bilbao. Bilbao se despereza y entre bostezos una conversación anónima en uno de los metros con parada en Moyúa se cuela entre el runrún del vagón: "Hay mucha gente, ¿no? Pues nada, a pasarlo todos en grande". "Mucha gente" eran las 9.000 personas que poco a poco emprenden la marcha hacia el Pagasarri cuando asoman las nueve de la mañana. Y "a pasarlo en grande" era lo que esa multitud hizo después en las faldas y la cima de la azotea bilbaina. Risas y disfrute de la naturaleza, algún que otro sufrimiento por medio, ya que el recorrido era exigente, algún que otro amago de resbalo, porque en los últimos metros el hielo hizo que el camino -flanqueado por la nieve a sus costados- patinara, y un buen bocadillo acompañado de su caldito o su vino trenzaron un gran día en la montaña.
Porque la jornada amaneció despejada -hoy habrá despertado con agujetas para muchos- y el sol acompañó a las más de 9.000 personas que quisieron participar en la vigésima edición de la Subida al Pagasarri, punto cumbre y culminante de la Semana de la Montaña de BBK. Han pasado veinte años desde que los primeros mendizales atravesaran el serpenteante monte vizcaino. 900 eran entonces. 9.000 ayer. El recorrido era similar, en tan significativa fecha se han querido rescatar aquellos pasos pioneros. La marabunta de gente ascendió por Arraiz, Gangoiti, Pista de la Teja, Rastaleku y Ganeta para llegar a los 673 metros del Paga. "Por el oeste del Pagasarri, un flanco casi olvidado por las ediciones de los últimos años, las miles de personas que han querido seguir el camino recomendado por BBK han podido disfrutar de unas vistas incomparables sobre el Abra, Eretza y toda la ladera norte del Ganekogorta, tapizada de blanco por las últimas nevadas", valoraban desde la organización.
Pero era un circuito duro por su duración: llevaba dos horas y media largas completar el ascenso y porque había pendientes que hacían sudar la gota gorda, en especial, a los menos habituados a torear en estas plazas -hasta hubo que quitarse las chamarras y remangarse el jersey porque el calor aparecía-. La parte final encadenó varios repechos para ganarse las viandas que aguardaban en el destino. 1.500 litros de caldo, 1.200 botellas de vino, 4.500 litros de agua, 5.000 bocadillos de tortilla de patata y otros 5.000 bocadillos de 900 kilos de chorizo cocido bien valían un esfuerzo.
Los txistularis daban la bienvenida y la música sonaba por la megafonía de la carpa, que no paraba un segundo. "Esta vez hemos rozado la perfección: colas rápidas para acceder tanto a bocadillos como al regalo, acierto total con el tallaje de la prenda, desaparición casi absoluta de los bocadillos de chorizo...", se felicitaban desde la organización. Había quien se comía el bocadillo en cualquier rincón, otros iban más preparados, bien provistos desde casa y se adueñaban de las mesas que brotan del verde; otros, con su liturgia, montaban su particular picnic. Todo para gozar de la montaña en un día que es pura tradición. Algunos, muy pocos, sufrieron algunos percances. "Una fractura de muñeca y unas seis intervenciones por parte de los equipos de socorro -por rozaduras y ampollas- rompen, por abajo, las previsiones a que estábamos habituados en pasadas ediciones", comentaban desde la organización. Quedaba la bajada. Pero eso era ya pan comido porque el camino de regreso ya no era para tanto. Un año más que se consume y una nueva edición de la Subida al Pagasarri que se cierra con éxito.