Al bailarín vizcaino Jon Ipiña (Bilbao, 1998) siempre le fascinó el mundo de la danza. Desde muy pequeño sintió una conexión con esta disciplina que poco a poco se fue convirtiendo en su medio de expresión. Con apenas unos años, ya mostraba un interés por las artes escénicas, improvisando coreografías en casa. “Me expresaba con la danza”, relata y además recuerda que “me montaba mis propios musicales en casa”. Ese interés no pasó desapercibido y fue su madre quien tomó la decisión de apuntarle a clases de danza en Biarte Dantza Eskola de Basauri, y posteriormente, continuó su formación en la Eskola Andoni Aresti de Leioa, dónde comenzó a destacar antes de empezar su trayectoria internacional. Estos últimos años han sido claves para que a finales de 2024 le llegue una oportunidad de oro: Ipiña formará parte del elenco del musical Wicked, que se estrenará en octubre en Madrid. 

Fue en el bachillerato cuando este joven bilbaino tomó la decisión de tomarse un año sabático. Durante ese año ingresó en la Codarts University of Arts, de Róterdam (Países Bajos), una de las academias más prestigiosas de Europa en esta disciplina. Lograr una plaza no fue algo sencillo: al proceso de selección se presentaron cerca de 700 personas de todo el mundo. Ipiña fue uno de los 30 seleccionados, y señala que “la formación en Países Bajos estaba focalizada en llegar a ser bailarín profesional”. Su etapa en Codarts fue un periodo de gran crecimiento profesional y en su cuarto año hizo las prácticas en Suecia, donde amplió su formación en la compañía Skånes Dansteater, en Malmö. 

Autonomía

“En Suecia tenía más autonomía, porque no tenía a nadie que me dijera qué tenía que hacer”, recalca. Allí, participó en tres espectáculos coreografiados por figuras de la escena europea como Örjan Andersson y el valenciano Marcos Morau, algo que califica como “muy bueno”. Una vez finalizada esta etapa, decidió continuar su camino en Dinamarca, donde terminó en la Holstebro Dansekompagni, en la que estuvo tres años. “Estaba en una ciudad un poco aislada, trabajaba todo el rato y por eso decidí dejar la compañía y mudarme a Copenhague”, narra sobre este período.

Fue en la capital danesa donde entró en contacto con el voguing, una disciplina perteneciente al estilo ballroom, creado en las comunidades LGTBIQ+ racializadas de Nueva York. Este estilo alcanzó fama internacional en los años 90 gracias al videoclip Vogue de Madonna y atraído por este baile, Ipiña se sumergió en el voguing, disciplina en la que ha competido en varios Grand Prix. En 2023, ganó su primer Grand Prix en esta especialidad, consolidando así su presencia en una escena alternativa y reivindicativa, que le ofrecía un espacio distinto para seguir creciendo. Fue allí también dónde comenzó su trayectoria como bailarín freelance, aunque no todo fue fácil.

En diciembre de 2024, a través de un amigo, supo que la productora AGT Entertainment estaba organizando un casting para la nueva producción estatal del musical Wicked, basada en la historia no contada de las brujas de Oz. “Me presenté sin expectativas y poco a poco fui superando fases, hasta que finalmente me seleccionaron”, afirma, y añade que “sacar ahora el musical va a ser algo muy bueno porque es justo entre las dos películas”. Ipiña también reconoce que hasta que fue seleccionado no tenía ni idea de qué trataba la obra, por lo que decidió ver este musical en Londres. Aunque en el Estado aún no se ha estrenado, a este joven bailarín le encantaría que hubiera una gira para poder acercarse a Bilbao. Sobre su papel en la obra reconoce que su personaje no tiene diálogos, pero confirma que canta y baila y afirma que es “una experiencia muy nueva y muy diferente” a lo que ha hecho y ahora mismo sólo pienso en eso.