dEBE ser cosa de las meigas porque lo que le ha pasado esta temporada al Rio Natura Monbus Obradoiro no es ni medio normal. El equipo gallego llegará mañana a Miribilla para medirse al RETAbet Bilbao Basket igualado con los puestos de descenso, en plena lucha por salvar una campaña en la que las lesiones se han cebado con su plantilla y le han impedido alcanzar todo su potencial. Solo tres jugadores (Eimantas Bendzius, Santi Yusta y Artem Pustovyi) han podido jugar los 26 partidos y Moncho Fernández se ha visto obligado a una constante renovación y revisión de su librillo para acoplar las distintas piezas que han ido llegando en sustitución de la que han ido cayendo desde la primera jornada cuando el Obradoiro perdió para todo el curso a Alberto Corbacho, el hijo pródigo que había vuelto tras un curso en el Baskonia para ocupar el mismo rol principal que había tenido en sus años anteriores en el club.
Esa lesión del alero balear fue toda una premonición de lo que iba a ocurrir después en el Fontes do Sar, convertido casi en un hospital de campaña. El navarro Txemi Urtasun, otro de los fichajes estelares del verano, solo ha podido jugar nueve partidos. Su baja y la de Corbacho han sido especialmente dolorosas ya que ambos, dos jugadores resolutivos en ataque, marcaron la configuración inicial de la plantilla y el peculiar estilo de juego del equipo gallego, que siempre ha explotado a los tiradores. Así no es extraño que el Rio Natura Monbus haya acusado mucha irregularidad en su juego ofensivo y sea, a estas alturas, el segundo equipo que menos puntos anota.
Y es que, además, Mickey McConnell y Nacho Llovet, otros dos de los nuevos en el equipo, se perdieron un mes cada uno y Rosco Allen, el debutante ala-pívot húngaro que estaba siendo pieza clave en el ataque, cayó hace mes y medio y no volverá a jugar más esta temporada, lo mismo que le ocurrió al checo Adam Pechacek, que tenía un papel más discreto, aunque estaba empezando a ayudar.
fichajes por necesidad En contraste con el Bilbao Basket, que no ha fichado a nadie, el Obradoiro tuvo que tirar de agenda y por necesidad mostrarse activo y ágil en el mercado. Así, fueron llegando los lituanos Osvaldas Matulionis y Deividas Dulkys, el técnico tuvo que reclutar para algún partido al joven Rodrigo Gómez y en el último mes han entrado al vestuario los veteranos australianos Aleks Maric y David Barlow, que ya tienen experiencia en la Liga Endesa y, sin acaparar protagonismo, deben ayudar a sostener la estructura en estos momentos delicados en los que la presión puede pasar factura a los pusilánimes.
Con todos estos percances, tiene mérito que los de Moncho Fernández hayan llegado vivos al tramo final de la temporada y con dos victorias en sus últimos tres partidos, una de ellas ante el Real Madrid, lo que pone en alerta al Bilbao Basket. En este camino con los dedos cruzados y algo de madera para tocar al alcance, el Rio Natura Monbus ha tenido también buenas noticias como la consolidación de Bendzius, renovado por un curso más; la progresión del gigante ucraniano Artem Pustovyi, convertido ya en un pívot de 2,18 muy útil; y el buen rendimiento de sus dos estadounidenses, el versátil Shayne Whittington y Mickey McConnell, base revelación del curso y segundo mejor asistente de la temporada. Con todo ello, el Obradoiro sigue luchando, como hizo la campaña pasada cuando tenía el cuchillo en el cuello y también derrotó al Bilbao Basket en el tramo final.