propio, a una semana del Campeonato de España que aguarda en Legazpia, nadie se escondió.
El trazado exigía un esfuerzo homérico hasta esos lugares recónditos del ser humano, en los que solo queda el alma, donde la materia se ha evaporado en las bocanadas. Lucha de titanes en Abadiño. Felipe Orts (Ginestar-Delikia), Javier Ruiz de Larrinaga (MMR Spiuk), Aitor Hernández (Specialized Ermua) y Kevin Suárez (Gomur) iniciaron la cabalgata a modo de jinetes del Apocalipsis, con el fuego en el cuerpo. Ismael Esteban se rezagó en el primer arreón, que mostró un pulso magnífico, entre dentelladas de ambición en los tres primeros giros a una recorrido pedaleado con fórceps. Los ciclistas eran estatuas de barro, enmascarados con el aliento entrecortado, pleno el esfuerzo, agonístico. No hubo resuello en ese comienzo arrebatador donde los pozos de agua eran riadas.
En esa lucha por la cabeza, Kevin Suárez fue el primero en levantar la bandera blanca, después cedió Aitor Hernández, recalentado el motor después de que intentara quebrar el orden establecido por Orts. Fuera de foco. Las cuentas de un rosario doliente. Javier Ruiz Larrinaga sostuvo el empuje de Orts, pero finalmente el alicantino, más ligero el ritmo, más fuerte pudo arrancar el velcro del alavés, el que le marcó más cerca. Poco después de pasar el ecuador de la prueba, Orts dejó toda compañía. En solitario, Orts arrancó el espejo retrovisor y fijó su mirada al frente, esquivando la lluvia y surfeando sobre los surcos del barrizal. Javier Ruiz de Larrinaga mantuvo la segunda posición, mientras Aitor Hernández se rezagaba. Nada que ver con Ismael Esteban, tremenda su remontada. El cántabro, que había perdido contacto en el amanecer, tomó vuelo y cerró el podio tras el saludo victorioso de Orts, enmarcado entre palmas y palmeras, un encuadre exótico en Abadiño, reino del barro. Hernández, quinto en meta, se hizo con el título vizcaino en juego.
Lucía González, dominadora
En féminas, la victoria la cosechó Lucía González, muy por encima del resto de competidoras. La asturiana tomó ventaja desde la salida y venció sin oposición alguna. Por detrás, en segunda posición, y primera sub’23-junior, se clasificó Luisa Ibarrola a un minuto y medio, y aventajando a su vez a Olatz Odriozola, que cerró el podio absoluto.