Pregunta recurrente: ¿Cuántos telediarios le quedan a Miguel Ángel Lotina con el Deportivo, colista de la Primera División, situación que no experimentaba desde la campaña 1972-73?
La respuesta está en la praxis que lleva a cabo el veterano presidente del club coruñés, Augusto César Lendoiro, que desde el último ascenso del equipo gallego a la máxima categoría (temporada 1991-92) sólo contabiliza tres destituciones (Marco Antonio Boronat, 1992; John Benjamin Toshack, en 1997, y porque le hizo un corte de mangas a la afición de Riazor; y el brasileño Carlos Alberto Silva, en 1998).
Lendoiro asistió a la paliza que el Real Madrid le endosó al Deportivo el pasado domingo en el Santiago Bernabéu (6-1) sin apenas alterarse, pues después de toda una vida metido en este tipo de líos se las sabe casi todas, y achacó a la mala suerte, la súper motivación madridista tras conocer el empate del Barça ante el Mallorca y al empeño generoso de sus futbolistas ("hemos intentado jugar y no romper el espectáculo", dijo) las circunstancias que posibilitaron tan brutal resultado, para más gloria de José Mourinho, que así pudo congraciarse con la afición merengue.
Pero detrás de estas consecuencias hay unas causas que obligan a tener una paciencia casi infinita hacia un equipo en construcción, soldado con jugadores jóvenes o de coste cero a causa de la crisis económica que aprieta al club coruñés, y también con el entrenador que les maneja.
En la temporada 2007-08, en la que entró Lotina como técnico al mes sufrir el amargor de bajar a Segunda con la Real Sociedad, la deuda del Deportivo ascendía a 160 millones, peaje que tuvo que pagar por sus aires de grandeza. Financiar futbolistas de primera línea mundial (Bebeto, Mauro Silva, Rivaldo, Valerón...), conquistar una Copa en el mismísimo Bernabéu y ante el Real Madrid (el Centenariazo), ganar la Liga 199-2000 o codearse con lo más florido de Europa en la Champions con Jabo Irureta en el banquillo.
Ahora dicha deuda sólo sube a 103. Es decir. En dos años ha eliminado 57 millones de tan pesada carga. En consecuencia, Lotina ha tenido que sacar buena leche de vacas flacas y además creando expectativas, lo cual tiene su mérito.
Lo malo es que dichas expectativas han dado paso a una racha deprimente. El Deportivo es el peor equipo de Primera División, evidente porque es el último, pero también en el cómputo del año 2010, donde sólo ha logrado una victoria en los último 19 partidos disputados.
El calvario lo lleva arrastrando desde mediados de la pasada campaña, cuando el Deportivo iba como un tiro tras una excelente primera vuelta, se habló de Europa como meta y desde entonces sufre una vertiginosa caída libre, que el borrón y cuenta nueva que supone el inicio de un nuevo curso no ha sabido amortiguar.
El equipo gallego aún no ha ganado un partido en la presente temporada, sólo atesora tres puntos en seis partidos y lleva tres derrotas consecutivas, las mismas que goles anotados, dos de ellos desde el punto de penalti, consecuencia de haber sido el único equipo de la categoría que no ha fichado a ningún delantero. Y eso que su mejor artillero, Riki, no pasó de los ocho goles la temporada pasada.
Lo malo del asunto es que, a pesar de la precariedad, Lotina afrontó el presente curso asegurando que disponía de una plantilla con más calidad y alternativas respecto a la precedente. O lo dijo para ilusionar a la parroquia deportivista o se ha equivocado en los cálculos. O lo mismo ocurre lo de la pasada temporada, solo que al revés. Es decir, que a una primera vuelta espléndida le sucedió otra horrenda. O cuando fichó por el Depor, en la temporada 2007-08, cuando el técnico de Meñaka tuvo al equipo a cinco puntos de la salvación, estaba tanto o mas cuestionado, y luego realizó una remontada espectacular.