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Noche gloriosa de Coque Malla en Bilbao con la ayuda de Fito y Mikel Erentxun

El exRonaldos se mostró pletórico, divertido, bailón y dueño de un repertorio de altura en el paso de la gira de su 40º aniversario por Bilbao

Noche gloriosa de Coque Malla en Bilbao con la ayuda de Fito y Mikel Erentxun

Fue un regalo, una noche para el recuerdo imborrable la vivida en la noche del jueves en Euskalduna. La gira que desembarcó en Euskalduna y que repasa los 40 años en la música de Coque Malla –y en Bilbao de, al menos, otras 2.000 personas más– fue una auténtica celebración de la vida, balanceándose en el filo de los abismos y la oscuridad a veces, a ritmo de baile, diversión, profundidad, emoción, recuerdos, muchos recuerdos, y un corolario de canciones estratosféricas rematado con el soplo de las velas los enchufados Fito y Mikel Erentxun, y una Valeria Castro demasiado risueña.

Coque cae mal a muchos, sí. Quizás sea por esa chulería de niño pijo con la que se dio a conocer siendo aún un niño imberbe al frente de Los Ronaldos, pero hoy, a sus 55 tacos, es ya uno de los grandes de la canción en castellano del último medio siglo. Lo petó cuando era un crío, supo remar a contracorriente en el inicio de su carrera en solitario, cuando, como recordó en Euskalduna, tocaba en garitos para 20 personas en solitario o con Álex Olmedo, y en la última década exuda ya la madurez musical y la escritura sugerente y poética de quienes permanecen cuando ya están muertos.

Coque Malla ofreció ayer un recital en el Euskalduna de Bilbao

Coque se vio arropado por una banda de lujo reforzada por una sección de cuatro metales liderados por su hermano, Luis Malla. Sus casi dos horas de concierto, en el que sonaron 20 canciones de toda su carrera enmarcadas en un guion que rehuyó la cronología pero eligió bien las piezas, resultaron arrolladoras gracias a un sonido impresionante, arrollador y prístino, ese que resalta el conjunto y te golpea mientras te deja disfrutar de cada instrumento, al setlist y a la entrega de un Coque pletórico de voz y entrega, feliz y disfrutón que cantó, contó, bailó, rapeó y convenció.

Y entre clásicos de Los Ronaldos como Adiós papá o “la de las bodas” No puedo vivir sin ti, y otra gemas ya grabadas en solitario, de Berlín a Me dejó marchar o La señal, recordó a su aita y ama en los magníficos visuales del espectáculo, repasó su historia y la nuestra, y ejerció de Mick Jagger, de Keith Richards, del Elvis crepuscular y ya casi crooner en Las Vegas, de James Brown y hasta de un híbrido de Fred Astaire y Michael Jackson entre guiños al rock´n´roll, el r&b, el soul, el funk, la psicodelia, los aires latinos…

Y ese viaje por el tiempo y las grandes canciones contó con la ayuda de la joven Valeria Castro, que se transmutó en Anni B. Sweet para compartir una demasiado festiva No puedo vivir sin ti, que perdió parte del dolor que conlleva su letra ante tanto salto y sonrisa; de Mikel Erentxun, que convirtió en propia la dylaniana Hasta el final, en formato acústico, y de Fito, a quien Coque presentó como “el rey de Bilbao”. Juntos electrificaron, en clave de blues, la canción Ruido de Sabina, cuando la cita estaba a punto de convertirse en recuerdo imborrable y el público ya se mecía y coreaba en pie desde hacía tiempo, ajeno a las reglas del decoro de Euskalduna.