Chilena de cuna y afincada en Madrid durante décadas, en las que compatibilizó su carrera en solitario como cantante y poeta con sus colaboraciones con Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Nacha Pop, Estopa, Miguel Ríos o Revólver, Cristina Narea reside ahora en Getxo y asegura en esta entrevista que “llevo ya a Euskadi en el corazón para los restos”. El sentimiento se advierte en Viento sur, un EP de seis canciones en homenaje a los vascos, su idioma, su historia y su mitología. Grabado junto al “exquisito pianista” de jazz Rafa Aceves, lo presenta este sábado en Bilbao, en Kremlin (Calle 2 de mayo. N.º 18), en dúo, en un ambiente íntimo. A las 21.30 horas, con entradas a 10 euros.

De Madrid al cielo, dice el famoso aserto. En su caso, de Madrid… a Getxo. ¿Qué pasó, cómo acaba en Bizkaia?

Muy bueno tu parangón formulado en frase. Empecé a venir al norte, a Euskadi, y a Bizkaia cada vez más por conciertos, recitales de música y poesía, y para ver a nuevos amig@s. Al llegar la pandemia ya fue casi una decisión tomada sin premeditación ni alevosía, solo porque fue lo que sentí en ese momento. Tocaba cambio de paisaje. ¡Y fíjate qué paisaje!

Usted nació en Chile. Parece un espíritu inquieto con la maleta siempre cerca.

Desde niña he viajado por el trabajo de mi madre; y por el mío de adulta, siguió siendo así. Las giras con diferentes artistas y mis propios conciertos que aprovechaba para encajar mientras giraba, sobre todo los años que estuve al lado de Luis Eduardo Aute, han hecho que la maleta y un flycase sean una parte fundamental de mis enseres.

Sería una decisión muy meditada venir a Getxo. Supone alejarse del centro neurálgico de la industria musical aunque con lo difícil que está el mercado igual ya resulta tan importante estar en la capital. Y menos en su caso, que siempre ha trabajado de manera autogestionada.

Exactamente, el hecho de mover mis propios hilos desde la autogestión hace que desde cualquier lugar puedas moverte donde te llamen y quieras ir. Y eso, sumado a la realidad de estar presente a través de las redes sociales, facilitan el poder vivir cerca del paraíso.

¿Su encuentro con Aceves es inmediato desde su llegada? ¿Empieza a trabajar con él desde el inicio?

Gracias a un concierto que me ofrecieron en Bilbao y a la persona que lo gestionó, Gorka Iraragorri, de Slow Management, que fue quién me habló de él. Desde el primer día que nos conocimos en su casa, él al piano y yo a mi guitarra, entramos en sintonía y ha sido de los mejores encuentros que he tenido al venir aquí. Es una persona llena de talento y comprometida al máximo con la música.

Él también ha trabajado con múltiples artistas. Eso ya les unía, de entrada.

Y, sobre todo, el tener quizás la misma mirada ante la música, la forma de trabajar y disfrutar.

¿Las canciones de ‘Viento sur’ son las primeras que creó aquí?

Sí. Al llegar a Euskadi e instalarme empezaron a surgir nuevas sensaciones, letras y melodías, así que decidí plasmarlas en un disco. Cuando se las enseñé a Rafa para ensayarlas sonaron tan bien que decidí grabarlas tal como las hacemos en directo, en cuarteto como digo yo: el piano y la melódica de él, y mi guitarra y voz.

¿Cómo nacieron y qué las impulsó? Hay guiños a la mitología vasca, a sus paisajes, climatología, gente...

Fue en tiempos de pandemia, sensaciones a las que quise dar forma. Forma de canciones y de un proyecto sin nombre pero que cada vez tenía mas contenido. El hecho de salir de casa y estar al lado del mar, del monte y del campo, y salir a pasear con Loiu, mi perro, que te obliga a estar en forma y a pie de calle y monte, impulsó las ganas de darle forma y concretar el proyecto. Me siento bien aquí, me gusta lo que veo y a quien veo, y estoy al lado de todo a la vez. No hay distancia si una no quiere.

“El corazón es el motor”, ya cantaba antes.

Sin duda, el corazón y su latido mueven el mundo.

“La poesía es donde estoy”, escribió también.

Me gusta mucho que menciones ese verso. Es parte del tema Nuestro paraíso, de mi disco anterior, Huesos de mar. Trata sobre desde dónde una se para a vivir el mundo. Yo prefiero que sea desde la mirada poética, si no sería muy duro de digerir todo. Sigue siendo duro, la poesía no nos quita de la muerte, pero nos cura mientras tanto la vida.

Aceves es un destacado instrumentista ligado al jazz, usted a la canción de autor. ¿La relación artística maridó bien desde el principio?

Perfectamente. Yo tengo mis influencias del jazz desde niña y en la música que me gusta, en cuanto a armonías, sobre todo cuando arreglo mis temas. Es como si Rafa y yo pareciera que escuchamos lo mismo sin hablarlo antes.

En estas canciones se habla de Euskadi, pero el rastro del folk latinoamericano resulta muy evidente, especialmente en ‘Eguzkilore’.

Sí, desde el disco Huesos de mar. Premeditadamente busqué fusionar los sonidos de mi raíz como chilena yendo a grabar la mitad del disco en Chile con músicos e instrumentos del folclore latinoamericano. La otra la hicimos en España con la banda con la que solía tocar, y todo desde la mirada de la canción de autora, Siento que ese sonido y esa musicalidad se ha ido quedando en mis arreglos. En la canción Eguzkilore se nota muy bien.

Y en ‘La más Violeta’, un tributo a Violeta Parra. ¿Vuelta a la raíz?

Claro … Es un single que quería estuviera dentro de un formato físico y por eso la incluí en este EP. Es una gran canción que a Rafa le encanta; de hecho he incluido una versión instrumental, solo a piano, que ha quedado preciosa.

Con ‘Eguzkilore’ me queda claro que lleva Euskadi en el corazón.

Gracias por eso, me lo tomo como un piropo. Y es cierto, llevo a Euskadi en el corazón ya pa los restos

Y ‘En donde vivo yo’ rezuma amor a Getxo, al Puerto Viejo, a los arrantzales, al euskera, al mar, la montaña vasca...

Lo que me gusta de esa canción es que claramente se escucha la empatía musical entre Rafa y yo. Son canciones al sur del jazz.

¿Cómo se grabaron? Suenan muy naturales, sin artificios.

En el estudio Pan–Pot de Getxo, con Alberto Macías, que hizo trabajo espléndido. El disco suena tal como sonamos en directo y eso espero lo comprueben cuando nos vengan a ver a los conciertos. Los pianos y la coral del tema Viento sur (cantan los hermanos de Rafa además) los grabamos en el estudio que Rafa tiene en su casa.

¿Qué espera de este disco? ¿Qué planes tiene?

Espero que le llegue a la gente de aquí… y a todo el mundo. La idea es presentarlo en todas partes, allí donde nos llamen. Ya lo hemos hecho en Madrid, y esta semana en Bilbao.

¿Siempre en formato de dúo?

Siempre me ha gustado tocar con banda y he huido a veces de la etiqueta de cantautora por el mal concepto que en mi opinión tiene la gente de la música de autor. Para mí es fundamental la riqueza armónica, melódica y rítmica, con una letra de mirada poética; sin embargo ahora la propuesta en directo junto a Rafa me parece la perfecta y es la que quiero presentar. Tiene lo justo y necesario.

¿Satisfecha en solitario? ¿Cómo ve su trabajo previo colaborando con tantos artistas, de qué manera marcaron su aprendizaje, sobre todo Aute y Sabina?

A lo largo de mi carrera he compaginado mi carrera en solitario con la acompañamiento a otros artistas. Desde la partida de mi querido Aute, al que tanto echamos de menos y con quien estuve 20 años, me he enfocado única y exclusivamente en mi música. Solo me quedan dos artistas pendientes con los que me hubiera gustado trabajar y quizás sería factible a día de hoy hacerlo: Manolo García y Juan Perro. Pero mi realidad ahora es Viento sur y mis canciones al sur del jazz.