El covid persistente es una afección caracterizada por síntomas que perduran semanas o meses después de superar la fase aguda de la infección por SARS-CoV-2, entre los que destacan la fatiga, la dificultad para respirar, la debilidad muscular o el deterioro cognitivo.
En este contexto, una tesis doctoral defendida en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) por Sergio Oscoz (Almandoz, 1997) ha comprobado que las personas con esta condición presentan un estado físico deteriorado en comparación con personas sanas y tienen una menor resistencia al esfuerzo, menos fuerza muscular y alteraciones en el metabolismo de las grasas y en la regulación automática de funciones como la respiración o la frecuencia cardíaca.
Cómo favorecer la recuperación
El estudio de Oscoz, doble graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y en Fisioterapia, concluye que el ejercicio físico pautado puede ser una herramienta terapéutica útil para reducir estos síntomas y favorecer la recuperación de las personas afectadas.
La investigación se enmarca en el proyecto EXER-COVID, desarrollado en Navarrabiomed, el centro de investigación biomédica del Gobierno de Navarra y la UPNA, con la participación de un centenar de personas con covid persistente.
"El objetivo principal del estudio fue analizar la condición física de pacientes de Navarra con síntomas persistentes de COVID-19 y compararla con la de un grupo control de personas sanas, pertenecientes a la cohorte de vigilancia epidemiológica de enfermedades crónicas no transmisibles", explica Sergio Oscoz.
Análisis de varios parámetros físicos
En concreto, el investigador evaluó el impacto de la enfermedad en parámetros clave como la eficiencia ventilatoria (la capacidad del sistema respiratorio para suministrar oxígeno durante el ejercicio), la fuerza muscular del tren superior (brazos, hombros, pecho y espalda) e inferior (glúteos, piernas y pies), la función del sistema nervioso autónomo (que permite regular funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca) o el metabolismo de las grasas (el proceso mediante el cual el cuerpo transforma las grasas en energía para las células).
Al mismo tiempo, estudió el posible papel del ejercicio físico estructurado en la recuperación de este colectivo.
Los resultados de esta tesis, dividida en cuatro estudios publicados en revistas científicas internacionales, indican que las personas con covid persistente presentan un menor rendimiento cardiorrespiratorio, una fuerza muscular más reducida y una menor capacidad para oxidar o transformar grasas en energía durante el esfuerzo físico en comparación con el grupo de control sano.
Asimismo, la función autonómica también se ve comprometida, lo que puede influir negativamente en la calidad de vida de quienes padecen esta afección.
Combinar resistencia y fuerza
El análisis concluye que estas alteraciones podrían abordarse mediante programas multicomponente de ejercicio físico adaptado, que combinen actividades de resistencia y fuerza.
"Estos hallazgos sugieren que el ejercicio físico estructurado podría desempeñar un papel clave en el tratamiento y el manejo de la enfermedad", apunta el investigador.
De hecho, aconseja integrar el ejercicio como parte del abordaje terapéutico para mejorar el estado funcional, reducir síntomas y facilitar la recuperación en personas con COVID persistente.