BILBAO - Apenas siete minutos. Ese fue el tiempo que necesitó el Dominion Bilbao Basket en Fuenlabrada para despojarse de las dudas que acompañan a todo grupo humano en el día de su puesta de largo. Los duelos de pretemporada cuentan, también los entrenamientos, evidentemente, pero hasta que se lanza la primera bola al aire y lo que hay en juego cuenta para fines clasificatorios las incógnitas no se despejan. Los hombres de negro las convirtieron en certezas muy pronto, avasallando al Montakit en unos 30 primeros minutos sobresalientes que mostraron un cuadro tan largo como multidisciplinar, tan rocoso atrás como efectivo a la hora de buscar el aro rival. Los de Carles Duran mostraron ritmo, ganas de agradar y una estructura más solida que la que podía esperarse atendiendo a las escasas horas de trabajo que se han podido acumular con todas las piezas juntas y mezcladas.

No parecía el Bilbao Basket de ayer un equipo en construcción, sino más bien un grupo ya ensamblado que llegó a dominar hasta por 22 puntos en el luminoso (37-59) y mostró algunas de las líneas maestras que se espera que sirvan de pilares en su nueva andadura baloncestística. Ideas claras y muy concretas, galones que cambian de hombros a conveniencia del colectivo, rapidez en la ejecución y mayor capacidad atlética. Sacar conclusiones tras un solo partido oficial puede ser tan prematuro como engañoso, pero la carta de presentación es de las que entran por los ojos y arrancar con ese 80-89 favorable debe servir para certificar que la senda sobre la que se camina es la correcta.

Con estas premisas, el Fuenlabrada solo aguantó a la par del Bilbao Basket durante los primeros siete minutos antes de hacerse a un lado como esos ciclistas que, exhaustos, se abren de piernas en plena ascensión incapaces de seguir la rueda de su adversario. A partir de ahí, y hasta un último cuarto en el que los anfitriones maquillaron el luminoso, la diferencia entre ambos contendientes fue abismal, con los hombres de negro poniéndose en órbita en el mismo momento en el que desactivaron la táctica de Cuspinera de buscarles las cosquillas en las distancias cortas a base de penetraciones. Con la retaguardia mejor plantada, el cuadro vizcaino dejó claro que lo de anotar no debe ser un problema esta campaña pues cuenta con mucho armamento. Actuaron como estiletes en esta faceta del juego los debutantes Scott Bamforth e Ivan Buva, con 23 y 17 puntos respectivamente, pero su brillo no habría servido de nada sin la brega del colosal Axel Hervelle o el activo Micheal Eric y el control de las situaciones de Álex Mumbrú. Hubo reparto de trabajo -jugaron los once disponibles y nadie pasó de los 28 minutos de presencia en cancha-, los debutantes mostraron sus cualidades -Jonathan Tabu fue el único que no estuvo a la altura de lo esperado- y a los jóvenes nos les faltaron minutos ni oportunidades de lucimiento.

Se las prometía muy felices el conjunto anfitrión en los primeros compases de la contienda, pues suya fue la propuesta que se impuso sobre la cancha en primera instancia. Cuspinera apostó por la verticalidad y el ritmo, por exprimir las piernas de Paunic en su emparejamiento con Mumbrú para firmar penetraciones dañinas, y ello, unido a la exuberancia de Diagné por encima del aro, llevó al Fuenlabrada a fabricar un 16-10 en cinco minutos de juego. A Duran no le gustaba un pelo el guion, por lo que llamó a capítulo a los suyos. Prohibió dormirse en los laureles en las transiciones defensivas, puso en escena dinamita física con las piernas jóvenes y frescas de la segunda unidad y el dibujo de los acontecimientos cambió de manera radical. A los locales se les acabaron las alegrías ofensivas y, con Diagné en barbecho, también su fortaleza en la retaguardia, por lo que el Bilbao Basket, con Bamforth liderando las andanadas y Borg al timón, cerró el primer cuarto con un 18-23. Y no acabó ahí la cosa, pues con toda la segunda unidad en pista y Buva reclamando atención los visitantes culminaron un monstruoso parcial de 4-21 hasta el 20-31. A Cuspinera no le quedó otra que activar de nuevo a Diagné y Popovic, pero el cuadro visitante tenía la lección aprendida. La parcela ofensiva, con interesantes conexiones entre Eric y Bamforth siguió funcionando y la renta bilbaina llegó hasta de 19 puntos (28-47) antes de que un triple de Paunic enviara la contienda al descanso.

Control de la situación Era importante no perder la compostura en los primeros compases de la reanudación y el Dominion Bilbao Basket no solo no lo hizo, sino que supo propinar otro sopapo al inaugurar el tercer cuarto con un mate con tiro libre adicional de Buva y una canasta al contraataque de Mumbrú para seguir poniendo pies en polvorosa hasta el 37-59. A partir de ahí, el duelo perdió chispa. Los hombres de negro no tuvieron problemas a la hora de administrar su ventaja ante un Fuenlabrada que era un constante quiero y no puedo. El choque llegó con un 54-73 a un último cuarto en el que los naranjas maquillaron el resultado. La defensa bilbaina bajó varios enteros, las pérdidas y faltas en ataque, muy bien controladas hasta entonces, frenaron la producción ofensiva y los anfitriones llegaron incluso a tener un par de balones para bajar de la psicológica barrera de los diez puntos, pero los fantasmas en forma de sonoro desplome pasaron esta vez de largo.