Duración: 56:15 minutos de juego.

Saques: 2 de Olaizola II y 1 de Bengoetxea VI.

Pelotazos: 259 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 12 de Olaizola II y 10 de Bengoetxea VI.

Errores: 1 de Olaizola II y 8 de Bengoetxea VI.

Pasa: 1 de Olaizola II.

Marcador: 3-1, 4-1, 4-2, 5-2, 6-3, 7-3, 10-4, 11-8, 12-9, 13-9, 13-10, 14-10, 15-11, 16-11, 17-12, 18-12, 18-13 y 22-13.

Botilleros: Asier Olaizola aconsejó desde la silla a su hermano Aimar; mientras que Asier García hizo lo propio con su primo Oinatz.

Apuestas: 100 a 50 de salida.

Incidencias: Gran entrada en el festival que abría la temporada invernal del Labrit iruindarra para ver el envite del Cuatro y Medio de Primera.

bilbao. Tuvo que recurrir Oinatz Bengoetxea a bailar en el alambre para poder encontrarse; tuvo que moverse sin red, en la cuerda de funambulista, para tratar de inquietar a Aimar Olaizola. Pero no funcionó. Aimar, imperial, contuvo el genio y la velocidad del estilista delantero de Leitza, quien empezó con ganas pero acabó con los gemelos tocados dada la exigencia que le pedía Olaizola II, anguloso siempre, trazando cada pelota al lugar donde a Oinatz le costaba más llegar. Porque el delantero de Leitza anduvo con genio, con chispa, con imaginación, con ansia de espectáculo; pero Aimar tenía hambre de destrucción. Demostrando características de bulldozer en la habitación cerrada que supone el Cuatro y Medio, donde los huecos lucen por su ausencia y el pelotari tiene que tirar de tiralíneas y escuadra y cartabón, Aimar desmontó a Oinatz, voluntarioso y con coraje, pero que moría cada vez que afinaba la pelota a cada esquina del verde del Labrit de Iruñea.

Arrimado Bengoetxea al ritmo rockero que imponen sus piernas, extremidades dotadas de la velocidad del rayo y la contundencia del trueno, el inicio fue un toma y daca de peloteo durísimo. Afinaron trompetas los pelotaris, mostrando ansias de guerra, y con ellas surgió un envite complicadísimo de encarar. Bengoetxea, todo velocidad y talento, se medía a Olaizola II, puro veneno para sus contrincantes. Así, entre la defensa y el ritmo nacieron unos tantos preciosos, para extasiar corazones y pulmones. Los primeros tres cartones recalaron en el zurrón del delantero de Goizueta, quien agobió a su contrincante, al acelerado leitzarra, hasta cometer un error al acomodar la pelota desde dentro a la contracancha y sugerir su molde de campeón con una dejada en la punta y un saque con fundamento. Reaccionó Oinatz abrazado al extremismo con una parada al txoko. Sin embargo, Aimar rompió el partido peloteando de modo impoluto y finalizando como mejor lo requería cada tanto. Innato en el goizuetarra la manera de jugar a pelota, en el Cuatro y Medio disfruta porque puede exhibir su precisión y ayer sacó a relucir el manual de cómo estar en la jaula, de cómo escapar de las barreras que suponen para el golpe y el nervio las limitaciones más allá del cuarto cuadro, cimbreando su estilo entre lo correcto y lo perfecto para abrir una brecha entre los dos que se amplió hasta el 10-3.

No cejó Oinatz cuando más a merced de Aimar se encontraba y mucho menos lo hizo cuando encontró su mejor versión en la excelencia del riesgo. Agitador compulsivo el leitzarra, con clase de sobra y un físico afiladísimo, deslumbró con el gancho y buscando el txoko hasta restañar la herida del luminoso, hasta el 10-8 -que fue un saque precedido por una salida a vestuarios en la que Bengoetxea fue sometido a un masaje en la espalda.

Aimar Olaizola continúa Y cuando acabó su tacada Oinatz, Aimar continuó con su trabajo de dinamitero haciendo lo suyo, lo que mejor sabe, moviendo de un lado a otro de la cancha, del ancho a la pared y del txoko a la contracancha a su contrincante, sin apenas fallar pelota para seguir sumando en el reparto de golpes.

Hasta que la atalaya de Bengoetxea cayó, dinamitado su excelente despliegue por la manera en la que Olaizola trabaja. El de Leitza acusó el trabajo realizado hasta el momento y sus gemelos se vieron reducidos a cenizas. Aguantó batallando poco a poco hasta el 18-13, pero la exigencia física a la que le había forzado Olaizola II le había dejado agonizando en mitad de la trinchera de un partido encomiable del leitzarra y genial de Aimar, todo un mariscal de campo en el acotado, galardonado cinco veces ya en la distancia. El matagigantes Arretxe le espera la próxima semana.