El autor donostiarra Ibon Martín acaba de publicar El ladrón de rostros, una novela que él mismo describe como la “más psicológica” que ha escrito hasta el momento por la “profundidad” que adquieren los personajes, contemporáneos en la trama al “miedo, superstición, necesidad de creer en algo” ocasionado por la pandemia del covid-19.

Pero Ibon Martín (Donostia, 1976) en su faceta de autor no conoce el miedo, tal y como demuestra su trayectoria profesional con la que pasó de ser un graduado en Periodismo con dificultad para encontrar trabajo a conectar con la naturaleza de su tierra natal y, a partir de ahí, escribir sobre ella consolidando todo un género como es la novela euskandinava.

La novela euskandinava es el “reflejo de la novela que se escribía en los países del frío (países escandinavos), pero llevada a nuestra tierra”, señaló ayer el autor en una entrevista con Efe. Algunos de los escritores con los que ha nutrido su inspiración son los suecos Henning Mankell, al que apoda “el gran referente”, o Stieg Larsson.

Aunque aparentemente haga disonancia dicha relación territorial, “el País Vasco, como todo el norte del Estado, tiene una riqueza a nivel de leyendas, de mitología, que nos hace muy similares a los países escandinavos”, explicó Martín, que se encuentra de gira por el Estado presentado su postrero trabajo. Esa mitología y cercanía que Martín entabla con la naturaleza quedan patentes a primera vista con la portada de su última obra, El ladrón de rostros y, una vez nos adentramos en sus páginas, con “un asesino que cree que tiene una misión y cualquiera puede ser su víctima”, detalló.

Toda la acción transcurre en un escenario “claustrofóbico” porque “vamos a estar viviendo los días que dura la investigación en un pueblo que está cerrado perimetralmente y donde los vecinos saben que conviven con un asesino”, precisó.

Si bien es algo que el lema de la novela Reza cuanto sepas. Nadie está salvo anticipa, Martín cree que incluso sus lectores más fieles se sorprenderán y disfrutarán de nuevo con la inspectora Ana Cestero, protagonista de sus últimas dos novelas e “hilo conductor” de las mismas.

Meticuloso con el proceso creativo que abarca desde describir Oñati o “el corazón de la montaña vasca” hasta el “entorno psicológico” y esquivo con el término trilogía para referirse a las obras en las que Cestero está al cargo, el autor adelanta que llegará una cuarta entrega de la que “solo” tiene “pequeños esbozos”.

“La gracia de la novela negra es que nos atrae porque lo vemos como algo cercano y que podría llegar a suceder”, añadió el escritor donostiarra que, pese a todo, no descarta salirse de su zona de confort y llegar a escribir algún día “novela histórica salpicada de crímenes”.