Mientras la actriz sigue embarcada en la gira de Ladies Football Club –obra adaptada y dirigida por Sergio Peris-Mencheta–, la escritora vuelve a primera línea. Pero esta vez no lo hace con una nueva entrega de su conocido personaje Olympia.

En esta ocasión, Almudena Cid es autora y protagonista de Caminar sin punteras (Vergara), una mirada profunda hacia su yo más íntimo y a un momento personal “devastador” en el que recurrir a su experiencia como deportista le ha servido para hacer frente al caos.

“El año pasado fue el más difícil de mi vida”. La artista vitoriana no se esconde. Todo lo contrario. Este libro es el más claro ejemplo de ello, una publicación que será una realidad palpable desde el próximo día 23.

Será en la misma jornada en la que se iniciarán una serie de firmas de libros y actos de presentación que, por supuesto, llegarán a Vitoria. Cid estará en su ciudad natal el 3 de abril a las 18.30 horas en Elkar San Prudencio.

Será una magnífica ocasión para compartir algunos de los aspectos de un proyecto que habla del duelo, de la pérdida, del hueco que se produce por el fallecimiento de alguien cercano, por una separación, por...

“El vacío de dejar la gimnasia hizo que me sintiera incompetente y que creyese que necesitaba a alguien que me protegiera. Mi vida en pareja nació de una manera errónea pero de eso me he dado cuenta ahora, poniéndolo todo sobre la mesa y responsabilizándome de lo que a mí me corresponde”.

En este sentido, la autora apunta que “este libro es, en primer lugar, un acto de compromiso conmigo para entender que merezco estar en esta vida de otra manera”. Pero a partir de ahí, es un intento por llegar a personas muy diferentes.

“A través de mis redes sociales he sentido el apoyo de muchas personas. Mayoritariamente han sido mujeres las que me han narrado sus experiencias. En esos momentos en los que tu familia solo quiere verte bien y tú eres incapaz de mostrar una imagen de ti que no sea la de una persona destrozada, esos relatos me han dado aliento y perspectiva. Creo que al igual que a mí me ayudaron los ejemplos vitales de otras personas, este libro puede servir para arrojar un poco de luz a más gente”.

La experiencia deportiva

Tras la mediática ruptura de su relación, Cid explica que “nunca me he visto en una situación emocional tan precaria, ni como deportista. De hecho, ha habido momentos en los que me he asustado porque me he visto de una manera en la que no me reconocía. En esos instantes, crees que algunas cosas solo te pasan a ti, cuando no es verdad. Por eso escribir este libro y compartirlo es importante. Tuve pensamientos desafortunados, que no eran buenos para mí, pero que son normales en un proceso así. Escribirlos y relatarlos me ha servido para poner todo en contexto y entenderlos mejor. Si leer este libro a alguien le genera algún tipo de conexión, algo de luz, genial”.

En esa capacidad de reacción, la escritora subraya la importancia, y así lo describe en la publicación, de sus años como gimnasta de élite. “A pesar de pasarlo tan mal, enseguida noté que conseguía avanzar y me di cuenta de que eso pasaba por los mecanismos de actuación que usaba en el deporte cuando, por ejemplo, tenía una lesión. Empecé a encontrar muchas similitudes entre las herramientas que usaba en mi etapa deportiva y lo que podía hacer ante la ruptura”.

De todas formas, del deporte también se escribe entre estas páginas desde otra perspectiva. “Ahora se hacen muchos documentales sobre grandísimos deportistas en los que se relata esa travesía tan dolorosa que es la retirada. Este libro habla también de eso, del cierre de una etapa y de cómo enseguida ese momento se enlazó con mi vida en pareja. Eso determinó mucho lo que yo pude vivir en esos años o de cómo entendí el amor. Soy una mujer muy madura en algunos aspectos porque la vida, por ejemplo, me llevó a salir de casa siendo muy joven. Pero hay otros en los que no he tenido ese desarrollo. Quizás lo que he experimentado con esta edad y la manera en la que lo he sentido tiene que ver con una inmadurez a la hora de abordar la vida en pareja o el amor. Ahora, después de algo así, ya sé lo que no quiero o lo que no debo hacer”.

Así, Caminar sin punteras quiere ser un ejercicio de empatía con cualquier persona puesto que, más tarde o más temprano, “todos pasamos por un duelo”. Ella recuerda que “dudé de todo. Llegó un momento en el que creía que no valía para nada. Lo viví, lo sentí y lo creí firmemente. Y hay que tener mucho ojo con eso porque es muy peligroso. El filo de estar en la depresión y quedarte ahí es muy perjudicial. La mente puede jugar muy malas pasadas”.