Bilbao - En el deporte profesional, tener alma de Robin Hood perjudica más de lo que favorece. Es terreno propicio para tiburones y depredadores. Triunfan los que se tiran a la yugular a dejarla seca en el momento en el que huelen la sangre. Este RETAbet Bilbao Basket, para su desgracia, tiene mucho más de lo primero que de lo segundo. El mismo equipo que hace seis días le robó al Valencia Basket, entonces rumboso líder de la Liga Endesa, un triunfo contundente, brillante y redondo, se lo sirvió ayer en bandeja de plata a un Rio Natura Monbus envuelto en la agónica lucha por evitar el descenso ofreciéndole todo tipo de facilidades. Entre ambas contiendas coincidió el escenario y muy poco más. Lo que ante los taronjas fue una orquesta perfectamente organizada, armónica y solidaria, capaz de sacar punta a sus virtudes y disimular sus debilidades, fue ayer todo lo contrario, un grupo humano inconstante, chirriante. Desafinado. Incapaz de imponer al partido una partitura mínimamente clara ni de dar protagonismo al artista entonado en lugar de al obtuso.

Los hombres de negro sestearon en demasía, recordaron desde los primeros compases al equipo que esta temporada ya se ha dado importantes tiros en el pie (Alba Berlín, Betis Energía Plus, UCAM Murcia...) en Miribilla y, pese a que se las arregló para desembarcar en el acto final con una renta de ocho puntos (67-59), dieron demasiadas alas a los de Moncho Fernández, que acabaron jugando con mucho mayor aplomo y acierto los minutos de la verdad. Los gallegos siempre tuvieron claro en las manos de quién querían poner los balones calientes, Deividas Dulkys y Mickey McConnell, y lo consiguieron. Por contra, en las filas vizcainas todo fue muy confuso. Álex Mumbrú y Axel Hervelle tuvieron demasiado peso ofensivo pese a su evidente desacierto a la hora de buscar el aro rival (1 de 12 para el catalán, que actuó penalizado por un tobillo maltrecho, y 1 de 9 para el belga, con ocho lanzamientos desde más allá de la línea de 6,75, la opción de Ivan Buva en las distancias cortas apenas fue utilizada (cinco tiros de campo del croata en 17 minutos) a pesar de que rindió buenos dividendos en los fugaces momentos en los que se le buscó, Dejan Todorovic ni siquiera activó su muñeca durante el acto final a pesar de que hasta entonces había sido el jugador más acertado (20 puntos, 8 de 13 en tiro)... La realidad colisionó frontalmente contra el sistema de galones y si a ello se le une que por el camino se perdió a Miha Lapornik, lesionado en el acto inaugural, las constantes vitales de la contienda acabaron sonriendo a un Obradoiro que puso el candado al partido con un triple del joven Santi Yusta dentro del último minuto mientras que los hombres de negro se quedaban cabizbajos, conscientes de que acababan de desaprovechar una ocasión pintiparada para dar caza al Morabanc Andorra en la lucha por la preciada octava plaza.

Las constantes vitales del duelo arrancaron ya más amigables con los visitantes. El Rio Natura encontró posiciones para percutir desde la larga distancia de la mano de Whittington, Dulkys y, sobre todo, Bendzius y, por consiguiente, suyas fueron las primeras ventajas ante un rival muy poco autoritario. Sin embargo, los de Duran fueron poco a poco ordenando su retaguardia. Una vez que obstaculizaron los primeros segundos de rotación de bola de los de Moncho Fernández, a estos solo les quedó el recurso de activar al gigantesco Pustovyi. Por contra, en las filas locales fueron entrando en ignición Todorovic (13 puntos en el acto inaugural) y Jonathan Tabu (7) y el parcial de 10-2 no se hizo esperar. Un triple de Lapornik, lesionado en la misma jugada, permitió a los locales cerrar el acto inaugural con un 25-20, pero sus buenos minutos no tuvieron continuidad. El Obradoiro volvió a encontrar espacios, inauguró el segundo cuarto con un 0-7 y recuperó el control ante un rival inconexo, romo en ataque, forzando tiros a destiempo y olvidándose de conectar con Buva. Con Mumbrú y Hervelle fallando los diez tiros en juego que intentaron en los dos primeros cuartos y el croata sin lanzar ni siquiera a canasta, fue Tabu el que lideró la resistencia contra el ímpetu gallego, haciendo posible que los locales lograran la que hasta entonces era su máxima ventaja (42-36) a un minuto del ecuador.

El duelo llegó vivo al descanso (44-41). Eric ofreció soluciones en el arranque del tercer acto, pero sobre la cancha se siguió jugando a lo que querían los gallegos. Las muñecas de Dulkys y Bendzius seguían encontrando situaciones favorables ante un rival que iba enredándose cada vez más. Dos triples de Todorovic y Mumbrú -su primer tiro de campo anotado llegó al noveno intento- devolvieron la ventaja a unos hombres de negro que encontraron su mejor vía de expresión con un quinteto formado por Salgado, Borg, Todorovic, Nikolic y Buva. Con la retaguardia activa, Buva pudiendo con Maric en la pintura y Nikolic enlazando un mate y un triple, los locales firmaran un 9-0 y llegaron al último cuarto con su mayor renta: 67-59. Pero los gallegos no se desengancharon de la mano de Pustovyi y Whittington. Buva y Salgado trataron de sujetar el timón, pero los visitantes se encomedaron al talento de Dulkys desde los 6,75. La renta del Bilbao Basket, incapaz de templar su pulso, fue menguando y los gallegos acabaron moviéndose mejor bajo los parámetros de anarquía y descontrol que caracterizaron el duelo en sus compases finales. Con 83-81, McConnell amasó balón para viajar dos veces a la línea de tiros libres y un triple de Yusta absolutamente solo desembocó en un 85-88 a 47 segundos del final que ya no tuvo vuelta atrás. Robin Hood había pasado por Miribilla.