La conservación del patrimonio cultural es una responsabilidad adquirida por parte de la sociedad más que necesaria para que futuras generaciones puedan continuar disfrutando de los instrumentos que han sido construidos hace muchos años. En la actualidad, Bizkaia mantiene 116 órganos musicales en activo. La memoria de la ciudadanía seguro que recuerda cuando hace cuarenta años el Athletic entró en la basílica de Begoña a los acordes del órgano.

El órgano más antiguo se encuentra en la Colegiata de Zenarruza, el actual monasterio de Ziortza. Se trata de un instrumento musical que fue construido en el año 1686, pero sus tubos provienen de un órgano anterior, datado en una fecha aproximada al año 1540.

Partes de los instrumentos que sonaron hace cinco siglos lo siguen haciendo en pleno 2024. Al tratarse de una labor artesanal, el mantenimiento de los órganos es muy complicado y costoso. En la actualidad se está tratando de restaurar el modelo de órgano Cavaillé-Coll de Lekeitio y el presupuesto que se ha puesto sobre la mesa para una remodelación integral supera el medio millón de euros.

El más antiguo fue construido en 1686. Oskar Gonzalez

Pablo Cepeda, miembro de la Asociación de Amigos del Órgano de Bizkaia Diego Amezua, señaló que “el órgano tiene la particularidad de que suele estar ligado a una comunidad de personas que han puesto su esfuerzo y su dinero para que ese instrumento llegue a construirse y a instalarse en su localidad. Luego también tiene un valor antropológico y cultural porque muchas veces en torno a esos instrumentos se han creado determinadas músicas y han surgido determinadas tradiciones musicales”. “Y personalidades”, apuntó su hermana, Miriam Cepeda, quien, al igual que Pablo, es miembro de la Asociación de Amigos del Órgano de Bizkaia Diego Amezua.

Uno de los tantos atractivos que tiene ser organista es que “tienes tantos instrumentos como órganos existen porque no hay dos iguales”. En caso de que sean iguales, el lugar en el que están es lo que influye directamente en la música que ese instrumento pueda producir. “Cuando a un organista le llaman para dar un concierto es muy interesante pensar en las características del instrumento. Entonces es el momento de conocerse hasta que das con la registración adecuada y así tener un concierto de éxito”, puntualizó Miriam Cepeda.

En la actualidad, la sociedad está viviendo una transformación respecto a cómo percibe el órgano. “Quizás el órgano se ha asociado más a un instrumento que está en la iglesia y, por lo tanto, se utiliza sobre todo en las ceremonias religiosas y no encaja tanto en el concepto de un concierto de música clásica al uso”, indicó Miriam Cepeda.

En algunos casos supone una pérdida porque en determinados lugares la música en torno a este instrumento ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años. “Es importante quitar esos clichés de que la música para órgano es triste o aburrida”, apuntó Miriam Cepeda. Una señal que se puede ver reflejada en el movimiento de masas que podrían tener los coros en determinadas localidades.

En esta dirección, el órgano es uno de los instrumentos que tienen gran capacidad de adaptación a las novedades musicales que están llegando a la sociedad actual. “Hace años hubiese sido inconcebible escuchar un concierto de órgano con improvisación y bertsolaris dándose la réplica o la proyección de una película de cine mudo a la que le acompaña la música clásica hecha en directo”, expuso Pablo Cepeda.

Implicación de la juventud

La generación actual de jóvenes no acostumbra a escuchar la música que los órganos producen. Miriam Cepeda lleva diez años como profesora en Santander y reconoció que “es complicado que una persona joven apueste por una carrera musical porque es una profesión en la que falta el valor de apostar por este instrumento”. La maestra apuntó que “lo ven más inaccesible porque como el número de misas ha bajado y las iglesias se están vaciando, ven que tampoco pueden vivir de solamente tocar el órgano”.

El incremento de la música comercial que ha llegado para quedarse en la sociedad ha favorecido que los instrumentos clásicos hayan ido perdiendo protagonismo.

No obstante, el impacto que esta música genera en la juventud le permite a Pablo Cepeda la licencia para creer en que el futuro más próximo del órgano está asegurado. “Hoy en día es muy normal ver a gente joven atraída por una cierta curiosidad y que sale muy impactada porque ha descubierto algo que le llama mucho la atención con una riqueza sonora que le parece interesante”, matizó.

Conciertos en Bilbao

Para acercar el sonido del órgano a la ciudadanía bilbaina, la Asociación de Amigos del Órgano de Bizkaia Diego Amezua, en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao, ha organizado la duodécima edición del Festival Internacional de Órgano Villa de Bilbao. Se trata de cuatro conciertos, celebrados en diferentes ubicaciones de la capital vizcaina, con música en vivo y que serán accesibles al público de diversas maneras con menos de una hora de duración.

El primero de los conciertos, que se celebró el pasado sábado en la basílica de Begoña, contó con el organista de la capilla del Palacio de Versalles Jean-Baptiste Robin.

El próximo sábado, a las 20.45 horas, la iglesia de El Carmelo contará con la organista de la iglesia de St. Vicent de Hendaia. El 18 de mayo la profesora jubilada de la Cátedra de Órgano en la Escuela Universitaria de Música de Montevideo, Cristina García, actuará a las 20.00 horas en la iglesia del Carmen.

El 1 de junio, a las 20.00 horas, el organista titular de Notre Dame, Matthieu de Miguel, concluirá con la duodécima edición del festival musical con su actuación en la iglesia de San Felicísimo. “Tratamos de que haya un equilibrio entre música que se escucha fácil y alguna pieza algo más novedosa para que la mezcla sea satisfactoria”, apostilló Pablo Cepeda.