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La obra de Hilma af Klint, la artista sueca que se anticipó a Kandinsky, llega al Museo Guggenheim

El Guggenheim inaugura el 18 de octubre una exposición monográfica para descubrirla

En imágenes: Hilma af Klint, la artista sueca que se anticipó a KandinskyMuseo Guggenheim

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A pesar de haber sido una pionera del arte abstracto, el nombre de Hilma af Klint (Estocolmo, 1862-1944) ha pasado desapercibido en la historia del arte. No solo por la consabida deuda de la crítica y de las pinacotecas con respecto al reconocimiento del arte llevado a cabo por mujeres, sino porque la propia artista consideró que la sociedad no estaba preparada para interpretar sus creaciones. De hecho, la pintora sueca indicó en sus últimas voluntades que sus obras no debían exponerse durante al menos 20 años tras su muerte. La artista, redescubierta recientemente, protagonizará a partir de la semana que viene la última de las grandes exposiciones que albergará el Museo Guggenheim este año.

La obra de Hilma af Klint, precursora de Kandinsky, fue casi invisible hasta 1968. “No fue reconocida, su trabajo no se entendía”, afirmó Lucía Agirre, comisaria de la pinacoteca bilbaina, durante la presentación de la programación en la que destacó que ha sido en las últimas décadas cuando sus pinturas y obras en papel han recibido más atención. A través de una selección de 200 obras, en las que se podrá apreciar sus formas audaces, coloridas y sin ataduras de referencias reconocibles al mundo físico, Hilma af Klint ocupará toda la segunda planta de la pinacoteca a partir del próximo 18 de octubre.

El Museo Guggenheim sigue así aplicando un revisionismo histórico con perspectiva feminista que rescata del olvido a artistas de primera fila sin dejar de ofrecer un escaparate a las creadoras contemporáneas. Así, Tarsila do Amaral, Maria Helena Vieira da Silva o Barbara Kruger serán algunos de los nombres que en 2025 poblarán las salas del museo, que para entonces contará con un nuevo director general. Pero antes, la exposición dedicada a Hilma af Klint ofrecerá un completo recorrido por la trayectoria de la artista sueca, de la que se mostrarán sus primeros trabajos de temática tradicional, sus dibujos automáticos y sus series más destacadas, como Pinturas para el templo.

En la segunda planta

Nacida en el seno de una familia noble por méritos castrenses, Hilma af Klint tuvo el privilegio de acceder a la educación y formación. Su padre, que llegaría a ser comandante naval, fue instructor de astronomía, navegación y matemáticas. Por ello, algunas de sus pinturas y dibujos espirituales se fundamenten en sus conocimientos del lenguaje de la cartografía y otras ciencias. Asimismo, su formación se completó en la Real Academia Sueca de Bellas Artes, una de las primeras en permitir a las mujeres dibujar a partir de un modelo vivo.

Como muchos de sus coetáneos, Hilma af Klint no veía una confrontación entre el mundo espiritual y el científico, sino todo lo contrario: ambos servían para alcanzar una verdad superior. En 1896, fundó el grupo Las Cinco (De fem) con Anna Cassel, Cornelia Cederberg, Sigrid Hedman y Mathilda Nilsson, con las que se reunía con asiduidad para realizar sesiones de espiritismo. Entendiendo que reciben un encargo de los espíritus, comienza a realizar, en 1906, la serie Pinturas para el templo, su proyecto más importante e innovador, al que dedica casi una década. Mediante 193 obras, entre pinturas y dibujos, la artista prescinde de lo aprendido formalmente para centrarse en un nuevo arte, no objetivo, que parte de su relación con el espiritismo y otros sistemas de pensamiento como el rosacrucismo, la teosofía o la antroposofía de Rudolf Steiner.

Concebidas para ser instaladas en un templo helicoidal que nunca llegará a realizarse, las Pinturas para el templo exploran aquello que a simple vista permanece oscuro. En la sala 205 del Guggenheim, por ejemplo, podrán verse 26 lienzos bajo el título Caos Primigenio, relacionados con las enseñanzas teosóficas. Mientras tanto, la sala 206 exhibirá diez pinturas realizadas entre mayo y diciembre de 2017 correspondientes la Serie WU/Rosa. En 1908, la artista se toma un descanso de cuatro años en la creación de Pinturas para el templo y, cuando las retoma, aunque cree que los espíritus siguen guiándola, considera que no del mismo modo, ya que ahora tiene ella mayor decisión en la elección de colores y composición. En la sala 208 podrá verse cómo el cisne que pintaba primigeniamente se convierte cada vez en más abstracto y geométrico.

Aunque llega a exponer en vida, lo que se muestra entonces se reduce principalmente a sus pinturas figurativas y, muy ocasionalmente, las abstractas, que jamás presenta en el contexto del mundo del arte convencional, sino que busca compartirlas con comunidades espirituales afines, aunque no logra encontrar un público entusiasta. Consciente de que el mundo aún no está listo para aceptar su obra, Hilma af Klint se preocupa de guardarla y clasificarla para que llegue de forma articulada a la sociedad venidera. Según revelan desde la pinacoteca bilbaina, habrá de pasar casi un siglo para que su arte reciba el reconocimiento que merece.