No es el euskera; no es el edificio del PNV que acogió al Gobierno Vasco en el exilio de París. Ni siquiera es el autogobierno y la capacidad fiscal propia o el derecho vasco preexistente a la Constitución. Lo que realmente es un problema para la derecha española es la existencia de una realidad sociocultural con conciencia política de sí misma, con voluntad de autogestionarse y acreditada capacidad para hacerlo de modo más eficiente que los modelos centrípetos de Estado. Y, como ese problema lo tienen otras derechas en Europa, la invisibilidad del euskera, el autogobierno o la fiscalidad evita auditar sus fracasos.