bilbao - En la iconografía que vestían las carreras de Marta Domínguez, una cinta de pelo de color rosa regalada por su abuela y que recogía una melena rubia teñida, determinaba su firma. La chica de la cinta rosa. La goma elástica de felpa era su amuleto, su símbolo, su identidad. Con aquella cinta se proclamó campeona del Mundo de los 3.000 obstáculos en Berlín. Era 2009. Un año después, en Barcelona, se colgó una plata. La bandana rosa era la bandera de la heroína del atletismo español. Después, campeona, se envolvió en la rojigualda. Alcanzado el altar del atletismo, le colocaron una alfombra roja para que se encumbrara en la política. El Partido Popular se agarró a su efecto tractor y Marta Domínguez se ganó un escaño en el Senado. Otra victoria. De lo más alto del podio, a la cámara más alta. En su mullida butaca transitó la última legislatura hasta que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) le dejó ayer a la intemperie por “violación del reglamento antidopaje tras las anormalidades en su Pasaporte Biológico”. Tres años de sanción. Se cierra así, aunque la defensa de la atleta anunció que recurrirá la sentencia, un expediente en marzo de 2013, por irregularidades en el pasaporte biológico de la que fue bautizada como mejor atleta española de la historia. En su decisión, la más alta instancia deportiva también deja sin efecto la medalla de oro del Mundial de 2009 y la plata del Europeo de 2010. El TAS borra ambos logros por dopaje. La resolución del más alto tribunal retrata en su perfil más grotesco, no solo a la atleta, sino también a las instituciones españolas, nuevamente señaladas por un asunto de dopaje pésimamente gestionado desde el embrión.
A diferencia de la actuación de las instancias españolas que intervinieron durante el proceso abierto contra Marta Domínguez, el TAS, en una resolución de 99 páginas, ha sancionado a la deportista, que también ha sido tachada de las listas del PP al Senado. El Partido Popular, que nunca puso objeciones a su fichaje a pesar de los indicios que señalaban a Marta Domínguez en varias investigaciones contra el uso de sustancias prohibidas, que alentó su incorporación a la formación, se ha desprendido de ella para que la exatleta no contamine la marca de los populares de cara a las elecciones presidenciales del próximo 20 de diciembre.
La resolución del TAS llega después de que ni la atleta ni la federación española fueran capaces de argumentar las irregularidades del pasaporte biológico de Marta Domínguez que persuadiera a los científicos de la IAAF. La Internacional solicitó una suspensión de cuatro años. En febrero del pasado año, la federación española, el primer organismo que debía resolver el expediente, validó las razones esgrimidas por la atleta para justificar sus valores anómalos (hipotiroidismo subclínico) y la absolvió de dopaje. La IAAF no creyó los argumentos del ente español y recurrió ante el TAS, que ha establecido un castigo de tres años para la exatleta además de la expropiación de su metales de Berlín y de Barcelona.
Sospechosa El camino hacia la resolución de la máxima autoridad del deporte ha sido largo y ocupa varios actos de la vida deportiva Marta Domínguez relacionados con presunto dopaje. El primero le sitúa al lado Eufemiano Fuentes, condenado por dopaje en la operación Puerto, al inicio de su carrera. En una investigación posterior contra las tramas de dopaje, la Guardia Civil determinó que la sangre almacenada en las neveras de Fuentes bajo el seudónimo Urco, -el nombre del perro de la atleta-, correspondía a Domínguez. La deportista no pudo ser expedientada por este motivo debido a tecnicismos jurídicos. En noviembre de 2011, tras archivarse la causa de la operación Galgo, en la que la Guardia Civil halló pruebas de su implicación, Marta Domínguez, la chica de la cinta de pelo rosa fue elegida senadora.