Bilbao - Las condiciones climatológicas del Nanga Parbat (8.125 metros) son impenitentes. Las ventanas de buen tiempo que tenía previstas el equipo de Alex Txikon en su expedición invernal a la Montaña Desnuda para los días 5 y 7 de febrero nunca aparecieron y se van sumando los días en el Campo Base sin opciones de coronar. En la actualidad, el lemoarra se encuentra con Ali Sadpara como único componente del grupo inicial que comenzó el viaje hacia el hito paquistaní y han unido su cordada a la italiana que protagonizan el reputado Simone Moro (Bérgamo, 1967) y Tamara Lunger (Bolzano, 1986). El transalpino tiene el honor de haber sido el primer hombre en coronar en invierno el Shisha Pangma (2005), el Makalu (2009) y el Gasherbrum II (2011). Las primera, con Piotr Morawski y las otras dos, junto Denis Urubko; Cory Richards se añadió a la última. Hace varios días, Daniele Nardi (Sezze, 1976) dio por finalizado su camino junto al bloque comandado por el vizcaino, según relató él mismo en la redes sociales. Así que los días de descanso activo son una constante a la espera de buen tiempo, con un intento de ahorrar recursos al máximo, puesto que los partes meteorológicos no dejan demasiadas opciones para soñar a corto plazo con la meta. Siguen a la espera, matando el tiempo como buenamente pueden. El 25 de enero acabaron de equipar la ruta y desde entonces la cima les acecha sin una buena posibilidad de avanzar. Una de las mejores opciones que tiene el cuarteto es ascender hasta el Campo 1 (4.800 metros) para continuar activos, no perder musculatura y aprovechar para mantener las huellas ya abiertas en la nieve hasta ese punto de la montaña.

Actualmente, tras los últimos acontecimientos, los bloques italiano y vasco-paquistaní se han unido en un solo equipo que busca la cima. No obstante, la climatología, tanto viento como nieve, les evita ascender más de los 5.100 metros, cuando es necesario alcanzar el Campo 2 y el Campo 3 para recuperar la aclimatación haciendo noche allí. Pero el tiempo no deja una grieta. De hecho, de todos los que afrontaron esta prueba junto a Txikon, solo queda Sadpara. Janusz Golab y Ferrán Latorre ni viajaron y Nardi ya no está. También, Adam Bielecki y Jacek Czech, los polacos que fusionaron su equipo con el del vizcaino el 11 de enero, se fueron una semana después.

el abandono de Daniele Nardi El escalador transalpino comunicó por facebook a principios de semana que había abandonado la aventura al Nanga Parbat, que ha intentado durante los últimos cuatro inviernos. “Es difícil pensar que una relación con Alex, con el que he hecho cuatro expediciones este año, ceda por las incomprensiones”, revelaba Nardi en la misma red social días antes, después de dar “un paseo” por el Campo 1 para “pensar”. Apostilló que “estamos en buena comunicación, es algo que me hace feliz, y buscaremos la mejor solución”. De este modo, medios especializados como Desnivel señalaron que las “diferencias entre ambos” eran la causa de la decisión del alpinista de Sezze.

De todos modos, ya en Chilas, Nardi se apresuró en contar que “no se cumplieron las condiciones acordadas inicialmente con el equipo, por lo que he decidido cerrar la expedición al Nanga Parbat” y manifestó que “esperaba una ventana de buen tiempo entre el 5 y el 7 de febrero y tenía pensado de subir para terminar la fase de aclimatación, durmiendo en el Campo 3. Lamentablemente, la ventana, en lugar de abrirse, se ha cerrado. Fue un trabajo duro para mí tras dos accidentes y fijar las cuerdas hasta los 6.700 metros. Me prometí que no iba a llegar al fin de la expedición devastado como el año pasado después de tres meses de intentos. Sé que es un pecado irme, pero creo que en este momento y en esta situación para mí es lo mejor”. “Lo que más me importa es no hacer ondear la bandera de los Derechos Humanos allí. Hay mucha gente que creía en mí”, agregó.

el tiempo es dinero Por otro lado, Txikon, Sadpara, Moro y Lunger, con sus bloques fusionados, tienen que batallar contra el tiempo, que vale su peso en oro. Para empezar, según informan desde el Campo Base del Nanga Parbat, los servicios contratados con la empresa K2Pakistan, que abastece a la expedición, se alargan a los 50 días y la estancia del bloque en el Campo Base de la vertiente Diamir de la Montaña Desnuda supera ya los 40. “Nos apretamos el cinturón para poder ir gastando lo mínimo y ahorrar lo máximo”, admiten. Y es que, otro tipo de expediciones, con mayor presupuesto, trabajan con comida, queroseno y gas ilimitado, lo cual facilita la estancia en invierno en el Nanga. Dado que los servicios contratados se acaban y la ventana de buen tiempo no aparece, la pelea de Txikon ahora mismo es contra el reloj y contra los fenómenos atmosféricos. Cada minuto en el Campo Base sin cima, supone un gasto de provisiones perecederas. “Conviene racanear y guardar queroseno y gasolina de más por si la nieve colapsa el camino y los porteadores no pueden llegar aquí a reponer existencias”, informa Igone Mariezkurrena, del equipo de Txikon.

Asimismo, el campamento de los cuatro alpinistas dispone de una seguridad de tres policías armados, destinados allí como protección debido a los acontecimientos de junio de 2013. Aquel fatídico inicio de verano en el Nanga Parbat fue cruento porque una banda armada fundamentalista asesinó a diez montañeros que se encontraban en la zona. Cincuenta más estaban en el Campo 1 y vivieron para contarlo.

Estas son otras de las cuestiones que provocan que un ochomil en invierno se convierta en todo un hito. Como reza Simone Moro en el subtítulo de su libro La voz del hielo: “Los ochomiles en invierno, mi sueño casi imposible”. Él mismo lo cuenta a DEIA: “El alpinismo invernal es más un juego psicológico que un simple reto físico”. En definitiva, pelear contra el tiempo: el de la muñeca y el del cielo.