sE cumplen 95 años del debut deportivo de Amador Palma, el mejor corredor vizcaino de todos los tiempos, campeón español de 5.000, 10.000 metros y cross en los años 20. Palma, hijo de un burgalés y de una bermeana, nació en Sestao el 14 de agosto de 1902, cuando esta población contaba con 9.000 habitantes y tenía una imagen gris y triste, fruto del proceso de industrialización que había arrancado a finales del siglo XIX y la gobernaba Joaquín Insausti.

Después de garabatear algunos cuadernos, realizar con tiza sus primeras operaciones aritméticas y aprender mejor a leer que a cantar, muy pronto se puso a la tarea de trabajar para llevar unas pesetas a su casa. Su arranque como atleta en el otoño de 1919 estuvo precedido de su asistencia a un desafío en Barakaldo, en el que participó el gran atleta Juan Muguerza. Y es que verle correr de cerca revolucionó sus sensaciones más interiores y se dijo a sí mismo que él también sería corredor. En la decisión de compartir trabajo y deporte también tuvo mucho que ver la rivalidad con Nicolás Dobaran, con el que echaba carreras al mediodía, después de salir de la empresa cementera de Galindo? para mal comer porque aquel, al parecer, era tiempo para competir.

Palma, al que la prensa de la época tildó de campeonísimo, tuvo en el atletismo una carrera corta e intensa porque en 1927, al contraer matrimonio, con 25 años y en lo mejor de su trayectoria, echó el freno y abandonó la competición. En realidad, su genial interpretación del correr fue de 1921 a 1927 y en ese tiempo fue tres veces campeón de España de campo a través en Donostia (1923), Barcelona (1925) y Valencia (1927), curiosamente siempre en años impares, mientras que los pares resultó subcampeón, en Alicante (1922) y Madrid (1924).

Aunque batió récords, los perdió y los volvió a recuperar al límite de 1927 y aunque se proclamó campeón español de 5.000 metros en Las Arenas-Getxo y de 10.000 en Tolosa, a Palma le apasionó el cross. Ganó pruebas a porrillo por todo el país, pero la más señalada victoria la firmó en Tolosa, en la carrera de selección para los Juegos Olímpicos de París, que le dio pasaporte en 1924 para correr y luego abandonar al ser un muñeco roto, en el denominado infierno de Colombes -el último cross celebrado en los Juegos-, con el mercurio de los termómetros encaramado a 40 grados.

Palma militó siempre en las filas del Sestao Sport y con su camiseta logró una enorme hazaña delante de 25.000 espectadores al ganar en el cross disputado alrededor del campo de fútbol de San Mamés nada menos que al campeón olímpico de 5.000 metros Joseph Guillemot, que había batido al luego mítico Paavo Nurmi. Palma tejió con Germán Campo, otro gran atleta del club verdinegro, una estrategia para desgastar al francés que salió a las mil maravillas y que desató el aplauso y dio lugar al nacimiento de una devoción inigualable de los vizcainos por su campeón. Aquella mágica cita de 1925 solo fue superada cuando en Sestao, ya en 1927, se festejó por calles y plazas el tercer título español de cross de Amador Palma con la guinda de la carrera-homenaje llevada a cabo el 10 de abril.

En una década, la de los años 20, en la que Bizkaia estuvo a la cabeza del atletismo estatal, al punto de que los campeonatos vizcainos eran tan valorados y difíciles de ganar como los propios españoles, Palma, con la dirección del francés Leon Fouquet y sus novedosos sistemas de entrenamiento, fue considerado un héroe del deporte. Seguidor del remo y de la trainera Iberia de Sestao, falleció, con 57 años, el 28 de mayo de 1959, sin poder disfrutar del éxito logrado en la bahía de La Concha por los remeros dirigidos por el patrón Andoni Arraiza.

Una calle y un parque con su nombre le recuerdan en su pueblo, donde en junio de 2015 se correrá la trigésima edición del Cross Popular Amador Palma, una modesta prueba alentada por la Sociedad Hacia Adelante-Aurrerantz.

Con este artículo solo he pretendido desempolvar la vida deportiva de un grande prácticamente olvidado, un tipo honesto al que solo los románticos del sport rescatamos del olvido.