Siempre desde la sombra, alejado de los focos y el micrófono principal de los grupos por los que pasó y marcó de forma nítida su impronta desde la composición de textos y músicas, Carlos Berlanga fue uno de los músicos pioneros y seminales de la Movida Madrileña. Su figura, siempre asociada a Alaska y Pedro Almodóvar, para quien diseñó el cartel de su película Matador, resultó vital para insuflar colorido, ironía y magníficas melodías pop a los 80 y años 90.

Hace 22, años, tal día como hoy, 5 de junio, Berlanga falleció de manera prematura, a los 42 años, víctima de una larga enfermedad hepática, según fuentes familiares. Dejó un legado de 185 canciones que interpretaron los grupos de los que formó parte, además de artistas como Fangoria, Raffaela Carrá, Sara Montiel, Miguel Bosé, Thalía, Soleá Morente, Rita Pavone, Bebe, Enrique Urquijo, La Casa Azul, Ana Belén…

Activo indiscutible de una generación que abrió una senda en la música popular de los 80 ligada al pop elegante y sofisticado que ha influido a varias generaciones posteriores, como se demuestra en homenajes como Viaje satélite alrededor de Carlos Berlanga, fue siempre un apasionado de la música brasileña, de Joao Gilberto a Juan Carlos Jobim, y del cancionero de otras pioneras y nunca bien ponderadas Vainica Doble, y siempre detestó actuar cara al público.

CARLOS BERLANGA EN CUATRO PROYECTOS

Kaka de Luxe

En 1977, mirando descaradamente al punk que proyectaba Inglaterra, formó parte de Kaka de Luxe, para muchos el primer artefacto punk estatal, junto a La Banda Trapera del Río. En las antípodas de los catalanes, que optaron por el exabrupto y la denuncia, él, junto a El Zurdo (Paraiso y La Mode), Enrique Sierra (Radio Futura), Manolo Campoamor (voz), Pablo Martínez, una jovencísima Alaska y Nacho Canut, optaron por la ironía, el juego y la provocación a través de un grupo más citado que escuchado, con más filosofía que resultados y que pasó desapercibido en el escaso tiempo que duró.

De hecho, su grabación más conocida, Las canciones malditas, se publicó en 1983, cuando la banda ya no existía. A pesar de su sonido maquetero y la falta de técnica instrumental de sus miembros, canciones como La tentación, Pero me aburro, La pluma eléctrica, Rosario toca el pito o Pero qué público más tonto tengo son clásicos escondidos de la música popular estatal.

Alaska y Pegamoides

Tras Kaka de Luxe, que se disolvió en 1979, Berlanga, Nacho Canut y Alaska (Olvido Gara) crearon Alaska y Pegamoides con la unión del dúo formado por el batería Eduardo Benavente (luego guitarra y líder de Parálisis Permanente) y la teclista Ana Curra. Quizás fueran, con Radio Futura y Nacha Pop, el grupo más icónico de aquella Movida Madrileña de los años 80 a pesar de su corta vida. En apenas tres años, editaron varios singles y Eps, además de un único disco largo, el irónico Grandes éxitos, que incluyó destacables canciones pop como La línea se cortó, No sé por qué o Alta tensión, temas que pasaron desapercibidos.

Su único éxito fue el inolvidable Bailando, incursión disco funk que llegaron a a grabar en inglés y que abrió una brecha en el grupo, dividido entre la línea clara y pop que defendía Berlanga y la más siniestra del resto del grupo, que acabó con la formación de los post–punk Parálisis Permanente.

Alaska y Dinarama

En 1982, ya fuera de Pegamoides, Berlanga contactó con su amigo Nacho Canut para que dejara a los góticos Parálisis Permanente y formara Dinarama, proyecto en el que acabó entrando Alaska tras rechazar emprender una carrera en solitario. A caballo entre el pop y la nueva ola, grabaron varios discos como Canciones profanas donde crearon clásicos como Perlas ensangrentadas, El rey del glam o ese autosarcasmo titulado Deja de bailar.

Grabado cuando Berlanga hizo la mili, renegó de ese debut porque sus compañeros se escoraron hacia sonidos más oscuros y él no se sintió a gusto con el nuevo proyecto hasta que dirigió al grupo hacia el Sonido Filadelfia con la inclusión de secciones de cuerdas y metales en un clásico pop en castellano como Deseo carnal, que fue un enorme éxito de ventas gracias a himnos como Ni tú ni nadie y Cómo pudiste hacerme esto a mí. Después llegó No es pecado y Fan fatal, pero ya sin la misma repercusión masiva. Además, Berlanga renegó de la deriva musical de la banda, como fue haciendo durante toda su carrera discográfica, y abandonó Dinarama.

En solitario

Entre enfrentamientos personales con sus amigos de la última década y media, que luego acabaron reconduciéndose, especialmente con Canut, Carlos Berlanga se lanzó en solitario en 1989 aunque sus discos nunca lograron el éxito de proyectos anteriores. Debutó con El ángel exterminador (1990), al que siguió Indicios (1994), Vía satélite alrededor de Carlos Berlanga (1997) y el postrero Impermeable, en el que este dandi viajó de los sonidos brasileiros a la música pop sofisticada y los sonidos electrónicos en canciones como Indicios de arrepentimiento, Vacaciones o Lady dilema.