Con más de dos décadas de trayectoria a sus espaldas, Toni Acosta ha sabido construirse una carrera sólida y versátil, tanto en cine y televisión como sobre las tablas. Su pasión por contar historias la ha llevado ahora también a la escritura, con una primera novela valiente y comprometida que aborda el bullying con mirada sensible y firme. En plena promoción del libro y en pleno rodaje de Abuela Tremenda, su nueva película, Acosta explica sus inicios, su evolución como actriz, el reto de escribir y lo que significa rodar en Bilbao. Cercana, reflexiva y apasionada por su oficio, Toni repasa un presente lleno de proyectos y gratitud.

¿Cómo recuerda sus primeros pasos como actriz? ¿Qué fue lo que le hizo decir: ‘Esto es lo mío’?

—Recuerdo mis primeros pasos en la interpretación con una mezcla de emoción, vértigo y mucha nostalgia. Fue una época muy intensa, de aprendizaje constante. Llegar a Madrid desde Canarias ya suponía un gran cambio en mi vida. Me formé mucho, hice todo lo que estaba a mi alcance: cursos, talleres, castings, muchos cortos… Iba de un lado a otro con una mochila llena de ilusiones. No tenía apenas responsabilidades y eso me daba libertad para probar, para equivocarme, para crecer sobre todo. Lo vivía con mucha entrega. Fíjate, tenía 24 años y ya sentía que se me estaban escapando trenes, como si fuera tarde para empezar, cuando en realidad estaba justo arrancando. Pero esa autoexigencia me empujó a ser tenaz, a no rendirme. Era muy luchadora. Y aunque fue duro, lo recuerdo con una alegría muy profunda porque estaba haciendo justo lo que soñaba.

Hace poco publicó su primer libro. ¿Cómo fue ese salto de actriz a escritora? ¿Qué le impulsó a escribirlo?

—Siempre me ha gustado escribir. Me di cuenta de que para mí era más natural soltarme con una novela que con un guión o una obra de teatro, que requieren una precisión casi de relojería. Admirando profundamente a dramaturgos y guionistas, sentí la necesidad de contar esta historia y me lancé a publicar.

El tema de su libro es el bullying. ¿Cree que a veces no se le da la importancia que merece? ¿Cómo considera que habría que abordarlo?

—Creo que es un tema que está mucho más presente de lo que imaginamos y que, sin embargo, sigue siendo minimizado o mal comprendido. Hoy en día, con los móviles y las redes sociales, el bullying ha trascendido los espacios físicos. Ya no se limita al aula o al trabajo; se mete en tu casa, en tu intimidad, a cualquier hora. Puede empezar con una foto, un meme, un comentario cruel, y crecer hasta hacer un daño profundo. Lo más peligroso es que se normaliza, se invisibiliza, y las consecuencias pueden ser devastadoras. Por eso creo que es urgente hablar del bullying, visibilizarlo, educar desde la empatía. Hay que estar más atentos como sociedad, como padres, como docentes. No podemos mirar hacia otro lado.

Centrándonos en su próxima película, Abuela Tremenda, ¿qué historia vamos a encontrar? ¿Y qué papel interpreta?

—La película cuenta la historia de tres generaciones: abuela, madre e hija. Mi personaje, la madre, está desbordada por su trabajo y por la vida en general. La abuela la ayuda a cuidar a su hija cuando ella no puede, y entre ellas saltan chispas. Estoy feliz de trabajar junto a dos grandísimas actrices: Elena Irureta y Carla Pastor. Llevamos unas semanas de rodaje, y aunque dejamos atrás Bilbao, seguimos grabando en Madrid. Está siendo una experiencia preciosa.

¿Qué tipo de personajes le siguen motivando o desafiando? ¿Le resulta fácil desconectar del trabajo o tiende a llevarse los personajes a casa?

—Me siguen motivando los personajes que me hacen crecer, que me sacan de mi zona de confort, que tienen algo que decir. Me gusta involucrarme al 100%, construirlos con el equipo, entenderlos a fondo. Pero también tengo que decir que desconectar no me cuesta. Cuando termino de trabajar, vuelvo a mi vida con naturalidad. Me gusta ir en metro, hacer la compra, estar con mi familia, ir al teatro y al cine como una espectadora más. Necesito ese equilibrio. Me encanta mi trabajo, pero no me lo llevo a casa.

Lleva muchos años de carrera. ¿Qué ha cambiado en usted como actriz desde sus primeros papeles hasta hoy?

—Creo que he cambiado mucho, como persona y como profesional. La ilusión la mantengo intacta, eso no se ha movido. Pero claro, empecé con 28 años y ahora tengo 53. La vida me ha transformado, las experiencias me han dado otra mirada. Y eso inevitablemente se traslada a los personajes que interpreto. Hoy tengo más herramientas, más calma, más escucha. Ya no necesito demostrar todo el rato. Ahora disfruto más del proceso, de construir desde dentro. La actriz que soy hoy es del camino recorrido, de todo lo vivido.

¿Ha tenido tiempo de hacer turismo o disfrutar de la gastronomía en Bilbao? ¿Algún rincón o comida que le haya conquistado de esta ciudad?

—He venido varias veces a Bilbao y siempre me ha gustado mucho la villa. Soy malísima con los nombres, nunca me acuerdo qué sitios suelo frecuentar pero me encanta pasear por la ciudad, llegar al Teatro Arriaga y recorrer la ría, además de lógicamente visitar el resto de los lugares emblemáticos. Me siento muy a gusto aquí. Y en cuanto a la comida ¡qué decir! Se come de maravilla en cualquier sitio. Me cuesta recordar nombres concretos, pero es que da igual dónde entres, siempre aciertas. He disfrutado todo lo que he podido, aunque es verdad que no he tenido muchos días libres.