poca gente se da cuenta de que ante nuestros ojos se está librando una guerra. Por las calles de Euskadi desfilan al trote ejércitos uniformados con colores chillones y fosforitos. Se hacen llamar runners y, aunque reza el dicho que correr es de cobardes, lo cierto es que hay quien se pelea por contar con estas huestes. Un cúmulo de ingredientes ha hecho que en los últimos años la afición a correr se haya convertido en una moda que no atiende a edades, sexos o escalas sociales. Y detrás de toda moda hay intereses o, al menos, oportunidades. Tras la estela del boom del running la consecuencia más visible es el modo en el que se han multiplicado las carreras a lo largo del calendario, lo que ha provocado que las pruebas más multitudinarias de las capitales vascas hayan retrocedido un peldaño en la escalada que estaban protagonizando aumentando su nómina de inscritos año tras año. ¿Han tocado techo entonces las grandes pruebas?

Los números dicen que sí. En Bilbao, la Herri Krosa convocó en noviembre a 7.751 corredores, casi un millar menos que en 2015, cuando participaron 8.711 personas. Por su parte, el maratón nocturno se ha tenido que conformar en 2016 con 11.000 inscritos, mientras que un año atrás fijó su participación récord con 13.000 deportistas. En cifras más humildes se mueve la media maratón de Gasteiz, que ha perdido 200 corredores en un año. La carrera más multitudinaria de Euskadi, la Behobia-San Sebastián, celebró en 2016 la reunión de 31.276 participantes, frente a los 33.948 de 2015.

Iñigo Elarre es propietario de Streetmarketing Event Company, empresa organizadora, entre otras muchas pruebas, del maratón nocturno de Bilbao: “Creo que cada una de las carreras tiene sus razones por las que ha perdido participantes. Es verdad que hay muchas más carreras que antes y la oferta es mucho mayor. Si ahora corre cuatro veces más gente que hace diez años, también se ha multiplicado la oferta de carreras”. Entiende que ante una mayor oferta, “la gente se diversifica”. En el caso del Bilbao Night Maratón, describe que este año han tenido más participantes de Bizkaia, mientras que han bajado los procedentes de las provincias limítrofes y cercanas. Elarre y su equipo tienen perfectamente identificados los motivos por los que ha sucedido este fenómeno. En 2015 tuvieron “problemas organizativos en la salida” por el exceso de gente. “El horario de la salida no beneficia en nada a la gente que viene desde lejos”, apunta, “por problemas para aparcar y porque llegan a casa muy tarde”. En 2014 participaron 800 personas de Cantabria y en 2016 no han llegado a 200. “De Gipuzkoa tendría que haber mil y no hemos llegado a 150”, se lamenta el empresario. La otra cara de la moneda está en los participantes extranjeros, que se han doblado respecto a la edición anterior, por lo que la organización de esta carrera nocturna va a multiplicar sus esfuerzos en la promoción de la prueba en ferias de Roma, Londres, Berlín y Burdeos.

Para solucionar los problemas organizativos que disuaden a los participantes Iñigo Elarre pide la complicidad de las autoridades locales: “Vemos fundamental el cambio de la salida y el cambio de horario. Se lo hemos propuesto al Ayuntamiento. Si salimos antes y desde otra zona, como puede ser la explanada de San Mamés, a las 19.30 en lugar de las 20.30, una persona de Cantabria, Gipuzkoa o Araba no llegaría a su casa a la una y media de la madrugada”.

Elarre, con 20 años trabajando en la organización de eventos deportivos, lamenta que son muchos los que se han subido al carro de las carreras populares. “La gente se piensa que se gana dinero con las carreras y las carreras, si las quieres hacer bien, tienen muchísimo trabajo y muchísima responsabilidad, porque vienen miles de personas y no estás exento de que pasen accidentes. Han aparecido muchas empresas que, sin tener ni idea del negocio, se ponen a organizar eventos deportivos. Si soy sincero, a nosotros nos hacen un favor si lo organizan mal, porque los corredores valoran más lo bien que lo hacemos”. A pesar de lo que pudiera pensarse, Elarre asegura que para ganar dinero con una carrera “primero tienes que haber invertido mucho los primeros años y, segundo, tienes que apostar por una cosa que sea potente. Te la juegas año a año, porque como no vengan los participantes necesarios, puedes perder mucho dinero”.

La última polémica en cuanto a carreras populares se refiere ha tocado de cerca de Iñigo Elarre. Su empresa también organiza la Media Maratón de Donostia, que en 2017 coincidirá en el mismo fin de semana con la Azkoitia-Azpeitia, otra prueba clásica guipuzcoana. Los organizadores de ambas pruebas han salido a la palestra en las últimas fechas acusando a la otra parte de provocar la coincidencia que les restará corredores. Elarre cuenta con el alivio de saber que fue el primero en escoger ese fin de semana, pero la Azkoitia-Azpeitia cuenta con el respaldo de la Federación Atlética Guipuzcoana, puesto que paga el canon federativo y figura en el calendario oficial.

ATLETISMO CONTRA BENEFICIO Otra coincidencia menos traumática, puesto que buscan participantes de diferente perfil, fue la del pasado 20 de noviembre entre la Herri Krosa bilbaina y el Cross de Triano, organizado por el Club Atletismo Sendoa de Abanto y Zierbena. Roberto Gómez, su presidente, ve claramente una diferencia entre las carreras organizadas por un club de atletismo y las organizadas por empresas privadas. “La mentalidad y funcionalidad es diferente”, explica, “también los beneficios. Cuando tú tienes una empresa que se dedica a organizar carreras populares, esa empresa busca un beneficio propio. Cuando una prueba la organiza un club de atletismo los beneficios no van al bolsillo de nadie, sino que repercuten en el club y en sus atletas”.

En ese choque entre la difusión del atletismo y el negocio, el presidente del Club Atletismo Sendoa lamenta que el segundo es el que sale mejor parado: “Por desgracia esas carreras tienen otra repercusión. Una empresa de organización de eventos tiene unos contactos cuidados y le es más fácil convencer a patrocinios de más nivel. Si tú eres un patrocinador, vas a inclinarte más por una carrera de 6.000 participantes que por una de 150 porque tiene más repercusión”.

Analizando los datos de participación de las grandes pruebas, el presidente del club vizcaino reconoce no saber por qué han bajado los participantes. “Puede que haya gente que por la masificación llega a un momento en el que ya no esté a gusto”, aventura, “al principio es atractivo, pero cuando corres siete u ocho carreras puede que igual ya no te apetezca tanto”. De cualquier modo, Roberto Gómez ve frívolo hablar de bache en este tipo de carreras: “No se puede hablar de crisis de carreras que tienen 30.000 participantes”.

Imanol Loizaga no solo es campeón de España de maratón para veteranos, sino que trabaja como entrenador de atletas populares, por lo que conoce el mundo de este tipo de carreras a la perfección. “En tres años igual ha subido un 30% el número de carreras populares”, relata ante un calendario saturado, “la gente sigue participando en muchas carreras y con la cantidad de pruebas que hay toca repartirse. Eso se ve, no solo en las grandes carreras, también en otras de larga tradición que llevan organizándose muchos años. En Bizkaia, por ejemplo, más de un domingo me puedo encontrar cinco carreras. Igual sumando el número de participantes de todas ellas sí que vemos que la cantidad supera a la de hace unos años”.

Para Loizaga esta generación espontánea de carreras no tiene que ser necesariamente negativa: “Nunca podría decir que es malo que haya más oportunidades para que todo el mundo pueda hacer deporte y competir. Cuando empecé a competir hace 15 años cada fin de semana me volvía loco para encontrar una carrera”. Eso sí, al igual que Roberto Gómez, apunta al problema de la financiación. La verdadera guerra de los runners es por dinero: “Lo negativo es que a la hora de buscar colaboradores y patrocinadores es más difícil, porque a las empresas y entidades públicas les están pidiendo por todos lados. Eso influye en la calidad de la organización, cuando lo último que quieren es que se resienta una carrera que lleva muchos años”.

Imanol trabaja mano a mano con los corredores populares y sabe qué es lo que buscan en una carrera: “Hay corredores que valoran, cada vez más, que la carrera tenga una distancia homologada. Por eso hay muchas carreras de 10 kilómetros, una prueba que a la gente le gusta hacer. Un recorrido homologado cuesta un dinero. Es importante también que esté bien organizado: que tengas un sitio en el que guardar la ropa, que tengas avituallamiento, etcétera. También que el ambiente y el público sea abundante, eso pasa, por ejemplo, en la Behobia. Ese es el perfil del corredor que busca marca. Hay otro perfil del que busca hacer turismo con las carreras”.

A la hora de optar por una carrera u otra también hay que mirar al bolsillo. La inscripción a las pruebas también se está disparando en muchos casos. Como en todo, es la ley de la oferta y la demanda. “En general, se nota que en Euskadi este boom del running está afectando al precio de las carreras”, reconoce Imanol Loizaga, “en algunas se aprovechan de esa moda y de que cada vez más gente quiere correr en esa prueba en particular para subir el precio por encima del coste que tiene organizarla”. La cruz, mientras tanto, la sufren las pruebas más humildes.

Mirando al futuro inmediato, Loizaga cree que la burbuja terminará explotando. “Yo creo que algunas carreras van a caer. Caerán algunas o muchas carreras, pero yo pronostico todavía mucho tiempo de este fenómeno. Se ve más gente que va a pasarlo bien que los que van con la mirada puesta en la meta”. Parece que no habrá tregua en esta guerra de runners mientras sus soldados sigan disfrutando con las zapatillas puestas.