LLevo tratando a Efrén Vázquez desde que comenzó en el Campeonato de España de Velocidad, antes de dar el salto al Mundial. En este tiempo han ido llegando una serie de lesiones, unas más profesionales, otras más traumáticas.

Los pilotos viven siempre forzando para recuperarse lo antes posible, casi sin respetar los tiempos fisiológicos. A Efrén le operaron un lunes (de la clavícula) y el martes estaba haciendo rehabilitación. Son de otra casta, la mente está muy trabajada para soportar el dolor y superarse a sí mismos, defendiendo quiénes son y porqué están ahí. Tienen mucho amor propio, mucha capacidad de sacrificio y, evidentemente, pasión por lo que se hace. Luego hay cosas extradeportivas, presiones de patrocinadores o que cada año es diferente y deben conseguir unos resultados para la financiación del año siguiente. Es una vida corta y siempre con ese estrés, más allá del querer mejorar, y esa tensión facilita las lesiones, más allá de las ocurridas por caídas.

Esos sacrificios pasan factura, hipotecan el cuerpo. Un deportista de competición es un seudoenfermo crónico. Está forzando y más en este caso. Y si no es físicamente, es emocionalmente. Se puede decir que si lesión se concibe como una alteración del cuerpo, viven lesionados. Se podría considerar que siempre tienen algo. Cuando Efrén viene a la consulta se trabajan todas las partes del cuerpo que te dé de margen la sesión. Me sorprenden, porque no conciben estar una semana parados. Les duele, no es un trauma, pero sí una espinita clavada de no haber cumplido con su compromiso.