El Consistorio celebra la vida y la obra de la poeta Ángela Figuera cada año, reconociendo su trabajo y su aportación en el ámbito literario. Así, en la mañana de ayer lunes se realizó un acto institucional en la Plaza Jado, cercana a la vivienda natal de Figuera, para recordar el peso literario de esta bilbaina.

Allí se dio cita una representación de la Corporación Municipal, encabezada por Gonzalo Olabarria, concejal de Cultura y Gobernanza, para realizar un homenaje, una ofrenda floral a la autora para recordar el peso literario de esta bilbaina.

En este homenaje estuvieron también Libe Estebaranz e Irene Zarrabeitia, dos jóvenes creadoras bilbainas que llevaron a cabo la lectura de algunos de sus poemas más significativos, para, a través de un hilo invisible, unir con los versos de la poeta el sentir de generaciones de mujeres que luchan por la igualdad y la justicia social.

“Figuera fue una de las poetas más importantes del S.XX, pero su condición de mujer relegó su obra a un segundo plano frente a sus compañeros de generación. Ella plasmó en sus versos la esencia de aquello que somos, de la vida cotidiana, con sus luces y sus sombras, y de la profundidad de las emociones humanas. En este acto de homenaje, recuperamos a Ángela Figuera Aymerich, mujer y poeta, defensora humilde de grandes luchas”, declaró el concejal.

La influencia de Gabriel Celaya llevó a Ángela Figuera a la poesía social, en la que se inscribirá el resto de su obra, desde Las cosas como son (1950) hasta títulos como Vencida por el ángel (1951), El grito inútil (1952), Los días duros (1953) y Belleza cruel (1958). Este último mereció un prólogo elogioso de León Felipe. Su última obra en esa línea fue Toco la tierra. Letanías, publicada en 1962, cuando la poesía social empezaba a agotarse. Con posterioridad publicó dos poemarios para niños: Cuentos tontos para niños listos (1979) y Canciones para todo el año (1984). Dos años después de su muerte se publicaron sus Obras completas.