“Me gusta que la música sea un misterio que ayude a abrir la imaginación”
El cantautor eléctrico edita ‘1973’, un disco que presentará en diciembre en dos veladas en el Kafe Antzokia de Bilbao
El proceso de grabación de 1973 (Cultura Rock) fue tan duro, con la necesidad de regrabar la mitad de su contenido, que Quique González, está deseando lanzarse a la carretera para “celebrarlo con la gente”. El álbum, en el que participa Gorka Urbizu e incluye rock musculoso, pasajes más calmos, coros gospel y letras entre lo narrativo y lo abstracto, es un tratado sobre la aceptación y la supervivencia. “Me gusta que la música sea un misterio que ayude a abrir la imaginación”, explica González. Sonará en el Kafe Antzokia el 6 y el 7 de diciembre, con entradas disponibles en la segunda fecha.
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Zorionak, acaba de cumplir 52 tacos y publica un disco con la fecha de su nacimiento. ¿Más generacional que autobiográfico?
Eskerrik asko. Sí, el disco tiene ese aire, más coral que íntimo. Hay más primera persona del plural que del singular. Usé 1973 porque no estaba cogido (risas). Luego me di cuenta de que Bide Ertzean tiene un disco titulado 77, en el que llegué a participar. El título es lo último que apareció porque, a veces, escribes canciones y te das cuenta al final de su visión panorámica.
Demasiadas referencias. En el último disco de Jeff Tweedy aparece ese año.
Así es, muchos discos, grupos y títulos. Tienes razón, en un tema que habla de Amar Bharati, un monje budista que lleva con el brazo levantado desde ese año en protesta por la situación del Tibet. !Qué curiosa es la vida! Ese último disco triple de Tweedy es el mejor disco triple de la historia, no sobra nada.
El disco mira hacia atrás, pero sin nostalgia y con los pies asentados en el presente.
Sí, con la intención de aprender a ubicarme en esta década y con mi edad. Me sigo sintiendo joven al no tener muchos achaques, aunque algo siempre hay.
¿Utiliza su música para entenderse?
Lo intento a través de las preguntas que formulo en mis canciones. Componer busca comprenderte, cuestionarte y valorarte a través de las letras. En muchas se pueden percibir las cosas que te importan, asustan, dan miedo o alegría.
¿La juventud está tan perdida como quienes hemos pasado ya de los 50?
¿Desubicados y fuera de pista, como canto? Sí, tiene mucho que ver con la velocidad de estos tiempos y el exceso de información. No nos da tiempo a asimilar nada bien con una tecnología que va más rápido de lo que podemos entender; especialmente para quienes venimos de la era analógica. Nos resulta más difícil encontrar nuestro sitio y mejorar el manejo del tiempo y el espacio.
Habla en el disco de camaleones daltónicos. Es una figura impactante.
Pues fíjate, es uno de los muchos guiños a mi hija del disco. Viene de un libro infantil que le gusta mucho y que es una imagen poderosa. Le saca una sonrisa.
Hay otra, ‘S.T.U.O.P.E.T’ (Siempre tendré un ojo puesto en ti), que está dedicada a su hija.
Es la primera que compuse, cuando estaba finalizando el anterior, Sur en el valle; incluso me planteé incluirla en él. Me gusta tener un hilo del que tirar para el siguiente disco, no quedarme a cero. Al terminar todos, siempre me aparece alguna canción, no sé de dónde, al relajarme y quitarme la presión.
Le pasó a Springsteen con ‘Nebras-ka’ antes de ‘Born in the USA’.
Así es, tengo ganas de escuchar la versión eléctrica de Nebraska, que es uno de mis discos favoritos suyos. No creo que supere el original, pero seguro que es interesante.
¿Cómo fue el proceso de grabación de ‘1973’? Estuvo lejos de ser coser y cantar.
(Risas). Fue muy farragoso porque empezamos trabajando con Mark Howard, ingeniero de sonido de Daniel Lanois y que está detrás de discos de Neil Young, Tom Waits o Lucinda Williams. Vino desde Los Ángeles a los estudios La Mina (Sevilla), pero no nos entendimos bien ni personal ni profesionalmente. Hasta el punto de tener que volver a grabar la mitad del disco. Trabajaba con cierta dejadez y falta de implicación. Cometimos el error de no escuchar sus trabajos recientes.
Las referencia que tenía son de décadas atrás.
Algunas de 30 años, y las personas cambian, como las técnicas de grabación. Mantuve 5 canciones de aquellas sesiones con él, ya que en ellas encontramos la profundidad que buscábamos. En el resto, no, tuvimos que volver a grabarlas, lo que resultó traumático. Pude hilar más fino con las letras.
A veces es mejor no conocer a quien se admira.
Fue una apuesta, pero resultó casi una pesadilla. Le pasa a muchos músicos, pero fue una situación nueva para mí. Ya sabes, cuanto más vuelos coges, más posibilidades tienes de estrellarte (risas).
¿Sobrevivieron las más pausadas?
Eso es, la segunda mitad del disco. Con Howard había que tocar muy juntos y muy flojito, lo que funcionó para las canciones más pausadas, no para las que tenían más músculo. Con ellas no acababan de romper, tocábamos cohibidos.
En las más eléctricas estuvo Toni Brunet al frente de una banda ‘All Stars’.
Tengo mucha suerte con ellos, son buenos músicos y con una gran implicación. Su actitud fue ejemplar al tener que volver a grabar el disco, no tuvieron pereza. Grabamos en Estudio 1, en Madrid, con Jordi Mora, y me sentí en casa. Allí, nos esperaba una última sorpresa: se perdió la sesión del último día, con todas las voces y una canción entera. Se tuvo que regrabar. Al final, esas cosas le dan un aire de disco cocinado a fuego lento y con más atención al detalle. Y, lo más importante, la mezcla de ambas partes tienen encanto y magia. Es un premio al difícil proceso, a no tirar la toalla.
En esa primera hay guitarras saturadas, de las más crudas de su carrera.
Contábamos con Javi Pedreira, que ya estuvo en Avería y redención, y Toni. Son originales y muy artistas, se salen de lo estándar. Y el resto de músicos, igual, se lo voy a agradecer siempre.
Incorpora novedades en el uso de la voz en ‘Preguntas sencillas difícil de contestar’. Suena a Diego Vasallo y a las atmósferas de Joe Henry.
Somos súper fan de Henry y es una gran referencia, tanto por sus canciones como por su forma de grabar y componer. Ese tema fue un acierto de Howard, no todo van a ser reproches. Él me propuso cantar una octava por abajo, para darle profundidad y que sonara pantanoso, a lo True Detective.
Y el fantasma de Antonio Vega se cuela también.
Siempre será una inspiración inconsciente. Y también hablamos de Springsteen, de John Mellencamp, de Gorka Urbizu… Su disco es orgánico y especial, ha encontrado un camino maravilloso en su debut tras Berri Txarrak.
Combina la novedad del sintetizador con dos temas muy gospel.
Los coros gospel los probamos en el anterior disco de versiones. Con ellos se abre la cortina y entra la luz, algo celestial que te eleva. Los ha grabado la madre de Nina de Juan (Morgan) con dos compañeras, las Golden Girls. Y lo del sintetizador en Terciopelo azul es novedoso, sí, no lo había utilizado casi nada. Fue idea de César Pop. Tendría que ser menos integrista, dejar de no querer sonar moderno.
¿Y los textos? Son más crípticos que narrativos.
En el anterior las letras eran así, más oscuras. En este, creo que hay más equilibrio entre lo abstracto y lo narrativo. Es algo inconsciente aunque me gusta que el oyente complete las letras, como me sucede a mí.
Falta poco para el directo. ¿Cómo anda de swing?
Pues… (risas). Queda menos de un mes para ponerme en forma. Estoy con ganas después de este proceso de grabación tan duro. Ahora toca celebrar con la gente, mi plan perfecto aunque no sea Mick Jagger. Me canso solo con mirarlo.
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