La Fande –la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones– celebra el récord de recaudación cosechado en 2023. Algunos libreros, sin embargo, rebajan los niveles de optimismo y se preguntan si la revalorización del producto, que atribuyen a la inflación, es lo que realmente esconden esos 1.150 millones de euros.

El metro se desliza veloz por los túneles que surcan el subsuelo bilbaino. En los vagones impera el silencio, porque casi todos los viajeros tienen la mirada fija en la pantalla de sus teléfonos móviles. Entre el desfile de smartphones, destaca una mujer, absorta en la lectura de un libro. Sus ojos recorren los párrafos con la avidez de quien siente la urgencia por saber por qué derroteros conducirá la historia a los personajes que la habitan.

Ella no es la única en su especie. Los datos avalan que los lectores son legión en Euskadi, ya que el 67,8% de sus ciudadanos –casi dos de cada tres vascos– asegura que lee libros durante su tiempo libre. Así lo refleja el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros realizado en 2023, un año prolífico para el sector según todas las informaciones. En ese sentido, la Fande destaca que el pasado año se vendieron 75 millones de ejemplares impresos y que se recaudaron 1.150 millones de euros, un cuatro por ciento más que en el ejercicio anterior. Para Javier Cámara, director técnico de la Librería Cámara y presidente de la Asociación de Libreros de Bizkaia, estas cifras deberían interpretarse con cautela. “Los datos son curiosos, desde luego”, admite el librero, “pero no sé cuánto ha subido la inflación en los dos últimos años, porque si vinculamos ese 4% con la inflación de este periodo nos damos cuenta de que no se está vendiendo más, sino que se está vendiendo más caro”, apunta.

El librero ha dedicado buena parte de su vida a su oficio. Los años detrás del mostrador le han otorgado los conocimientos necesarios para analizar con precisión cirujana las variaciones en el sector del libro. En ese sentido, atribuye a la pandemia el auge de lectores que ha experimentado Bizkaia porque, aunque los datos de recaudación recogidos por la Fande se puedan explicar con la inflación, lo cierto es que el coronavirus volvió a introducir la lectura en el territorio: “Todos los estudios apuntan a que la lectura subió un 5% en ese momento. Y el porcentaje se ha mantenido. Ahora tiene más fuerza”, señala. Algunos de los parroquianos del librero volvieron a sucumbir al placer de las letras en esta época. Otros, en cambio, frecuentan esta plaza desde hace tiempo. Sea como sea, Cámara desempeña la función prescriptora del librero de toda la vida para que cada uno se vaya a casa con el título adecuado. Una función que resiste al embate de la llamada cultura de la inmediatez: “Lo queremos todo para ya”, apunta. Señala, además, que el desarrollo de las redes sociales han creado nuevos nichos de prescripción. En YouTube, por ejemplo, abundan los canales de booktubers que llevan la reseña literaria al formato de vídeo. Eso sí, Cámara cree que el boca a boca es “el arma definitiva”, porque “no hay nada como una recomendación de los tuyos”.

Trabajo curatorial

Beatriz Albarrán no sabe cuál es el arma definitiva para que los lectores que acuden a La Ilusa se rindan a su oferta literaria, pero está segura de que la librería funciona. Desde el local, situado en la calle Hernani de Billbao, realiza un trabajo curatorial que tiene como resultado una selección de libros que abordan el feminismo, las sensibilidades LGTBIQ+ o el arte: “Yo siempre elijo libros que me gustaría leer a mí”, aclara. Beatriz prima su visión a las grandes novedades editoriales : “El otro día vino un comercial a ofertarme un libro sobre el Imperio Romano. Y lo rechacé, porque no coincide con la demanda de nuestros lectores”. Por otro lado, afirma desconocer los espectaculares datos de recaudación anunciados por la Fande. Por eso no se atreve a tomar el pulso al mercado editorial en Bizkaia, aunque se aventura a exponer que percibe una tendencia al alza en Bilbao: la apertura de librerías que son, a su vez, espacios culturales. “Creo que necesitamos el libro, que nos ofrece ese momento de relax después de una jornada trepidante”, concluye Beatriz.