EL interruptor de la confianza se le apagó a Beñat Intxausti (Amorebieta, 20 de marzo de 1986) en 2014, un año lánguido, largo, repleto de aristas, arañado por las dudas, con más meses almacenados en la cabeza que en el calendario. Nada más relativo que la percepción del tiempo. Hasta Dalí pinto aquellos relojes blandos que parecían cansados. Se le estiró el almanaque tanto a Intxausti, - “comencé en enero”, dice- después de un 2013 que se extinguió tarde, en Pekín, donde ganó, que el cansancio, el estrés, trepó de las piernas hasta la mente, donde acampó y se hizo fuerte. La acumulación de esfuerzos, de concentraciones, encapsuló la expansión de Beñat Intxausti, que vistió la maglia rosa del Giro y conquistó una etapa en la edición de 2013. El pasado curso, llamado a dar otro paso, se extravió a pesar de ser sexto en Romandía y tercero en Polonia. Se trastabilló, laminado, sin foco. “Noté cansancio mental y físico”, se sincera el vizcaino mientras ojea el futuro con más esperanza tras la Vuelta a Andalucía.
Esa mochila de lastre cargada durante una campaña teñida en tonos grises, llevó a Beñat Intxausti a un barbecho más prolongado del habitual una vez bajó la persiana del curso. Colgó las piernas en el perchero de otoño para darse descanso y desconectar: stand by. Su longuilínea fisionomía agradeció el extra de relax, como les ocurre a los adolescentes que necesitan dormir más de la cuenta para estirarse y crecer. Su mente, saturada, también tomó aire. Ventiló el ánimo y renovó la mirada. “Este invierno he descansado más y he empezado a entrenar más tarde que en la temporada anterior. He tenido un buen invierno, sin problemas físicos, y he podido entrenar bien”. Más fresco, con un buen rodaje, el despertar de Beñat, nuevamente iluminado, ha sido prometedor. Acompañó a Froome y Contador en el podio de la Vuelta a Andalucía.
Asomó el vizcaino en Mallorca, al calor balear, punto de partida del curso -nada ver con sus anteriores incursiones en el Tour de San Luis (Argentina)- con la mirada alargada a mayo, al Giro, su gran proyecto del año. “En Mallorca me sentí muy bien desde el principio”. Necesitaba Beñat un bocado de confianza, la sensación de reconocerse frente al espejo después de un curso distorsionado, alejado de lo que se esperaba de él. “Se me hizo larga la temporada y cuando no tienes resultados todo se hace más difícil y pierdes confianza. No me salió nada y surgen las dudas y las incógnitas”, describe el ciclista de Movistar, que lideró el equipo en la Vuelta a Andalucía, escenario del duelo íntimo entre Contador y Froome, las principales luminarias del firmamento ciclista. Protagonizaron ambos un pulso intenso, el anuncio de lo que puede ser un Tour apasionante.
Intocables el británico y el español, varios palmos por encima del resto, fue Beñat Intxausti quien más se aproximó a sus dorsales, aunque a cierta distancia. “Fue un tercero que me sabe a victoria”, reflexiona Intxausti, consciente de haberse medido a dos ciclistas, de momento, inalcanzables, de otro nivel. Lo padeció Beñat, que recuerda el ataque enrabietado de Froome que le sirvió para embolsillarse el triunfo final en la general. “Lo sufrí en carne propia. Yo iba al límite y él aceleró de forma increíble: buff... hizo una serie a tope y se fue solo hasta meta”. Mientras el ciclista del Sky despegaba con la virulencia de un caza, Intxausti defendió su latifundio, la tercera posición. “Fui regular durante toda la vuelta, y cuando tocó defenderse lo hice”. La regularidad, nada que ver con el desasosiego de 2014, donde no dio con el golpe de pedal, guió la actuación del vizcaino en la Vuelta a Andalucía. Dejó patente su clase en la crono exprés -apenas ocho kilómetros- del segundo sector de la primera etapa de la carrera. Si en la contrarreloj se manejó con solvencia, en los exámenes en las alturas, -fue cuarto en la Haza Llanas, donde ganó Contador, y quinto en Allanadas, cuando Froome reventó la carrera- también demostró tener buenas piernas a pesar de que todavía no está en su peso óptimo. “Estoy kilo y medio por encima de mi peso ideal, pero no me preocupa”, establece Beñat, gratamente “sorprendido” por su rendimiento en la carrera andaluza.
a la parís-niza “Es importante compartir podio con Froome y Contador, pero para mí es más importante el hecho de haber estado por delante de otros corredores de mucho nivel”. Entiende el ciclista del Movistar que dejar a su estela a hombres como Romain Bardet, sexto en la pasada edición del Tour, y uno de los jóvenes talentos del ciclismo, o al belga Jurgen Van der Broeck, que ha demostrado importantes prestaciones en la ronda gala, otorga la verdadera dimensión de su rendimiento en la Vuelta a Andalucía. “Desde mi punto de vista, estar por delante de ciclistas de ese nivel confirma que he hecho una buena carrera porque, hoy por hoy, Froome y Contador son inaccesibles”, desgrana el ciclista vizcaino.
Con el buen sabor de boca garabateándole aún el paladar, Beñat Intxausti se afila de cara a la París-Niza, que arranca el próximo domingo. En principio, el del Movistar había rotulado en rojo la Volta de Catalunya como próximo objetivo de la campaña en curso, sin embargo, la hoja de ruta ha variado e Intxausti se citará con lo más granado del pelotón en uno de las pruebas más prestigiosas del calendario. “La Volta a Catalunya está muy cerca de la Vuelta al País Vasco y hemos pensado que sería mejor correr la París-Niza antes de ir disputar País Vasco”, describe Intxausti, que buscará darle continuidad a su prometedora puesta en escena, estirando en lo posible el buen momento de forma por el que atraviesa. “El resultado de la Vuelta a Andalucía y las sensaciones que he tenido en carrera, tanto en la contrarreloj como en los finales en alto, me han dado confianza y tranquilidad. Al final, la confianza de la dan los resultados”. Repleto el depósito con esos nutrientes, indispensables para exhibir su potencial en el escaparate, el vizcaino se muestra esperanzado para lo que resta de curso. “Se ve que los años impares me van bien... je, je”, bromea Intxausti, que se ha encendido.