Apenas tres horas después de que el trapero Duki reventara con su chulería y groove el Bilbao BBK Live, el escenario principal del festival vivió la actuación de los estadounidenses Pavement, estandarte del rock alternativo de guitarras de los 90. Se podría discutir mucho sobre el estatus concedido por la organización a los chicos de Stephen Malkmus como cabezas de cartel del viernes, auténticos desconocidos para la generación que acude mayoritariamente al festival, pero no hay duda de la calidad, convicción y ejecución de una banda que ofreció un recital intenso y equilibrado, entre el caos eléctrico y la caricia de clásicos como Cut Your Hair, Gold Soundz o Stereo.

 ¿Alguien se esperaba que el viaje al pasado, a los años 90, que proponen los Pavement reventara el festival? Eso quedó en manos de los franceses Phoenix, que causaron la euforia general tras los estadounidenses. Situar a los californianos como grupo principal del viernes muestra conocomiento… y agallas, como sucedió hace algunas ediciones con otras leyendas como The Jesus & Mary Chain. ¿El resultado? Pues el mismo: magnífico concierto para quienes ya estaban convencidos antes de escalar hasta Kobetamendi, y apatía general. Por desconocimiento generacional y el paso del tiempo; y con él, de las modas y los estilos imperantes que toca vivir.

Mientras buena parte del gentío iba abandonando la pista, Pavement, hoy un sexteto, ofreció lo que se espera de un grupo que definió toda una forma de interpretar rock en los 90, como compañeros generacionales como Yo La Tengo, Dinosaur Jr, Luna, Sonic Youth, Pixies… Vamos, el rock que se escuchaba en los circuitos alternativos antes de la llegada del grunge y su barrido de las listas mundiales. Fueron figuras destacadas de esa oleada que mezcló distorsión y melodía, en la estela de la Velvet y que dejó un evidente rastro generacional en el Estado y Bizkaia, como demostraron acólitos del Getxo Sound, Cancer Moon y los siempre reivindicables El Inquilino Comunista. Y, claro, sin las ventas millonarias de Nirvana y compañía.

 La consecuencia lógica fue que el viaje retro de los estadounidenses solo fascinó a los ya convencidos previamente por la escucha de discos míticos como Slanted And Enchanted y Crooked Rain, Crooked Rain. Ellos lo pusieron todo de su parte: un repertorio amplio y fiel a su filosofía del caos controlado y una entrega y convicción en las tablas que no esperábamos de un grupo liderado por un Stephen Malkmus que se dirige irremediablemente hacia los 60 palos. Con ganas y reforzados convenientemente por una teclista que contribuyó en los magníficos y omnipresentes coros, el guitarrista y cantante, delgado y tan tímido como siempre, colocó en el arranque de su viaje nostálgico himnos como la acariciante Grounded y la popera Trigger Cut, con sus “lalalas” efervescentes.

Intensidad concentrada

En algo más de una hora intensa y concentrada, el grupo ofreció en torno a una veintena de canciones de todas sus épocas, con un sonido nítido y potente, proyecciones entre coloristas y psicodélicas y el grafismo habitual en blanco y negro de sus discos, y una entrega incuestionable. Entre la carantoña, el fogonazo eléctrico y explosivo, casi anárquico y punk, en ocasiones dejado en manos del percusionista y entertainment Bob Nastanovich, a las disgresiones eléctricas de Malkmus, compartidas con el también guitarrista y co–fundador Scott Kannberg, 50% de una pareja que supera los 30 años de convivencia artística.

 Fueron cayendo In the Mouth A Desert, Silence Kid e himnos como Gold Soundz, característicos de un grupo especialista en el dominio del descontrol a través de un gusto certero por el estribillo y la tonada pop. ¿O no son pop Harness Your Hopes o Cut Your Hair, aunque ellos las volvieran a entregar enmarañadas y esquivas? Como si dijeran: sabemos hacer canciones de pop casi perfectas e inmediatas, pero te vas a enterar. Para disfrutar de ellas, puñetazo eléctrico en la boca.

Con Malkmus demostrando su voz característica y personal, vestida de cierta dejadez –al igual que su música–, entre la ruptura y el falsete, y heredera del fraseo de Lou Reed, fueron cayendo In the Mouth A Desert, la sedosa Spit on a Stranger, la delicada Range Life –que nos evocó la faz más plácida de la Velvet y el deseo juvenil del líder de tener una vida útil una vez apagado el resplandor de los focos del escenario– y hasta la contagiosa Stereo, que en una época se mostraron remisos a tocar. Solos los convencidos disfrutaron del único pase estatal del grupo en 2023, pero tardarán en olvidarlo.