Durante años, Josbeba Altube no solo fue la cara visible de la danza vasca organizada: fue su embajador, su gestor y su pedagogo. Desde los escenarios y plazas de Bizkaia hasta las casas vascas de Argentina, su labor al frente de Euskal Dantzarien Biltzarra dejó una huella profunda en la forma de entender, enseñar y proyectar el folklore euskaldun. 

En reconocimiento a su labor como lehendakari de la federación, Bizkaiko Dantzarien Biltzarra le rendirá homenaje este jueves, 26 de junio —no el 27, como este servidor indicó erróneamente en anteriores ediciones de este periódico; marquen, por favor, la fecha correcta en el calendario— en la gala de los IX Esker Onak, que se celebrará en el Palacio Euskalduna de Bilbao. 

El barrio de San Vicente todavía conserva vestigios de un Barakaldo rural, anterior a las imponentes torres y rascacielos destinados a alojar obreros. Frente a la iglesia en torno a la que comenzó a articularse la actual ciudad fabril, Joseba Altube recuerda con DEIA su paso por la presidencia de Euskal Dantzarien Biltzarra, una labor que asumió con compromiso y vocación. 

Desde 1964

La federación, que surgió allá por 1964 en el País Vasco francés, tenía un reto claro desde el principio: tender puentes. “En aquel primer momento, con toda la ilusión de los grupos que querían unirse, el principal desafío era estar en contacto, tener un punto de encuentro”, concreta Altubei.

Una de las primeras iniciativas para responder a ese reto fue la creación del Dantzari Eguna, que, según destaca el expresidente, es la jornada de danza tradicional “más importante” que se celebra en Euskal Herria. A partir de entonces, los distintos integrantes de esa red comenzaron a conocerse y a relacionarse.

“Enseñándose unos a otros, empezaron a tejer la red cultural que hoy es Euskal Dantzarien Biltzarra”, explica Altube. Los tiempos, por supuesto, han cambiado. Las prioridades de un grupo que surgió bajo la constante amenaza del aparato represor franquista no son las mismas en el mundo interconectado y digital del siglo XXI. “Todos sabemos que las tradiciones que no cambian, simplemente, desaparecen. Eso está clarísimo. Y la danza tradicional ha cambiado mucho”, apunta Altube. 

Hitos y avances

Entre otros logros, el exlehendakari de Euskal Dantzarien Biltzarra destaca hitos como la incorporación de las mujeres al mundo de las danzas vascas. También valora cómo la tecnología ha ayudado a estrechar todavía más los lazos entre comunidades. “Antes, para conocer una danza había que hacer un esfuerzo monumental: viajar a los pueblos donde se interpretaba, hablar directamente con quienes la ejecutaban y buscar grabaciones, que eran escasísimas. Ahora, en pleno siglo XXI, en la era de la comunicación y la digitalización, todo eso ha cambiado radicalmente. Eso ha sido, sin duda, uno de los mayores avances en el mundo de la danza tradicional”, señala.

Sobre el papel de las nuevas generaciones, Altube no duda: sin su participación, no hay relevo posible. “Los jóvenes juegan un papel fundamental. No hay tradición, no hay cultura tradicional posible si ellos no se implican”, afirma. En esa línea, celebra también que su implicación es hoy significativa. “Son ellos quienes están tirando de muchos grupos de danza”, recalca.

Grupos que se dan cita anualmente en el Dantzari Eguna, que Altube logró fijar en una fecha estable durante su etapa como lehendakari. “Estoy absolutamente encantado de mi paso por la Federación. Fue un reto precioso, una etapa en la que disfruté muchísimo. Tuvimos desafíos importantes, pudimos afrontarlos y logramos avances significativos: mejoras organizativas, una mejor relación con otras entidades y actividades, y una mayor cohesión entre los grupos”, concluye este enamorado de la danza tradicional. Sin duda, ha logrado que esta gran red cultural siga viva. Y así seguirá por mucho tiempo.